The Militant (logo)  
   Vol. 69/No. 37           September 26, 2005  
 
 
Trabajadores describen su resistencia
a ser evacuados por la policía y tropes
(portada)
 
POR JOSÉ ARAVENA
Y ANTHONY DUTROW  
NUEVA ORLEANS—Cuando reporteros del Militant llegaron a esta ciudad el 10 de septiembre, varios miles de residentes, en su mayoría trabajadores, permanecían en esta ciudad asolada por el huracán Katrina. Muchos de los entrevistados dijeron que, en vez de recibir ayuda, tuvieron que aguantar el maltrato por parte de la policía y las tropas federales, que intentaban expulsarlos de la ciudad al poner en vigor una orden de evacuación obligatoria.

La ciudad, que aún está bajo un toque de queda de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde, ha permanecido mayormente desierta, salvo la presencia masiva de policías y militares, así como bomberos, personal de los servicios médicos de emergencias, periodistas y cuadrillas de electricistas, telefónicos y reparadores de cable que están restaurando los distintos servicios. Aunque las autoridades están drenando gradualmente la ciudad, zonas extensas siguen inundadas. Funcionarios municipales dijeron el 13 de septiembre que en los próximos días abrirán algunos barrios, comenzando con los distritos más adinerados, menos afectadas por la tormenta, entre ellos el Barrio Francés y el distrito de negocios.

En Marigny, un barrio que se salvó mayormente de la inundación, Howard Allen y Adrian Thomas eran algunos de los vecinos que no se fueron de sus hogares. Ambos ayudaron a rescatar a gente que había sido abandonada a su suerte por las autoridades.

“Usamos mi camioneta para cargar a la gente y llevarla a los centros de evacuación” en el Superdome y el Centro de Convenciones, señaló Allen, un marino mercante jubilado y antiguo miembro del sindicato de marineros. A Allen le ayudaba Thomas, un músico que toca en el Barrio Francés.

Allen dijo que decenas de personas en su barrio resistieron los intentos de la policía y los militares de forzarles a abandonar sus hogares. Habían oído acerca del maltrato brutal que había recibido mucha gente en “refugios” como el estado Superdome y los que habían mandado a otros estados—a veces sin decirles su destino final—y separados de sus familias.

Allen explicó que la policía efectuó registros casa por casa, hostigándolos día tras día. “Regresaban una y otra vez, amenazándonos, acusándonos de propagar enfermedades”, dijo. Un grupo de 70 vecinos permaneció en una iglesia cercana hasta que se marcharon bajo la presión de las patrullas policiales.

Los vecinos de varios barrios cercanos se habían organizado colectivamente para atender las necesidades básicas. “Nuestros grupos han sido destruidos sistemáticamente por la policía y los militares”, dijo Allen. “Nos pretenden expulsar al no darnos alimentos, agua o gasolina”, añadió. Cuando pedían comida o agua, los soldados decían que les habían ordenado no dar nada a los que se no se iban.

Thomas dijo que “al organizarnos impedimos que la ciudad nos cortara el agua por más de una semana. Tuvimos gasolina hasta el domingo, y servicio telefónico por una semana después del huracán”.

Los reporteros del Militant también visitaron Avondale, a la otra orilla del río Mississippi. Este distrito obrero, situado cerca de los astilleros, mostraba daños causados por el viento, con tejas desprendidas y casas a las que les faltaba parte del tejado.

Paul Antoine, un pintor que trabajaba en el astillero Grand Island, dijo que su familia se fue a Houston antes de la tormenta. Cuando el hotel donde se alojaban les subió las tarifas descaradamente, pronto se les agotó el dinero y regresaron a Avondale. “Cuando regresé, no tenía ni luz ni servicio telefónico”, dijo.

Bridget Antoine, una asistente médica, dijo que cuando llamaron a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), “un supervisor de FEMA me dijo que me fuera [de la ciudad]. Le pregunté dónde podía pedir ayuda. Dijo ‘Váyase nomás a un refugio’ ”. Por otra parte, dijo que la policía “golpeó a mi primo aquí mismo, porque decían que no quería salir de la calle”.

Paul Antoine dijo que la policía y los soldados “andaban en camiones, algunos de ellos en la parte de atrás, apuntándonos con sus fusiles. ¡Si yo estoy en mi casa, y no me vas a apuntar con tu fusil!”

Cerca de los astilleros, una cuadrilla de trabajadores de teléfonos de Bell South estaban reparando una línea de fibra óptica. Uno de los tres trabajadores, que dijo que estaban trabajando 12 horas al día, comentó que varios compañeros de trabajo habían perdido sus casas y habían sido evacuados. Indignado por la insensibilidad de algunos soldados hacia los damnificados, muchos de los cuales habían pasado días en su techo sin agua ni comida, relató que “había un grupo con familias que esperaba ser evacuado. Los soldados agarraron a la gente al azar, a pesar de que rogaban que los mantuvieran juntos. Todos cargaban rifles mientras les gritaban, ‘tú, tú y tú ¡vamos!’ ”
 
 
Related articles:
Demócratas y republicanos encubren su responsabilidad por desastre del Golfo
Trabajadores toman iniciativas para enfrentar la catástrofe social
Washington descarta oferta cubana de enviar medicos
Mitin en N.Y.: cómo los trabajadores se transforman al luchar  
 
 
Front page (for this issue) | Home | Text-version home