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Vol. 79/No. 33      21 de septiembre de 2015

(portada)
Turquía se une a guerra de EUA en
Siria y lanza guerra contra kurdos

 
POR EMMA JOHNSON  
El 23 de agosto un acuerdo formal entre el gobierno turco y Washington establece la decisión de Ankara de permitirle acceso a Washington a la base aérea de Incirlik, y de unirse oficialmente a la “coalición” que lanza bombardeos contra el Estado Islámico en Siria. A cambio, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan obtuvo el apoyo de Washington para lanzar una guerra contra la población kurda dentro de Turquía bajo el pretexto de luchar contra el terrorismo.

La meta de Erdogan es crear las precondiciones políticas para abortar las aspiraciones kurdas por un Kurdistán independiente, ampliar los poderes ejecutivos de la presidencia y fortalecer el dominio de su partido Justicia y Desarrollo en las elecciones de noviembre. Los gobernantes capitalistas turcos y de Estados Unidos comparten un odio hacía la lucha kurda por la independencia.

En las elecciones de junio el Partido Popular Democrático (HDP) basado en los kurdos, sobrepasó el umbral del 10 por ciento para entrar al parlamento, demostrando que goza de apoyo más allá de la población kurda. Esto le arrebató al partido de Erdogan su mayoría en el gobierno y retardó las maniobras del presidente para reforzar su poder. En respuesta, Erdogan rechazó la formación de un gobierno de coalición y convocó nuevas elecciones para el primero de noviembre.

“Hasta ahora cientos de personas de ambos lados han perdido sus vidas”, dijo al Militante por teléfono Harun Ercan, asesor de relaciones internacionales del HDP en Diyarbakir, Turquía, el 2 de septiembre. “Además de operaciones militares, hace dos semanas el gobierno turco empezó a encarcelar a cuadros y oficiales electos de nuestro partido. En respuesta, las asambleas populares han comenzado a demandar autonomía local. El gobierno respondió arrestando a los alcaldes, hasta ahora siete de ellos”.

Washington necesita a Turquía en la guerra contra el Estado Islámico. Muchas de las ventas de petróleo que financian al Estado Islámico ocurren en el mercado negro de Turquía, y los combatientes y las armas del Estado Islámico pasan libremente por la frontera.

La meta de Washington es de erradicar a los combatientes del Estado Islámico de una zona de 1 400 millas cuadradas en el norte de Siria. El gobierno turco insiste que los combatientes kurdos también deben de ser erradicados de la zona. Esto impediría el avance hacía el oeste de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), quienes ahora controlan dos tercios de la frontera de 560 millas entre Siria y Turquía y son la fuerza más eficaz en la lucha terrestre contra el Estado Islámico.

Inmediatamente después de anunciar el acuerdo con Washington el 23 de julio, el gobierno turco desató una guerra abierta contra el pueblo kurdo, bajo el pretexto de luchar contra el Partido Obrero Kurdo (PKK), el cual tanto Ankara como Washington han calificado de terrorista. Además de bombardear zonas del Kurdistán iraquí y de disparar contra las fuerzas del YPG en Siria, Erdogan lanzó una ola de represión contra los kurdos en Turquía, atacando las zonas kurdas del sudeste.

Por más de un siglo los kurdos, un pueblo de 30 millones de personas en Turquía, Irán, Iraq y Siria, han luchado contra la opresión nacional y por una nación. En 1984 el PKK comenzó una lucha armada contra el gobierno turco, el cual respondió con una represión brutal contra la población kurda. Durante las siguientes décadas han matado a decenas de miles de kurdos.

Bombardeos y otros ataques contra civiles llevados a cabo por la dirigencia del PKK entrenada por el estalinismo han causado bajas innecesarias, debilitando la lucha de los kurdos y dándole a los regímenes turcos pretextos para atacar a toda la población kurda.

En 2013 el gobierno de Erdogan y el PKK acordaron un cese al fuego, y desde entonces, la lucha por la autonomía kurda y por derechos nacionales culturales, de lenguaje, educación y libertad para presos políticos lograron avances.  
 
 
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