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Vol. 81/No. 11      20 de marzo de 2017

 
(especial)

Centenario de la Revolución Bolchevique, tema de evento en La Habana

 
POR JONATHAN SILBERMAN
Y MARTÍN KOPPEL
LA HABANA — Un programa sobre el centenario de la Revolución Bolchevique de octubre de 1917 en el antiguo imperio zarista en Rusia fue uno de los eventos especiales de la Feria Internacional del Libro de La Habana. “A veces se olvida la influencia extraordinaria de Lenin, del marxismo, en Fidel y la Revolución Cubana”, dijo Isabel Monal, quien moderó el panel.

Monal, por mucho tiempo directora del Instituto de Filosofía en La Habana, actualmente es directora de la revista Marx Ahora. Ella comenzó su historia de actividad revolucionaria en los años 50 como miembro del movimiento clandestino contra la dictadura de Batista, la cual tenía el respaldo de Washington. A fines de 1958 fue arrestada en Estados Unidos por transportar armas destinadas al Movimiento 26 de Julio y al Ejército Rebelde, que bajo la dirección de Fidel Castro llevaron la lucha revolucionaria cubana a la victoria en enero de 1959.

En octubre de 1917, guiadas por el Partido Bolchevique bajo la dirección de Vladímir Lenin, las masas trabajadoras por millones derrocaron el poder estatal de los capitalistas y latifundistas en Rusia y por todas las tierras de la antigua monarquía. Ese territorio era una prisión de naciones oprimidas que se extendía desde Europa oriental, pasando por Asia central, hasta el Pacífico. Establecieron una república de trabajadores y campesinos y abrieron paso a la primera revolución socialista del mundo.

El panel, que abordó lecciones de ese profundo levantamiento revolucionario, fue organizado por Ciencias Sociales. Esa casa editorial acababa de publicar una nueva edición en español de la obra clásica de John Reed, Diez días que estremecieron al mundo, que estuvo a la venta durante los 10 días de la feria literaria. El libro, publicado inicialmente en inglés en 1919, es un vivo recuento testimonial de la revolución dirigida por los bolcheviques. Ese mismo año Reed fue uno de los fundadores del Partido Comunista en Estados Unidos.

Los panelistas eran Dagoberto Rodríguez y Thalía Fung, profesores de la Universidad de La Habana, y Mary-Alice Waters, una dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos y presidenta de la editorial Pathfinder.

“Con la llegada al poder de Lenin y los bolcheviques, se acrecentó la influencia de los acontecimientos rusos en los Estados Unidos”, dijo Rodríguez en su presentación sobre ese tema. Por primera vez había “un gobierno que representaba los intereses de las amplias mayorías de la población”.

Atraída por el ejemplo de los bolcheviques, el ala izquierda revolucionaria del Partido Socialista en Estados Unidos rompió con la dirección reformista del partido, dijo Rodríguez, y fundó el Partido Comunista. Se afilió a la Internacional Comunista, una organización mundial de partidos obreros revolucionarios que se fundó en 1919 a iniciativa de la dirección bolchevique.

Rodríguez se enfocó en la reacción de los gobernantes capitalistas norteamericanos, cuyo temor al ejemplo de la revolución los llevó a desatar una campaña en torno a “la amenaza roja”, arrestando a miles de trabajadores combativos y deportando a más de 500.

Mary-Alice Waters habló sobre “Lenin, Fidel y el papel del individuo en la historia”. Se refirió a un mensaje que Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, le envió a Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y presidente de ese país, después de la muerte en noviembre de Fidel Castro, dirigente central de la Revolución Cubana por seis décadas.

“En el siglo 20 hubo dos grandes revoluciones socialistas, una en Rusia y la otra en Cuba”, dijo Barnes en el mensaje. Sin la presencia y la dirección política de Lenin y de Fidel en los momentos decisivos, “no hay razón para creer que hubiera triunfado ni una ni la otra”.

El mayor logro de Fidel Castro, escribió Barnes, “fue forjar en la lucha a cuadros revolucionarios, cuadros comunistas” que dirigieron a la clase trabajadora cubana, a sus aliados de clase y a los jóvenes atraídos a su liderazgo, para tomar el poder y defenderlo por más de medio siglo.

Waters dijo que Fidel, al igual que Lenin y Che Guevara, “creía en la capacidad de los seres humanos comunes y corrientes de lograr lo que otros consideraban imposible, y ante todo, de transformarse en este proceso.

Ella apuntó que “la presencia de Lenin en las primeras filas de la lucha revolucionaria —protegido por trabajadores en los distritos proletarios de Petrogrado— fue necesaria para que triunfara la revolución proletaria. Como también lo fue la dirección de Fidel en la Sierra, protegido por los campesinos y pobladores rurales entre los cuales el Ejército Rebelde comenzó a sentar las bases del nuevo orden social”.

Así como fue Lenin quien dirigió políticamente a los dirigentes de la Revolución Rusa, dijo Waters, “la constante dirección moral, política y militar de Fidel, su dirección de los dirigentes”, fue lo decisivo en la Revolución Cubana.

Waters subrayó que coincidía con las palabras de Fidel Castro del año pasado de que no va a tardar otro siglo “para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa”. (Ver texto íntegro de la presentación de Waters, p. 15.)

Thalía Fung habló sobre “Lenin y la Revolución de Octubre”. Siendo una joven abogada en Santiago de Cuba en los años 50, Fung defendió a unos 30 miembros del Movimiento 26 de Julio que fueron capturados por la dictadura de Batista durante el levantamiento en esa ciudad en noviembre de 1956, y participó en otras actividades revolucionarias en los dos años siguientes en Bayamo, Manzanillo y Guantánamo. Fung, graduada de la Universidad de Lomonósov en Moscú, fue por muchos años una figura importante en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.

Fung se enfocó en “el papel de Lenin en el campo de la filosofía política y la ciencia política”. Afirmando que “Rosa Luxemburgo fue más marxista que Lenin”, se refirió a diferencias entre Luxemburgo y Lenin sobre el carácter de la clase trabajadora y el campesinado como “sujetos históricos”, diferencias que han figurado en los debates sobre la estrategia revolucionaria desde la fundación del movimiento obrero internacional.

Los que hoy día buscan cambios sociales en el mundo, dijo Fung, necesitan orientarse a “nuestro Sur”, en alusión a corrientes políticas y gobiernos radicales en Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros países latinoamericanos.

Un panelista que fue invitado a hablar sobre el impacto de la Revolución Rusa en América Latina no pudo asistir a último momento, así que Isabel Monal abarcó ese tema al presentar a los otros panelistas.

Revolución de Octubre: un faro

“En el trabajo de Lenin fue fundamental el esfuerzo para que el marxismo y las ideas comunistas se esparcieran a lo largo del mundo”, dijo Monal. “Y la Revolución de Octubre fue un faro en toda América Latina, para los movimientos populares y revolucionarios de la década de 1920”.

Durante la discusión, Rubén Zardoya, un profesor de la Universidad de La Habana que también trabaja en el Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, habló sobre el liderazgo político de Lenin en los primeros cinco años después del triunfo revolucionario. Los trabajadores y campesinos tomaron el poder en octubre de 1917 en un país con un nivel de desarrollo económico relativamente bajo, dijo Zardoya. Lenin trazó un curso destinado a ampliar el acceso a la cultura para fortalecer al pueblo trabajador en la lucha por transformar las relaciones sociales y económicas.

Zardoya instó al público a leer los discursos y escritos de Lenin en 1922–23 sobre estos temas en el libro La última lucha de Lenin, publicado por Pathfinder. Hace unos años Zardoya, entonces rector de la Universidad de La Habana, invitó a comunistas de Estados Unidos y otros países a presentar ese y otros libros de Pathfinder a los estudiantes en el recinto.

Martín Koppel, integrante de un grupo de trabajadores comunistas del Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos y trabajadores comunistas de otros países, quienes eran voluntarios en el stand de Pathfinder en la feria del libro, subrayó que la Revolución de Octubre representó un hito para el movimiento obrero en Estados Unidos. Durante sus primeros años el nuevo Partido Comunista estadounidense dirigió huelgas, campañas de defensa y otras luchas obreras, dijo.

Koppel señaló el valor del libro The First Ten Years of American Communism (Los 10 primeros años del comunismo americano) de James P. Cannon, dirigente fundador del Partido Comunista y luego del Partido Socialista de los Trabajadores. Cannon explica las lecciones decisivas que el joven PC aprendió de los dirigentes bolcheviques de la Internacional Comunista, incluida la necesidad de que el partido dejara atrás su existencia clandestina, y también que reivindicara las luchas de los africano-americanos contra la discriminación racista y por la autodeterminación nacional.

Después del panel, varios participantes compraron el libro de Cannon así como Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes, que también aborda estos temas.

No ignorar lucha de clases

En sus comentarios sobre América Latina, Monal señaló los acontecimientos en años recientes en Brasil, Venezuela y otros países con gobiernos que dicen representar a los trabajadores.

“Uno de los grandes errores es que en una serie de países, los movimientos líderes de estos procesos tiraron la lucha de clases por la ventana”, dijo. “¿Cómo entender el mundo si uno no ve las clases sociales y las luchas de clases? A veces uno tiene que hacer alianzas con grupos reformistas en un proyecto juntos, pero no hay que hacerse muchas ilusiones”. El resultado es que se hace poco para satisfacer las necesidades de la población trabajadora.

Monal dijo que había estado en Brasil cuando se dieron grandes manifestaciones ahí para exigir mejoras en la salud pública y otras necesidades urgentes. El gobierno luego se atribuyó las reformas realizadas, pero el pueblo sabía que esas medidas se llevaron a cabo “porque el pueblo salió a la calle a exigirlas”.

Hoy hay una contraofensiva de la derecha y del imperialismo contra estos gobiernos, dijo Monal. “Y nadie debe sorprenderse de que estén obteniendo éxitos… Cuando comienza la contraofensiva, las masas populares no salen a la calle para resistirla, porque los gobiernos prometieron y pudieron haber hecho una serie de cosas y no las han hecho”.

Monal recordó que de joven, durante los primeros años de la Revolución Cubana, ella había leído el relato de la insurrección bolchevique en Diez días que estremecieron al mundo. “Cuando lo leí, para mí fue un impacto enorme”, dijo. Lo que describe el libro “mantiene su vigencia hoy. Y especialmente con las condiciones que existen hoy en América Latina”
 
 
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