Vol. 81/No. 39 23 de octubre de 2017
Washington y las potencias imperialistas y otras clases capitalistas alrededor del mundo demuestran cotidianamente que son incapaces de gobernar en beneficio de la humanidad. Las guerras interminables desde Afganistán y Siria hasta Iraq y Yemen, las muertes sin sentido en el trabajo a medida que los patrones aceleran la producción, la contaminación del medio ambiente, la brutalidad policial, la discriminación contra la mujer, la violencia racista, la negación de derechos nacionales —como el derecho del pueblo kurdo a la independencia— son la realidad del dominio capitalista hoy en día.
Solo hay que ver la conducta de los gobernantes en Washington y sus “socios” menores en la colonia estadounidense de Puerto Rico. Más de 100 años de dominio colonial ha dejado a millones de personas sin electricidad, la atención médica en ruinas y decenas de miles tratando de huir de la isla.
La falta de preparación para los huracanes Irma y María fue criminal. Después de las tormentas, los contenedores con artículos básicos necesarios se apilaron en el puerto durante días —sin ser distribuidos— mientras miles de personas no tenían nada que comer o beber. Y el pueblo puertorriqueño todavía está cargando con una deuda impagable a los tenedores de bonos capitalistas.
El mismo desprecio por la humanidad trabajadora convierte los desastres naturales en un país tras otro en catástrofes sociales, incluso en Estados Unidos, donde decenas de miles de personas en Florida y Texas aún no tienen un hogar a donde regresar.
Pero no es así en Cuba. Esto se debe a que la Revolución Cubana llevó al poder a un gobierno que los trabajadores usan como una poderosa herramienta para defender sus intereses.
En Cuba, el pueblo trabajador, organizado por su gobierno, estaba preparado para la tormenta. La reconstrucción comenzó el segundo que terminó la tormenta. No dejaron a nadie por su propia cuenta.
“Compartimos lo que tenemos, no lo que sobra”, dicen los revolucionarios cubanos. Cientos de miles de combatientes internacionalistas cubanos defendieron la soberanía angolana y derrotaron las invasiones del apartheid sudafricano en los años 70 y 80. Che Guevara y otros combatientes cubanos dieron su vida mientras luchaban para que los trabajadores tomaran el poder político en Bolivia y en el cono sur de América Latina. Miles de trabajadores de la salud cubanos están trabajando por toda Venezuela ante las amenazas de Washington contra la soberanía del país.
Su principio de oponerse a las armas nucleares es un modelo para todo el mundo. Es apropiado que el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Sochi esté dedicado en parte a los revolucionarios cubanos Che Guevara y Fidel Castro.
“¿Qué enseña la Revolución Cubana? Que la revolución es posible”, afirma la Segunda Declaración de La Habana. Trabajadores y jóvenes consternados por las consecuencias del capitalismo y el imperialismo están llegando a la misma conclusión hoy.
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