Vol. 81/No. 23 12 de junio de 2017
En comparación con otros candidatos demócratas y republicanos en las elecciones primarias, [Barack] Obama fue cauteloso y disciplinado durante la campaña. Estaba resuelto a no dejar que algún descuido frustrara sus ambiciones. Por eso sus deslices son tan reveladores.
Por ejemplo, tomemos sus palabras —muy difundidas— en un evento para recaudar fondos en abril de 2008, donde habló ante un grupito de partidarios en una casa en el exclusivo barrio de Pacific Heights en San Francisco. El candidato demócrata estaba tan cómodo en esa compañía que bajó la guardia. Salieron sus prejuicios de clase para que todos los escucharan.
Obama dijo que hacía mucho tiempo que se iban reduciendo las oportunidades de empleo para los trabajadores en los pueblos pequeños de Pennsylvania donde acababa de hacer campaña y en “muchos pueblitos del Medio Oeste”. “Se fueron reduciendo durante toda la administración Clinton y la administración Bush, y cada administración sucesiva ha dicho que de alguna forma estas comunidades se van a revitalizar y eso no ha pasado. Y no sorprende, entonces, que ellos se amarguen, que se aferren a las armas o a la religión o a la antipatía hacia gente que no se les parece o a sentimientos contra los inmigrantes o contra el comercio exterior como forma de explicar sus frustraciones”. …
Pero las palabras de Obama en Pacific Heights reflejan más que un simple “desliz” momentáneo. Eso se ha confirmado una y otra vez durante su presidencia. Por ejemplo, al hablar en 2011 en otro encuentro exclusivo de sus acaudalados partidarios, esta vez en Brentwood, California, el presidente demócrata comentó despectivamente: “Cuando yo le hablo a gente común y corriente, no siempre están prestando atención. Si les preguntas sobre el Medicare, te dirán: ‘Me encanta ese programa, pero me gustaría que el gobierno no se involucrara en él’”.
En su discurso sobre el Estado de la Unión en enero de 2016, Obama dijo, con una observación apenas disimulada sobre los que se ven atraídos al candidato republicano Donald Trump: “A medida que crezca la frustración, habrá voces que nos insten a volver a nuestras respectivas tribus, a convertir en chivos expiatorios a conciudadanos que no lucen como nosotros u oran como nosotros o votan como nosotros o comparten la misma procedencia. (¿Qué “misma procedencia” es la que “compartimos” los trabajadores con la gran mayoría de los que hoy día ocupan los más altos niveles de los poderes ejecutivo, judicial o legislativo del gobierno capitalista estadounidense y de sus agencias y oficinas “regulatorias” que proliferan?) …
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Cuando se trata de los trabajadores que son negros, las actitudes de Obama son igualmente o aún más desdeñosas.
Tomemos, por ejemplo, sus palabras por el Día del Padre en junio de 2008 en la Iglesia Apostólica de Dios en Chicago, cuyos feligreses son africano-americanos en su gran mayoría. Muchos de los reportajes sobre ese servicio religioso se enfocaron en los comentarios que Obama hizo sobre los padres ausentes, pero él dijo mucho más que eso. Regañó a los feligreses diciendo que no debían quedarse “siempre sentados en casa mirando el [programa deportivo de televisión] ‘SportsCenter’… De vez en cuando reemplacen el juego de video o el control remoto con un libro”.
“No se entusiasmen tanto con esa graduación del octavo grado”, dijo Obama en la iglesia de Chicago. “Se supone que deben graduarse del octavo grado”. (Para los trabajadores y agricultores, eso es menos perjudicial que entusiasmarse con un diploma de derecho en Yale o Harvard, pero eso ya es otro tema).
Entonces agregó con desdeño: “Los padres necesitan reconocer que la responsabilidad no termina con la concepción. Eso no te hace padre. Lo que te hace hombre no es la capacidad de procrear un hijo. Cualquier tonto puede procrear un hijo. Eso no te hace padre. Es la valentía de criar a un hijo lo que te hace padre”.
Unos meses antes se había dirigido nuevamente ante un público mayormente africano-americano, y los sermoneó por supuestamente darles “presas frías de pollo Popeyes” a sus hijos como desayuno… a diferencia de él y Michelle en la Casa Blanca, según presumimos. …
Lo hipócrita y fraudulento del sermón de Obama en el Día del Padre de 2008 sobre “los cimientos de nuestras familias” que se están volviendo “más débiles” se hizo aún más patente unas semanas después cuando participó en un foro presidencial televisado en el sur de California, en la iglesia Saddleback del reverendo Rick Warren. Cuando Warren le preguntó cuál era “la opinión más importante que usted mantenía hace 10 años y que hoy ya no mantiene”, Obama inmediatamente mencionó su apoyo a la abolición del programa de Ayuda a Familias con Hijos Dependientes (AFDC) por la administración Clinton y el Congreso en 1996. Obama dijo que 10 años antes él había estado “mucho más preocupado, cuando el presidente Clinton firmó el proyecto de ley, de que podría tener resultados desastrosos”.
Pero ya en agosto de 2008 —a unos meses de los comicios presidenciales en noviembre, y a varias semanas del estallido de la crisis financiera mundial y las repercusiones que tuvo para los empleos y las condiciones de trabajo— Obama ya estaba “absolutamente convencido” de que la “reforma de la asistencia social [welfare]” de Clinton tenía que mantenerse como “pieza clave de cualquier política social”.
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