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Vol. 71/No. 29      6 de agosto de 2007

 
Pakistán: ejército ataca a Talibanes y al-Qaeda
(portada)
 
POR RÓGER CALERO  
16 de julio—El gobierno paquistaní ha trasladado a decenas de miles de tropas a la frontera noroeste con Afganistán para combatir fuerzas vinculadas al Talibán y al-Qaeda.

El desplazamiento de las tropas sucedió poco después del asalto por unidades militares paquistaníes al complejo religioso de la Mezquita Roja en Islamabad, la capital de Pakistán, el 10 de julio. La Mezquita Roja estuvo ocupada por fuerzas islamistas fuertemente armadas por más de seis meses.

El sitio de más de ocho días del complejo explotó en un combate de más de 35 horas en el que murieron más de 100 personas. Los ocupantes de la mezquita combatieron con armas automáticas, lanzacohetes y granadas.

“La [Mezquita Roja], establecida en 1965, por mucho tiempo ha estado en el centro de la cultura yijadista alentada oficialmente en Pakistán”, dijo el Financial Times el 11 de julio. “Desempeñó un papel importante en conseguir muyahidines —guerreros santos— para la guerra apoyada por la CIA, contra la Unión Soviética en Afganistán en los años 80 y sus clérigos principales, conocidos como los hermanos Ghazi, por mucho tiempo eran considerados intocables por las autoridades, protegidos por sus supuestos vínculos a los servicios de inteligencia”.

En meses recientes estas fuerzas intentaron usar la mezquita como centro organizativo de un esfuerzo para realizar una “Revolución Islámica” en Pakistán, según los informes de prensa. Los clérigos realizaron una “campaña antivicio al estilo Talibán”, informó el Financial Times, secuestrando a mujeres acusadas de violar la ley islámica y emitiendo un edicto religioso contra la ministra de turismo después de que fuera fotografiada recibiendo un abrazo congratulatorio de un instructor de paracaídas en Francia.

Manifestaciones contra el ataque convocadas el sábado en ciudades de Pakistán atrajeron a un par de miles de personas, una concurrencia más pequeña de la anticipada por las escuelas religiosas y coaliciones de partidos religiosos burgueses que las convocaron. Una ola de ataques dinamiteros contra el gobierno y otros ataques se extendieron por la región norteña cerca de la frontera afgana el fin de semana.

Líderes tribales en la región fronteriza anunciaron su suspensión de un acuerdo de “paz” con la administración del presidente Pervez Musharraf que ha estado en efecto por 10 meses. Bajo dicho acuerdo, los líderes tribales acordaron utilizar sus milicias para patrullar la región y prevenir redadas al otro lado de la frontera con Afganistán a cambio de que el gobierno paquistaní retirara sus tropas.

“El extremismo y terrorismo serán derrotados en cada esquina del país”, dijo Musharraf en un discurso televisivo el 12 de julio. También dijo que “nunca jamás permitiría que una mezquita o madrassah fuera mal usada en el futuro”.

En los últimos meses previos al choque en la mezquita, había venido creciendo la presión sobre la administración de Musharraf para que tomara acción contra las milicias talibanes y otras fuerzas que operan dentro de Pakistán.

En un intento de contrarrestar la creciente oposición a su gobierno de ocho años por fuerzas burguesas que han movilizado a muchos en las clases medias, Musharraf ha permitido que grupos islamistas funcionen ampliamente sin obstáculos para acumular el apoyo de partidos religiosos.

El régimen de Musharraf —que anteriormente fue protector del Talibán— fue transformado en un inestable pero fiel aliado estratégico de Washington después del derrocamiento del régimen del Talibán en la invasión de Afganistán el 2001 dirigida por Washington. Más recientemente, Washington ha estado presionando a Islamabad a que tome más control de la región fronteriza, quejándose de que es usada como refugio por fuerzas talibanes y de al-Qaeda.

“Hemos visto al Talibán aunando, planeando y entrenando en los territorios noroeste. Había un acuerdo que el presidente Musharraf realizó con los jeques tribales. No está funcionando como él quería, no está funcionando como nosotros queremos”, dijo Stephen Hadley, consejero de seguridad nacional del presidente George Bush.

A la vez que expresaba apoyo por el desplazamiento de tropas, Hadley dijo “Lo estamos instando a que haga más”. En los tres años desde la invasión de Afganistán, la ayuda militar de Washington a Pakistán subió vertiginosamente a 4.2 mil millones de dólares en comparación a los 9.1 millones que recibió durante los tres años anteriores.

“No queda claro si el desplazamiento de fuerzas por el general Musharraf contra la mezquita significa un punto decisivo en el enfoque del gobierno para combatir el extremismo violento”, dijo un artículo del Financial Times el 11 de julio. “Si así resultara el caso, podría consolidar apoyo internacional para el asediado general, aliviando la presión que enfrenta para salir de la política y restaurar la democracia”.
 
 
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