Vol. 81/No. 42 13 de noviembre de 2017
“Las viviendas públicas siguen concentradas en las llanuras aluviales”, dijo Patricia Kane, tesorera de la Asociación de Enfermeras del Estado de Nueva York en una manifestación sobre el cambio climático el 28 de octubre en Brooklyn, en el aniversario de Sandy. “Siguen construyendo viviendas en las zonas de humedales. Si sucediera otra súper tormenta, no estaríamos mejor preparados”.
Kane estaba trabajando de enfermera en el Hospital Staten Island durante la tormenta. Veinte y cuatro de las 43 muertes en Nueva York fueron en Staten Island.
La catástrofe social que enfrentaron los trabajadores —y que muchos todavía enfrentan— fue producto del funcionamiento del sistema capitalista, el cual prioriza las ganancias y no las necesidades humanas.
Las autoridades municipales inicialmente dijeron que las evacuaciones no eran necesarias ya que los “expertos” pronosticaron que a su llegada Sandy ya no sería un huracán, reveló el Washington Post el 27 de octubre. Dijeron que las residencias de ancianos cerca del agua no se inundaron durante el ciclón Irene el año anterior, así que ¿para qué ordenar una “costosa” evacuación? Valía la pena arriesgarse. Según ellos.
Cuál fue el resultado: por lo menos 29 centros de ancianos inundados en Queens y Brooklyn que dejaron a 4 mil residentes de centros de ancianos y 1 500 con residencia asistida sin electricidad, agua, calefacción y alimentos por tres días.
El alcalde de Nueva York Bill de Blasio y el gobernador Andrew Cuomo dijeron “que estamos” progresando. Pero casi el 20 por ciento de las 12 713 familias inscritas en el programa municipal Build It Back continúan esperando que sus viviendas sean reconstruidas o sean elevadas encima del nivel de inundación. Más de 11 mil personas que han solicitado ayuda del programa han sido descalificadas o se dieron por vencidas ante los obstáculos y demoras burocráticas.
Los miles de millones de dólares designados por las agencias gubernamentales supuestamente para estar mejor preparados para futuras tormentas han enriquecido a legiones de “asesores”, “planificadores”, constructoras y magnates de bienes raíces. Sin embargo hay poco que mostrar en cuanto a resultados. El presidente de la agencia de transporte público MTA Joseph Lhota se ha jactado de los avances hechos para evitar que sucedan las inundaciones que paralizaron los trenes subterráneos. ¿Cuál es el progreso? Han instalado mecanismos de prevención de inundaciones en menos de la mitad de las entradas de estaciones que las necesitan.
¡Eso es cinco años después!
Este desastre social para los trabajadores en Nueva York causado por el capitalismo se está repitiendo hoy día en Texas, Florida y en las colonias y territorios semicoloniales en el Caribe.
Y la catástrofe en Puerto Rico por los huracanes Irma y María es cien veces peor, porque es una colonia de Estados Unidos. Más de un mes después de las tormentas, más del 70 por ciento de la isla permanece sin electricidad. Esto contrasta con la respuesta del gobierno revolucionario de Cuba, el cual organizó al pueblo trabajador a través de sus organizaciones de masas, la evacuación de 1.8 millones de personas antes de la llegada del ciclón Irma. Ellos no juegan con las vidas de las personas bajo el pretexto de que el protegerlos es demasiado “costoso”. No necesitaron “asesores” ni tuvieron que enfrentar obstáculos de burócratas para empezar a reconstruir inmediatamente las viviendas y reparar el sistema eléctrico. El presidente cubano Raúl Castro explicó que nadie sería abandonado.
El capitalismo es el culpable
A la manifestación del 28 de octubre asistieron alrededor de mil personas y se enfocó en culpar al cambio climático y al uso de hidrocarburos por parte de los trabajadores por la calamidad social que produjo la tormenta.
Uno de los participantes me dijo, “si no detenemos el calentamiento global, no va a importar si estas a favor del capitalismo o del socialismo, porque significará la muerte para todo el planeta”.
Como parte de su programa el Partido Socialista de los Trabajadores exige que Washington implemente de forma unilateral los controles de emisiones de CO2 y otros gases de invernadero por las industrias y las agroempresas. Pero los gritos histéricos de que el mundo ha llegado a su fin o que el “cambio climático” es la causa de la calamidad social después de los recientes huracanes son falsos y desorientan al pueblo trabajador.
La catástrofe social de los huracanes Sandy, Irma, María y otras tormentas son el resultado del sistema de lucro del capitalismo, el cual es responsable de las construcciones en las llanuras fluviales, la falta de alimentos y agua en los refugios y la incapacidad de restaurar la electricidad en Puerto Rico.
Esto es abordado en la declaración, “La custodia de la naturaleza también recae en la clase trabajadora: En defensa de la tierra y del trabajo” de los dirigentes del PST Jack Barnes, Steve Clark y Mary-Alice Waters adoptada por el congreso del partido en 2007 y publicada en el número 8 de la revista Nueva Internacional.
“Mientras la extracción de plusvalía en la competencia belicosa por ganancias dicte la producción y distribución de la riqueza, la tierra seguirá siendo propiedad privada y se construirán las viviendas de alquiler para la mayoría trabajadora donde las clases acaudaladas no quieran vivir. Se construirán donde los trabajadores puedan “costear” el alquiler, incluso a menudo en llanuras de inundación”.
“El sistema capitalista y las familias propietarias que se benefician de él, tanto en los centros imperialistas como en los países semicoloniales, inevitablemente continuarán asolando a la humanidad y el planeta que habitamos”, afirman los dirigentes del PST. “Esto no se puede frenar sin arrancar de raíz al capitalismo mismo”.
Y esto es exactamente lo que hicieron los trabajadores y agricultores en Cuba, dirigidos por Fidel Castro y el Movimiento 26 de Julio.
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