En un recrudecimiento de las tensiones, los gobernantes capitalistas en Moscú ordenaron a su armada a abrir fuego y capturar tres embarcaciones militares ucranianas y sus tripulaciones cuando intentaron cruzar el Estrecho de Kerch hacia el puerto ucraniano de Mariúpol el 25 de noviembre.
Las fuerzas rusas atravesaron un carguero debajo del puente Kerch para bloquear el canal. Las embarcaciones ucranianas fueron atacadas por un jet, un helicóptero y tropas en buques rusos.
El gobierno ruso detuvo a los 24 miembros de la tripulación, algunos de los cuales habían resultado heridos en el ataque, y los llevaron a Moscú para ser juzgados.
El puente de la carretera de Kerch, el más largo de Europa, fue construido por Moscú en 2017 para conectar el territorio ruso con la península de Crimea, la cual fue anexada por Moscú. Un paso ferroviario comenzará a operar a finales de 2019.
Kiev se opuso a su construcción, mientras que los gobiernos europeos y Washington impusieron sanciones adicionales a Rusia por construir el puente.
Moscú ha estado involucrado en una serie de violaciones de la soberanía ucraniana desde que el levantamiento popular del Maidán depuso en 2014 al gobierno ucraniano aliado de Moscú de Víktor Yanukóvich.
Los gobernantes rusos respondieron tomando control de la península de Crimea y fomentando una guerra en el este de Ucrania a través de fuerzas respaldadas por Moscú, que aún se encuentran ocupando parte de las provincias de Donetsk y Luhansk.
Crimea fue históricamente la patria de los tártaros de Crimea. En 1944, José Stalin deportó por la fuerza a los tártaros hacia el interior de Rusia y fomentó la emigración desde Rusia para repoblar partes de Crimea. Después de décadas de protestas, se le permitió finalmente a los tártaros regresar a Crimea en la década de 1950, muchos de ellos para descubrir que habían sido desposeídos de sus tierras. Desde que se apoderaron de Crimea en 2014, los gobernantes rusos realizaron una incesante campaña contra los tártaros, expulsando a Mustafa Dzhemilev y otros dirigentes tártaros.
Después del ataque a las tres naves, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, impuso la ley marcial en la parte oriental del país durante 30 días, y prohibió la entrada por la frontera de hombres rusos entre 16 y 60 años de edad. Dijo que era para prevenir la formación de “ejércitos privados” en Ucrania.
Poroshenko, quien se hizo famoso al convertirse en multimillonario por su chocolate Roshen, se ha vuelto cada vez más impopular. La próxima elección presidencial está programada para marzo, y si las encuestas actuales se mantienen, perderá rotundamente. Algunos piensan que está utilizando su respuesta al ataque, especialmente la ley marcial, para tratar de mejorar su posición.
Las fuerzas rusas están permitiendo la entrada al mar de Azov de barcos con destino al puerto ruso de Rostov del Don, y continúan prohibiendo gran parte del transporte comercial a los puertos ucranianos. Esto está causando daños a las exportaciones agrícolas y de acero de la región.
Respuesta de capitalistas
Los gobernantes imperialistas en Estados Unidos, Alemania, Francia y otros países están tratando de contener una mayor escalada. Se ven obstaculizados por las diferencias y los intereses en conflicto entre ellos.
La canciller alemana, Angela Merkel, se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, al margen de la cumbre del G-20 en Buenos Aires el 1 de diciembre. Obtuvo promesas de realizar conversaciones entre los gobiernos imperialistas europeos de Alemania y Francia y representantes de Kiev y Moscú para tratar de reducir las tensiones.
Los jefes de gobierno desde el presidente Donald Trump a Merkel instaron a Moscú a que libere los barcos y la tripulación. Trump canceló una reunión programada con Putin durante el G-20, pero luego habló con él “informalmente”.
Poroshenko ha pedido una respuesta más fuerte de las potencias de la OTAN, incluyendo el envío de buques de guerra al mar de Azov.
Merkel pidió a los dos países que respeten el tratado de 2003 que otorga igualdad de derechos de acceso a Ucrania y Rusia. Moscú respondió que su “unión” con Crimea anuló el tratado.
Washington respaldó los llamamientos de Londres, Varsovia y los países bálticos para que las potencias europeas impongan sanciones adicionales contra el gobierno ruso. Esto incluye reconsiderar el gasoducto Nord Stream 2 que conectaría los campos de gas de Rusia con Alemania, sin pasar por Ucrania. Trump ha atacado repetidamente la dependencia de Alemania del petróleo y gas de Rusia. Esto es parte de la profundización de las divisiones entre los aliados de la OTAN.
Históricamente, los gobernantes zaristas y la dictadura burocrática bajo José Stalin consideraron a Ucrania como parte de su “extranjero cercano”. Al igual que los actuales gobernantes capitalistas de Rusia.
La única excepción fue durante los primeros años de la Revolución Rusa de 1917, cuando el dirigente bolchevique Vladimir Lenin luchó por el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas. Su última batalla política antes de su muerte fue dirigir la resistencia contra los esfuerzos de Stalin para imponer el gran gobierno chovinista ruso sobre Ucrania y Crimea.