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Vol. 79/No. 12      6 de abril de 2015

 
(especial)
Nación ucraniana floreció
tras revolución rusa

Maquinaria asesina de Stalin destruyó la soberanía
de Ucrania, unión voluntaria que Lenin defendió

 
POR SETH GALINSKY  
Al defender su país de las provocaciones del gobierno capitalista en Moscú —así como de las acciones de Washington y otras potencias imperialistas para hundirlo aún más en deudas— el pueblo trabajador de Ucrania encontrará valiosas lecciones en una historia que ha sido ocultada o distorsionada: la de la década de 1920 cuando los trabajadores ucranianos tomaron el poder de los terratenientes y capitalistas, se quitaron de encima la bota rusa y tomaron control de su propio destino.

En la actualidad muchos en Ucrania y en todo el mundo conocen poco sobre este periodo sin paralelos de construcción nacional y expresión cultural. Aun entre quienes lo conocen, muchos no saben del papel indispensable que jugó V.I. Lenin, el dirigente central de la Revolución Rusa, en impulsar la lucha por la soberanía de Ucrania, junto con la autoconfianza y orgullo nacional de los trabajadores allí. Muchos tampoco miran que el curso asesino implementado después bajo José Stalin fue parte de una campaña consciente para revertir esos logros.

Mucho antes del inicio de la Revolución Rusa de 1917, Lenin encabezó una batalla política para educar a los trabajadores y campesinos de que su lucha para derrocar el dominio zarista era inseparable de las luchas nacionales de los pueblos oprimidos bajo el imperio, al que él llamó una “prisión de naciones”. Debido a esto, explicaba Lenin, la lucha en contra de la monarquía, los terratenientes y los capitalistas explotadores solo podía tener éxito si era dirigida por un partido obrero que defendiera el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación. Solo sobre esa base podría el pueblo trabajador de todo el imperio ganar la confianza en sí mismos y unirse para lograr esta monumental tarea. La más grande y más importante de estas naciones encarceladas era Ucrania.

“¿Puede acaso ser libre un pueblo que oprime a otros pueblos?” escribía Lenin en 1914. “No. Los intereses de la libertad de la población rusa exigen que se luche contra tal opresión”.

Lenin escribió una carta dirigida a los trabajadores y campesinos de Ucrania en agosto de 1919, extrayendo algunas de las lecciones de la lucha contra el ejército de los terratenientes y capitalistas que buscaba derrocar el gobierno soviético.

“En Rusia, la propiedad de los terratenientes ha sido abolida. Es necesario hacer lo mismo en Ucrania”, señalaba Lenin. “El capital es una fuerza internacional. Para triunfar sobre ella hace falta la unión internacional de los obreros, su fraternidad internacional”.

Dirigiéndose a comunistas rusos, Lenin dijo que no se debía tolerar “la menor manifestación de nacionalismo ruso que surja en nuestras filas”, porque impide que los trabajadores luchen unidos “para defender la dictadura del proletariado y el poder soviético en la lucha contra los terratenientes y capitalistas de todos los países, contra sus intentos de restablecer su omnipotencia”.

En su libro Moscow and the Ukraine, 1918-1953 (Moscú y Ucrania, 1918-1953), Basil Dmytryshyn documenta la lucha librada por Lenin y León Trotsky para dirigir al Partido Bolchevique en este curso. Pero llega a la conclusión de que la teoría y la práctica “demostraron en el ensayo real” ser incompatibles. Sin embargo, un examen más cuidadoso de los hechos, incluyendo al libro del propio Dmytryshyn, demuestra que las palabras de Lenin fueron llevadas a la práctica. Los derechos y las aspiraciones nacionales de los ucranianos y otros pueblos oprimidos fueron aplastados posteriormente no como una consecuencia inevitable de la Revolución Rusa, como afirman Dmytryshyn y otros, sino por una contrarrevolución sangrienta dirigida por Stalin y falsamente realizada bajo el estandarte de 1917.

Nación ucraniana se forjó en la lucha

La nación ucraniana fue forjada en el fragor de la batalla contra la ocupación rusa, polaca, húngara y austriaca a lo largo de los siglos. La servidumbre fue introducida por primera vez en Ucrania por los terratenientes polacos en la parte occidental del país a finales del siglo 14 y el siglo 15.

En 1783 la zarina Caterina II impuso el especialmente oneroso sistema de servidumbre ruso en las regiones bajo el dominio zarista e implementó la “rusificación” de Ucrania, alentando a miles de personas de etnia rusa a que desplazaran a otros habitantes de la región.

A mediados del siglo 18, las corrientes culturales y políticas en Ucrania empezaron a preocupar a las clases gobernantes del imperio. Entre ellas estaba la creación de la Hermandad Cirilo y Metodio, una sociedad secreta que existió de 1845 a 1847. Esta abogaba por un programa de igualdad social, el fin de la servidumbre, el fin a la opresión nacional y una federación de estados eslavos. El zar suprimió la hermandad y arrestó y exilió a sus dirigentes, incluyendo al ex siervo Taras Shevchenko, considerado hoy día como el poeta nacional de Ucrania.

En 1863 el zar proscribió casi totalmente todas las publicaciones en Ucrania. En 1876 esta medida fue extendida a la importación de libros en idioma ucraniano y hasta a las lecturas públicas y teatro.

Eliminado el régimen zarista

Los trabajadores y campesinos eliminaron al zar en febrero de 1917 y empezaron a organizarse en soviets (consejos obreros), incluyendo en Kíev y otras ciudades ucranianas. Como en otras partes del imperio ruso, el primer gobierno que surgió de la revolución en Ucrania fue dirigido por mencheviques, una escisión de los bolcheviques que pretendía eliminar la monarquía pero se oponía al derrocamiento del capitalismo o al establecimiento de un gobierno de obreros y campesinos.

Consecuente con su curso nacionalista burgués, el gobierno provisional menchevique establecido en la ciudad rusa de Petrogrado rehusó reconocer la demanda por autonomía de la Rada, el nuevo gobierno en Ucrania.

“Por la fuerza no lograrán contener a los ucranianos, sino sólo irritarlos”, escribió Lenin. “¡Accedan al pedido de los ucranianos y allanarán el camino para la mutua confianza entre ambas naciones, para su alianza fraternal sobre la base de la igualdad!”

En octubre, el pueblo trabajador, dirigido por los bolcheviques que exigían todo el poder para los soviets, derrocaron el gobierno provisional y tomaron el poder político. El gobierno dirigido por los bolcheviques reconoció de inmediato a la Rada de Ucrania. Pero la Rada, dominada por los capitalistas, se opuso a la Revolución de Octubre temerosos del apoyo que los bolcheviques venían ganando entre el pueblo trabajador en Ucrania, especialmente entre los campesinos que ya habían tomado el control de casi un tercio de las propiedades de los grandes latifundistas. La Rada permitió a los ejércitos alemanes, austriacos y de otras potencia imperialistas operar libremente en el territorio bajo su control.

Los gobiernos de Austria y Alemania pronto “recompensaron” a la Rada, deponiéndola y regresando el poder político y las propiedades a los terratenientes bajo el régimen del general Pavlo Skoropadsky.

Ucrania estuvo sumida en una guerra durante los años siguientes. El control sobre gran parte del país cambio de manos varias veces entre el Ejército Rojo y los soviets de trabajadores y campesinos por un lado y las fuerzas apoyadas por el imperialismo de los generales zaristas Anton Denikin y Pyotr Wrangel por el otro, con la ayuda de los ejércitos invasores de Polonia y Alemania.

La guerra civil devastó Ucrania. Según el Social Change and National Consciousness in Twentieth-Century Ukraine (Cambio social y conciencia nacional en Ucrania del siglo 20) de Bohdan Krawchenko, para 1921 la producción industrial era una décima parte de la de 1912. La hambruna causada por la guerra que asoló a la Unión Soviética causó la muerte de un millón de personas en Ucrania.

Lenin lucha por la ‘ucranización’

En noviembre de 1919, tan pronto como el Ejército Rojo asestó golpes decisivos al Ejército Blanco de Denikin, el comité central del Partido Comunista ruso tomó medidas para incrementar la acción política y confianza en sí mismos de los campesinos —que en ese entonces componían el 80 por ciento de la población de Ucrania— e incorporarlos en el gobierno. La resolución ordenaba “la transferencia de los latifundios a los campesinos poseedores de poca o ninguna tierra”.

A instancias de Lenin el comité central aprobó una resolución que instruía a los miembros del partido en Ucrania “a eliminar cuantos obstáculos se opongan al libre desarrollo del idioma y la cultura ucranianos. Los miembros [del partido] residentes en territorio ucraniano deberán poner en práctica el derecho de las masas trabajadoras a estudiar en el idioma ucraniano y a hablar su lengua materna en todas las instituciones soviéticas; deberán contrarrestar por todos los medios los intentos de rusificación que releguen artificialmente a segundo plano el idioma ucraniano y aspirarán a convertirlo en instrumento de educación comunista de las masas trabajadoras”.

A pesar de la resistencia dentro del Partido Bolchevique en Ucrania y Rusia, incluyendo de José Stalin y Nicolás Bujarin, Lenin ganó la batalla política. Como resultado los bolcheviques se ganaron a los borotbistas, una facción de los social revolucionarios que estaba luchando por la independencia de Ucrania. Los borotbistas se fusionaron con el Partido Comunista de Ucrania en marzo de 1920, ayudando a transformar el partido mayoritariamente ruso en mayoritariamente ucraniano. Los comunistas ucranianos ocuparon puestos claves en la República Socialista Soviética de Ucrania y en el partido, remplazando a los comunistas rusos. Mykola Skrypnyk, un luchador clave por la ucranización, ocupó numerosas responsabilidades en el partido y en el gobierno. Oleksander Shumsky, dirigente de los borotbistas, llegó a ser el comisario del pueblo para la educación. Mykola Khvylovy dirigió un suplemento semanal para el diario en idioma ucraniano Visti VUTsVK.

Aunque los revolucionarios dirigidos por Lenin llevaban las riendas, la lucha no había acabado. Desde finales de septiembre de 1922 hasta principios de marzo de 1923, los últimos meses de su vida política activa, Lenin libró una batalla en el seno de la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética para combatir a Stalin y a la creciente burocracia gubernamental privilegiada de la que fue vocero y que amenazaba con socavar la alianza de trabajadores y campesinos.

Una parte clave de la última lucha de Lenin fue en contra del resurgimiento de la oposición a la autodeterminación de las naciones oprimidas, dirigida por Stalin. “Declaro una guerra a muerte al chovinismo ruso”, escribía Lenin en octubre de 1922. “Lo comeré con todas mis muelas sanas en cuanto me libre de la maldita muela”.

Aun después de la muerte de Lenin en enero de 1924, el curso que él echó a andar en Ucrania continuó casi hasta el final de la década.

Una cultura floreciente

Dmytryshyn señala que el número de publicaciones escritas en ucraniano proliferaron, de 747 libros en 1917 a 2 920 en 1927-28. Solo en 1924 la circulación de los periódicos en idioma ucraniano se elevó de 72 mil ejemplares a 205 mil.

En 1922, menos del 20 por ciento del estudiantado en Ucrania era ucraniano. Para 1928 eran más del 50 por ciento.

Entre otros ejemplos se encuentra el rápido crecimiento de la cinematografía. Según la Enciclopedia de Ucrania, en 1923 se produjeron solamente cuatro películas en Ucrania. Esto ascendió a 16 en 1924, 20 en 1927 y 36 en 1928. El número de salas de cine aumentó de 265 en 1914 a 5 394 en 1928. Muchas de las películas trataban temas nacionales ucranianos, incluyendo una en 1926 sobre Shevchenko.

Todo eso se acabó cuando Stalin consolidó su control sobre el aparato de gobierno soviético y el Partido Comunista. Primero empezó revirtiendo el curso leninista de forma “silenciosa, ‘callada’, sin justificaciones públicas”, escribía en 1965 Ivan Dzyuba, un comunista ucraniano, en el libro Internationalism or Russification? (¿Internacionalismo o rusificación?) que llamaba a regresar a la vía leninista de ucranización. Las resoluciones por las que luchó Lenin “simplemente fueron puestas a un lado y remplazadas por decisiones totalmente contrarias”. Para 1926 Stalin estaba expulsando o tratando de silenciar a algunos de los más prominentes defensores de la ucranización.

En 1932 Stalin lanzó un reino de terror contra los campesinos, trabajadores y revolucionarios de Ucrania. Para poder imponer una verdaderamente aplastante y desmoralizadora derrota, Stalin organizó de forma consciente la muerte por inanición de millones.

“Varios millones de campesinos fueron eliminados en la hambruna artificial de 1933”, escribió Dzyuba. Murieron durante la colectivización forzosa de los campesinos de Ucrania y la confiscación de alimentos que después exportaban a los países capitalistas.

Stalin “liquidó” prácticamente la dirección completa de los bolcheviques en Rusia. De 1936 a 1938, fueron asesinados 99 de los 102 miembros del comité central del Partido Comunista de Ucrania.

“En ninguna otra parte asumieron dimensiones tan asesinas las restricciones, purgas, represiones y, en general, todas las formas de truhanería burocrática como en Ucrania, en la lucha contra los poderosos anhelos de mayor libertad e independencia profundamente arraigados en las masas ucranianas”, escribió Trotsky en abril de 1939.

Cualquiera que defendiera la soberanía de Ucrania contra el extremo nacionalismo ruso era calumniado como “nacionalista burgués ucraniano” y adversario del internacionalismo, señalaba Dzyuba.

La sangrienta represión desatada en Ucrania por la asesina máquina estalinista —bajo la falsa bandera de defender la revolución— no era una extensión inevitable de la Revolución Bolchevique.

Lo contrario es lo cierto. Fue la “verdadera política internacionalista de Lenin la que salvaguardó los intereses y el pleno desarrollo de la nación socialista ucraniana”, escribió Dzyuba.  
 
 
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