Vol. 81/No. 27 24 de julio de 2017
Pero los trabajadores pueden ver que sus empleos, condiciones de vida, salud, sus familias y perspectivas futuras han recibido ataques económicos y sociales sin precedentes debido a la creciente crisis de producción y comercio capitalistas. El creciente desempleo, estancamiento de los salarios, la propagación de la epidemia de adicción a los opiáceos, una mayor falta de vivienda, la disminución de la tasa de natalidad y las condiciones devastadoras son las “nuevas condiciones normales” que enfrentan los trabajadores y pequeños agricultores.
Los patrones y su gobierno no tienen solución para las condiciones de depresión económica que la crisis impone sobre los trabajadores. Y aunque es imposible predecir cuándo sucederá el próximo profundo declive, sí podemos decir que vendrá.
Los cierres de fábricas en las industrias de acero, automotriz, minas de carbón y otras en muchas ciudades y pueblos de Estados Unidos han destruido la vida de millones de trabajadores, lo cual ha provocado un aumento de las muertes por sobredosis de opiáceos. En Johnstown, Pensilvania, donde la empresa acerera Bethlehem Steel empleaba a miles de trabajadores, los que permanecen en la ciudad no tienen otra opción que tomar trabajos en el comercio minorista con peores salarios. Ahora muchos de estos trabajadores, como otros en Decatur, Illinois, y Saginaw, Michigan, están siendo “golpeados por segunda vez”, informó el New York Times el 25 de junio, al ser despedidos a medida que los patrones cierran establecimientos, víctimas de la competencia con las tiendas que venden por la internet.
“La América Rural son los nuevos ‘Barrios Marginales’”, fue el encabezado de un artículo en el Wall Street Journal el 26 de mayo. El artículo señaló que en 2013 hubo más muertos que nacimientos en los condados de Estados Unidos menos poblados, la primera vez que sucede esto desde que se comenzaron a mantener registros en la década de 1930.
También está creciendo la brecha entre los salarios de trabajadores en las zonas rurales y en las urbanas. El salario medio, según el Journal, es un tercio más bajo que en las ciudades con 250 mil personas o menos.
Ha habido un descenso en las tasas de natalidad a medida que se le hace más difícil a los jóvenes encontrar empleo estable y seguro médico financiado por la empresa. Un mayor número de trabajadores postergan la creación de una familia, si es que lo hacen. En 2016, la “tasa de fertilidad” en Estados Unidos fue la más baja que se ha registrado, 62 nacimientos por cada mil mujeres de 15 a 44 años.
Actualmente casi el 10 por ciento de los bebés en Estados Unidos nacen prematuramente. Entre los países capitalistas industrializados Estados Unidos tiene las peores tasas de mortalidad infantil, partos prematuros y bebés de bajo peso. De hecho, en el mundo industrializado Estados Unidos tiene la tasa más alta de bebés que mueren el día que nacen.
Al mismo tiempo, la brecha en la expectativa de vida de los trabajadores se ha ampliado por 20 años, dependiendo de dónde vivan. Las más bajas se encuentran en las reservas de los nativo-americanos y en los condados de la mitad inferior del río Mississippi y en las áreas de las minas de carbón en Kentucky y en Virginia del Oeste.
Muchos trabajadores están a un cheque de pago de perder sus apartamentos. Otros enfrentan problemas mentales que el lucrativo sistema de seguros médicos no cubren. En Nueva York, por ejemplo, el gobierno del alcalde demócrata Bill de Blasio admitió que el número de personas desamparadas ha aumentado un 40 por ciento con respecto a las cifras del año pasado. De Blasio trató de restarle importancia diciendo que ¡en parte es porque la encuesta fue tomada en un día particularmente cálido cuando la gente quería estar afuera! Pero las cifras muestran que por primera vez el número de personas desamparadas y las que buscan alojamiento en los refugios municipales están subiendo simultáneamente.
Fuerza de trabajo en contracción
Mientras que la tasa oficial de desempleo en junio fue del 4.4 por ciento —algo que los apologistas del capitalismo no se cansan de decirnos que básicamente representa “pleno empleo”— millones de trabajadores ya no son contados como parte de la fuerza de trabajo. La realidad es que la clase trabajadora activa está disminuyendo en Estados Unidos. La tasa de participación en la fuerza de trabajo —la proporción de la población que trabaja o busca trabajo— sigue siendo la más baja en casi 40 años.La participación masculina en la fuerza de trabajo ha venido disminuyendo continuamente durante 60 años. Entre 1948 y 2015, la tasa de empleo entre los hombres estadounidenses de 20 años o más se redujo del 85.8 por ciento al 68.2 por ciento. Para los hombres en plena vida laboral, el porcentaje empleado es “más bajo ahora de lo que era al final de la Gran Depresión”, informó el Weekly Standard el 8 de julio.
Según el Departamento de Trabajo, los salarios subieron un 2.5 por ciento el año pasado —4 centavos en junio— pero no lo suficiente para estar a la par de las necesidades básicas, como la comida, el alquiler y el servicio eléctrico. Y los salarios reales de los trabajadores de producción no han aumentado en más de 40 años.
La crisis para los trabajadores es de escala mundial. “La crisis de empleos ha durado tanto que muchos trabajadores potenciales han dejado de buscar empleo y abandonado el mercado laboral definitivamente”, dijo el Financial Times de Londres el 5 de julio.
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