Vol. 81/No. 2 9 de enero de 2017
— Fidel Castro
La Habana, 8 de enero de 1959
Los políticos capitalistas y su grandes medios de difusión en Estados Unidos recibieron la muerte de Fidel Castro el 25 de noviembre con un mensaje preparado previamente: los cubanos saldrían a las calles exigiendo el fin de la “dictadura” y un regreso al sistema despiadado de la economía de “libre mercado” del capitalismo.
Pero al contrario, los trabajadores de todo el mundo vieron a millones de trabajadores, agricultores y jóvenes cubanos alinearse a lo largo de las calles para rendir homenaje a Fidel mientras sus cenizas eran llevadas de La Habana a Santiago de Cuba en Oriente. Fue una Caravana de la Libertad que rememoró la ruta que en dirección contraria tomaron Castro y el Ejército Rebelde del Movimiento 26 de Julio cuando la dictadura de Fulgencio Batista apoyada por Washington fue derrocada el 1 de enero de 1959.
El 28 de diciembre de 1958, mientras las tropas rebeldes avanzaban por toda la isla, Fidel se reunió con el general Eulogio Cantillo, jefe del estado mayor de Batista. Cantillo prometió que no le permitiría a Batista huir, que no organizaría un golpe militar para bloquear la insurrección, ni pediría a la embajada de Estados Unidos que “mediara”.
Pero Cantillo mintió y dejó que Batista y otros secuaces del régimen escaparan a Estados Unidos y la República Dominicana. Cantillo nombró un nuevo gobierno capitalista el mismo 1 de enero de 1959.
Su intento se derrumbó cuando los trabajadores por todo el país acataron el llamado de Fidel para una huelga general y las tropas del antiguo régimen empezaron a deponer sus armas. Castro y el Ejército Rebelde empezaron su Caravana de la Libertad, comenzando en Santiago de Cuba y parando en casi todos los pueblos de camino a La Habana para explicar las metas de la revolución y aumentar la conciencia, disciplina y participación del pueblo trabajador.
El Militante reproduce a continuación extractos del libro Caravana de la libertad, de Luis Báez y Pedro de la Hoz, que describe la caravana e incluye discursos de Castro y entrevistas con los participantes. El libro se puede obtener gratis por internet en el portal www.cubadebate.cu.
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En este primer extracto el chofer de Fidel, Alberto Vázquez, describe lo que pasó después de la traición de Cantillo:
A las 2:00 de la madrugada del 1 de enero, comienzo a escuchar en el radio del Land Rover la noticia de la huida del tirano. …
Estábamos alegres, pero el Comandante en Jefe se molestó muchísimo y nos explicó el significado de lo acontecido, sobre todo para la definición de los revolucionarios y las fuerzas que combatían al régimen. … Aún recuerdo su firmeza cuando convocó a la huelga general, trazó la estrategia final para la entrada a Santiago y proclamó la consigna: “Revolución sí, golpe militar no”.
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Cantillo llamó a la Radio Rebelde y pidió hablar con Fidel.
Todos los allí presentes estábamos de acuerdo con que Fidel debía contestar, hablar con Cantillo, discutir la situación creada.
Y Fidel nos mira y dice: … yo no voy a hablar con cosas inexistentes, porque no estoy loco. Todo el poder es para la Revolución.
— Luis Buch, dirigente rebelde
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El recorrido tenía por objeto transportar la columna en apoyo de los compañeros que iban hacia la capital; yo pensaba pasar rápidamente. Pero en eso se cae, mejor dicho: fue derrocada la tiranía, porque no se cayó: la derrocaron, al dictador y a los que quisieron sustituirlo; en un día se cayeron dos: Batista y Cantillo.
Ese era el objetivo del viaje. Yo no tenía pensado hacer una marcha triunfal, ni mucho menos; me parece que eso estaría un poco fuera de lugar en este momento.
Yo me he detenido en los pueblos porque me han detenido en los pueblos, el pueblo. Y no he podido hacer otra cosa que hablar con el pueblo, a pesar de que me parecía que era necesario que estuviésemos en La Habana cuanto antes … pero ya veníamos en este recorrido, y no podía menos que atender el deseo del pueblo de hablar con nosotros y de saludar a los combatientes del Moncada.
— Fidel Castro
Santa Clara, 6 de enero de 1959
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El 2 de enero Fidel y la caravana llegaron a Bayamo, donde se encontraba el cuartel más poderoso que todavía apoyaba a Batista con más de 3 mil soldados.
Lo que sucedió en la granja de Cautillo me impresionó muchísimo, porque cuando terminó Fidel de hablarle a esa gente, los soldados comenzaron a soltar los fusiles y apilarlos como si fueran hornos de carbón. Y yo me decía: Caramba, esos mismos eran los que nos combatían solo unas horas antes. Es que Fidel les habló con la fuerza de los argumentos y de la verdad.
— Alberto Vázquez
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El contexto no era de armas, sino de ideas. En la guerra los revolucionarios arriesgamos la vida por un ideal. En la paz resulta crucial definir los argumentos, tener claridad en las proyecciones y explicar a las masas los principios y fundamentos de la sociedad que entre todos debemos crear.
— Vázquez, describiendo el mensaje que dio Fidel en cada parada.
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Vázquez también comentó sobre la fortaleza con que Fidel planteó al pueblo cubano las tareas revolucionarias. Él estaba encargado de la protección de Castro durante la caravana, pero se distraía cuando Fidel hablaba:
Cuando menos lo esperaba, me sorprendía entusiasmado escuchando a Fidel hablar de proyectos, de compromisos, de cosas por hacer.
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No debe ser un discurso para elogiar al pueblo … hay que decirle al pueblo también cuáles son sus deberes. Hay que decirle que la Revolución tiene que ser la obra de todos, sólo así tendremos el triunfo definitivo.
— Fidel antes de su discurso en Santa Clara, 6 de enero de 1959
Si el pueblo supo ganar la guerra, que era difícil, ¿por qué no va a saber gobernar ahora? … hoy todo el pueblo está aquí, porque el pueblo está muy interesado en los problemas de Cuba; … sabe que tiene que decir la última palabra sobre todas las cuestiones. … no hay que hacer unas elecciones todos los días, lo que tiene que haber es un mitin todos los días. …
A esos hombres [los combatientes rebeldes] hay que educarlos; o sea, quiero decir, sacarles la calidad humana extraordinaria que tienen, de la inteligencia brillante que poseen, del sentimiento puro que alberga cada uno de ellos en sus corazones, y aprovechar el triunfo no para que se envanezcan, no para pensar que ya todo ha terminado, sino para empezar a mejorarse. Yo les digo a los rebeldes que ninguno de nosotros sabemos nada todavía y que tenemos mucho que aprender. Porque si ellos hicieron lo que hicieron sin saber nada, ¡cuánto no podrá esperar la patria cuando sepan más de lo que saben hoy!
— Fidel en la gran concentración en Santa Clara
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Hablando de cambios en el régimen anterior, Fidel continuó:
Había revolucionarios que querían vivir de la revolución, querían vivir a título de haber sido revolucionarios, …que acudían a los ministerios a buscar puestos, a vivir de parásitos, a cobrar el precio de lo que habían hecho en aquel momento, por una revolución que desgraciadamente no llegó a realizarse. …
Si hicimos esta revolución pensando que apenas la tiranía fuese derrocada íbamos a disfrutar de los gajes del poder; si cada uno de nosotros se iba a montar en una “cola de pato”, si cada uno de nosotros iba a vivir como un rey … Esa pregunta hay que hacérsela, porque de nuestro examen de conciencia puede depender mucho el destino futuro de Cuba, de nosotros y del pueblo.
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Refiriéndose a las movilizaciones que salieron a saludar al Ejército Rebelde cuando cruzaban la isla, Fidel dijo a la multitud que los recibió en La Habana el 8 de enero al final de la Caravana de la Libertad:
Nunca más en nuestras vidas volveremos a presenciar una muchedumbre semejante, excepto en otra ocasión —en que estoy seguro de que se van a volver a reunir las muchedumbres—, y es el día en que muramos … ese día, se volverá a reunir tanta gente como hoy, porque nosotros ¡jamás defraudaremos a nuestro pueblo!
Y, para horror de los gobernantes en Washington, Fidel tuvo razón.
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