Vol. 81/No. 6 13 de febrero de 2017
El grupo “Nuestra Revolución” de Bernie Sanders, el Partido Comunista y muchos otros, promovieron la acción como parte de la estrategia para revivir al Partido Demócrata con un velo más progresista y para luchar contra el “Trumpismo”.
Lejos de ser una señal del surgimiento de un nuevo movimiento feminista, la marcha socavó la lucha por los derechos de la mujer. No fue organizada en torno a demandas concretas. No tuvo como objetivo impulsar las luchas estado por estado, para defender el derecho de la mujer a elegir el aborto frente a los continuos ataques contra este derecho. Atrajo a pocos sindicalistas o afroamericanos.
La acción sí movilizó grandes números de participantes de clase media atrapados en la histeria que pinta a Donald Trump y a los “deplorables” que lo respaldaron como si fueran nazis de los últimos días.
Hillary Clinton enfureció a millones de trabajadores el pasado septiembre cuando describió a los partidarios de Trump como una “cesta de deplorables” que son “racistas, sexistas, homofóbicos, xenofóbicos, islamofóbicos, lo que se les ocurra”, e “irredimibles”.
El multimillonario capitalista Trump está reconstruyendo al Partido Republicano apelando a los trabajadores airados por los efectos de la crisis capitalista mundial en sus vidas. Con demagogia nacionalista promete “hacer a América grande de nuevo” y crear empleos y prosperidad.
Los miembros del Partido Socialista de los Trabajadores, incluyendo la autora de este articulo, asistieron a la Marcha de la Mujer en Washington y otras actividades para debatir y discutir perspectivas políticas con los participantes, con la meta de encontrar a los que quieren una discusión seria sobre cómo el pueblo trabajador puede luchar eficazmente. Aunque muchos no estaban de acuerdo con nuestra perspectiva proletaria, o se opusieron a uno de los libros que ofrecíamos —El historial antiobrero de los Clinton: Por qué Washington le teme al pueblo trabajador— encontramos a muchas personas interesadas en el PST y sobre cómo podemos luchar por los sindicatos, por la igualdad de la mujer, contra la brutalidad policial y para poner fin al status colonial de Puerto Rico. Discutimos y debatimos por qué ni los demócratas ni los republicanos sirven los intereses de la clase trabajadora. Y señalamos el ejemplo de la Revolución Cubana y la Revolución Rusa para los trabajadores.
En la concentración de Chicago Raven Reed escuchó al miembro del PST Dan Fein decirle a otro manifestante, “Este acto nunca se habría organizado si Clinton hubiera ganado las elecciones. Los demócratas dicen que están a favor de los derechos de la mujer, pero han causado la desmovilización de la lucha. Nosotros estamos forjando el Partido Socialista de los Trabajadores para dirigir a la clase trabajadora para hacer una revolución socialista”.
“Creo que tienes razón”, le dijo Reed a Fein, uniéndose a la conversación.
Alex Bergstrom, escritor para una compañía de capacitación, habló con Samir Qaisar en la mesa del PST, y le dijo que él estaba buscando “una visión alternativa”.
“Tenemos una: Cuba revolucionaria”, respondió Qaisar. Bergstrom compró un ejemplar de El historial antiobrero de los Clinton. Los miembros del PST en Chicago colectaron los nombres de nueve personas que querían reunirse para continuar discutiendo, vendieron 26 libros, siete suscripciones y 66 ejemplares del Militante.
‘Buscando socialistas’
“Yo andaba buscando al movimiento socialista y pro sindical, y por eso me inscribí para hacer campaña a favor de Bernie Sanders con los Socialistas Democráticos de América”, dijo Madhu Tikkisetty, una trabajadora de la informática de 32 años que vino de Baltimore y nació en la India, cuando encontró a unos miembros del PST y compró una suscripción al Militante en Washington. “Al hablar con unos trabajadores inmigrantes y negros en las paradas del metro el año pasado, muchos de ellos dijeron que estaban a favor de Trump porque hablaba de empleos”, dijo Tikkisetty. Ella pasó el resto de la tarde con nosotros mientras hablábamos con gente en la marcha. Se fue con seis libros sobre la historia de la clase obrera y la política comunista bajo su brazo.
Algunos Motociclistas por Trump que se habían quedado en Washington después de la inauguración escuchaban música estilo country cerca de la Marcha de la Mujer. “Traté de hablar con gente de la marcha”, me dijo a mí y a Tikkisetty Debbie Clay, una trabajadora de laboratorio sindicalizada de Barboursville, Virginia del Oeste, “pero la mayoría de ellos gritaron, ‘¿Cómo puedes apoyar a Trump? Es un racista y un fascista’”.
Su amiga Teresa Jones, auxiliar de maestra de educación especial de Bethalto, Illinois, dijo que a ella también le gustaba Bernie Sanders, “pero él recibió un trato pésimo” de la cúpula del Partido Demócrata.
Les dije que yo era parte de un grupo que construye un partido que lucha por los sindicatos y la unidad de la clase trabajadora y tiene confianza en la capacidad de los trabajadores comunes y corrientes de tomar el poder. Ellas compraron ejemplares del Militante para aprender más.
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