Vol. 81/No. 30 August 14, 2017
El 17 de julio Dennis Richter, de Los Angeles, y yo asistimos al inicio del nuevo juicio en Las Vegas del caso amañado contra Scott Drexler, Richard Lovelien, Eric Parker y Steven Stewart, cuatro hombres que participaron en una protesta hace tres años para exigir que el gobierno federal devolviera el ganado incautado de Cliven Bundy. Otras personas que participaron en la protesta, incluyendo Bundy y dos de sus hijos, están en prisión en espera de juicios por cargos relacionados.
La primavera pasada, un jurado en el mismo tribunal no pudo declarar culpables a los acusados. Los cargos incluían “asalto a un oficial federal”, “amenazar a un agente federal”, “viajes interestatales con propósito de extorsión” y “conspiración para cometer un delito contra Estados Unidos”. La jueza Gloria Navarro declaró nulo el juicio de los cuatro, mientras que otros dos fueron condenados por otros cargos.
La oficina de Administración de Tierras (BLM) incautó 400 vacas de Bundy cerca de su rancho en Bunkerville, Nevada, en abril de 2014, y se preparaba para llevarlos a California y venderlos. Afirmaron que actuaban en defensa del medio ambiente, con decisiones judiciales que les respaldaban.
El hecho es que los Bundy —como la mayoría de los granjeros y ganaderos— se enorgullecen de ser buenos protectores de la tierra, de la que dependen para su sustento.
Cientos de ganaderos, sus familiares y otros partidarios de todo el oeste de Estados Unidos protestaron en defensa del derecho de los Bundy y de todos los ganaderos a pastorear su ganado en tierras controladas por el gobierno federal.
Agencias federales controlan casi el 87 por ciento de la tierra en Nevada. Durante generaciones, los miembros de la familia Bundy han pagado tarifas de pastoreo, hasta que los burócratas de la BLM arbitrariamente impusieron un límite de 150 cabezas a Cliven Bundy. Él decidió ignorar la orden y siguió pastoreando su ganado como su familia lo había hecho durante décadas. Para el año 2014, la familia enfrentaba una deuda de un millón de dólares en tarifas no pagadas, multas e interese, y una serie de órdenes judiciales exigiéndole que dejara de usar tierras federales cerca de su pequeño rancho de 160 acres.
Después de un tenso enfrentamiento entre la fuertemente armada policía del condado de Clark, los sheriffs y policías de la BLM, por un lado, y por el otro los miembros de la familia Bundy y sus partidarios, algunos de los cuales portaban armas, fue devuelto el ganado. Como dijo el abogado de Lovelien, Shawn Pérez, en su declaración de apertura en el juicio, “No se disparó ni un solo tiro, ni se arrojó ninguna botella, ni se lanzó una piedra”. No lo hizo Lovelien, ni ningún otro de los acusados o partidarios de los Bundy.
Después de esta victoria, el senador demócrata Harry Reid, en aquel entonces líder de la mayoría en el senado, amenazó, “¡El asunto no se ha acabado!” Y en efecto, el FBI se puso a trabajar para fabricar “pruebas” para presentar cargos falsos contra Bundy, los acusados actuales y otros. A los acusados se les ha negado la libertad bajo fianza mientras esperan su juicio.
Cuando los fiscales no lograron que se declarara culpables a los cuatro acusados la primavera pasada, exigieron un nuevo juicio e hicieron que la jueza Navarro prohibiera a los abogados defensores “hacer referencia del derecho constitucional de libre asociación y de portar armas”, ni “mencionar la alegada mala conducta y fuerza excesiva de los agentes de la ley”, como lo habían hecho con éxito en el juicio anterior.
El pueblo trabajador debe apoyar a los Bundy y a los otros acusados. El día previo al inicio del juicio, Richter y yo fuimos tocando en las puertas de un barrio obrero en Las Vegas, cerca de la base de las fuerzas aéreas Nellis.
“Nos presentamos como miembros del Partido Socialista de los Trabajadores, explicamos nuestras perspectivas revolucionarias e informamos sobre protestas en defensa de los Bundy y de los otros acusados a las cuales miembros del partido habían asistido el día anterior”, dijo Richter. “Los cuatro trabajadores con quienes tuvimos la oportunidad de hablar extensamente dijeron que habían oído hablar de las protestas de los ganaderos y de los juicios. Expresaron su solidaridad y todos compraron el Militante.”
Explicamos, y yo lo repetí en el foro en Oakland, que una alianza combativa entre trabajadores y productores independientes, como los ganaderos y los agricultores, es necesaria para poner fin a la dictadura del capital y para realizar los cambios revolucionarios necesarios en este país. “La lógica de los trabajadores, agricultores y ganaderos luchando conjuntamente por nuestros intereses —contra los gobernantes capitalistas acaudalados y su gobierno— es movilizarnos por millones para tomar el poder, y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores”, dije en el foro.
Tal gobierno garantizaría que los ganaderos pudieran seguir ganándose la vida y actuando como guardianes de la tierra y del medio ambiente.
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