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   Vol. 70/No. 46           4 de diciembre de 2006  
 
 
Libro por generales cubano-chinos: 'un ejemplo
práctico de cómo luchar, vencer y defender logros'
Presidenta de Pathfinder presenta en Cuba
'Nuestra historia aún se está escribiendo
(especial)
 
Los siguientes comentarios por Mary-Alice Waters los ofreció en una presentación del libro Nuestra historia aún se está escribiendo: la historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana el 20 de octubre en Santiago de Cuba. Waters es la presidenta de la editorial Pathfinder y la editora del libro, el cual se publica en español e inglés.

En el panel también estaban el general Moisés Sío Wong, uno de los tres autores, e Iraida Aguirrechu, encargada de política actual de Editora Política, la editorial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. En la página que sigue aparece un artículo sobre los comentarios de Sío Wong.

La reunión fue parte de una gira de presentaciones en siete ciudades cubanas organizada para discutir y promover Nuestra historia aún se está escribiendo. Sío Wong, Aguirrechu y Waters hablaron en eventos similares en Ciego de Avila, Holguín y Bayamo. El general Armando Choy habló ante reuniones en Quemado de Güines y Corralillo en la provincia central de Villa Clara. Y los tres autores —Sío Wong, Choy y el general Gustavo Chui— hablaron junto a Aguirrechu y Waters en una reunión en La Habana. Cada uno de los eventos fue auspiciado por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana junto con el gobierno municipal y el Partido Comunista de Cuba en la provincia.

Las notas son del Militante.
 

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POR MARY-ALICE WATERS  
A nombre de Pathfinder, quiero agradecer a la dirección nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, que nos invitó a acompañarles aquí hoy, y a los compañeros del partido, del gobierno municipal y del Instituto Nacional de Reservas Estatales, que tanto han hecho para asegurar el éxito de las actividades de hoy.

Quiero agradecer a nuestra moderadora, Iraida Aguirrechu y señalar lo importante que fueron su profesionalismo editorial y voluntad política para lograr que este libro se hiciera realidad.

Y ante todo quiero agradecer a los generales Choy, Chui y Sío Wong. Ha sido un honor y un gran placer trabajar con cada uno de ellos.
 

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Quisiera decir unas cuantas palabras sobre por qué este libro es importante fuera de Cuba, especialmente en Estados Unidos, así como sobre el tipo de respuesta que ha tenido desde que se publicó en inglés y español al principio de este año.

Para mencionar solo un ejemplo: la semana pasada, justo cuando nos preparábamos para salir hacia Cuba, recibimos una reseña muy seria e interesante del libro publicada en la Revista de los chinos en ultramar, que es muy difundida. La escribió Li Anshan, un profesor de la Escuela de Estudios Internacionales en la Universidad de Pekín.1

Cuando empezamos las entrevistas que se convirtieron en este impactante libro, ninguno de nosotros pensó que iba a tardar cuatro años en hacerse. Ni que el resultado final sería, en efecto, una introducción a la Revolución Cubana en sí, no solo “cómo había sido”, sino cómo continúa, hoy.

El libro comienza con las historias de tres jóvenes rebeldes cubanos de ascendencia china que crecieron bajo diferentes condiciones sociales y económicas, en tres regiones diferentes del país. Nos enteramos de cómo y por qué ellos, como miles de otros jóvenes de su generación, se volcaron a la lucha popular revolucionaria contra la dictadura de Batista.

Nos inicia en la historia rica —y aún demasiado poco conocida— de la inmigración china a Cuba, inmigración que, a mediados del siglo 19, fue, en términos proporcionales, más grande que en cualquier otro país de América, incluyendo Estados Unidos. Y confirma el papel históricamente único —y la trayectoria intachable— de los combatientes chinos en las guerras de independencia en Cuba de ese siglo.

Pero hay mucho más.

El libro incluye una parte importante de la historia de la misión internacionalista cubana de casi 16 años en Angola. Ya hemos visto el impacto que ha tenido esta sección del libro entre muchos lectores chinos en Estados Unidos, especialmente. Ellos describen el orgullo que sienten al enterarse de que sí hubo chinos en las primeras filas de las batallas históricas que tumbaron al régimen del apartheid de Sudáfrica.

Sin embargo, el reseñador de la Universidad de Pekín va al meollo del libro: “Aunque hay descripciones impactantes de la lucha antibatistiana, la guerra de guerrillas y la revolución socialista, es el cuadro de lo que está sucediendo en Cuba hoy lo que me resulta más atrayente”.

En efecto, una de las partes más ricas del libro es la última sección, que se llama, “El Período Especial y más allá”, en la cual cada uno de los tres compañeros habla sobre las responsabilidades que ocupa hoy. Organizar el trabajo para transformar la infraestructura del puerto de La Habana y restablecer la salud ambiental de su bahía. Dirigir el trabajo patriótico-militar-internacionalista de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. Supervisar la expansión e integridad de las reservas estratégicas del estado. Transformar la estructura de la agricultura en Cuba estableciendo los organopónicos. Apoyar la lucha popular que avanza en Venezuela. Y, sobre todo, prepararse para responder a las agresiones —impredecibles pero inevitables— del imperio del norte en decadencia.

De Iraq a Afganistán y Guantánamo ocupado, vemos el futuro que el imperialismo nos ofrece, un futuro de guerra y represión —dentro de Estados Unidos y por todo el mundo— a menos que logremos quitarles para siempre el poder de gobernar.

Ante todo, este libro permite contestar las preguntas más importantes de nuestra época: ¿Qué es una revolución socialista? ¿De dónde provienen los hombres y las mujeres que harán esta revolución? ¿Cómo se transforman a sí mismos y cómo se transforman unos a otros en el curso de sus luchas, al convertirse en seres humanos capaces de lograr lo que hasta ellos jamás soñaron que sería posible?

Durante más de cinco décadas de lucha, el ejemplo vivo y concreto de la Revolución Cubana ofrece a nuestra clase un ejemplo práctico de cómo luchar; más importante aún, de cómo vencer; y, lo más importante, cómo organizarse para defender lo que hemos logrado, cómo involucrar a cantidades crecientes del pueblo trabajador en el esfuerzo de impulsar y ampliar esas conquistas originales.

Por eso este libro es tan importante fuera de Cuba. Por eso lo publicó la Pathfinder. Por eso los jóvenes socialistas y los trabajadores comunistas lo están vendiendo, no solo a través de librerías, a bibliotecas, por la Internet, y en conferencias y eventos políticos, sino también en fábricas y escuelas, y desde mesas en las calles de barrios obreros en pueblos y ciudades por toda Norteamérica. Por eso suscita un amplio interés, no solo entre jóvenes y trabajadores de ascendencia asiática, sino entre los miembros de disposición militante de otras nacionalidades oprimidas y minorías nacionales, especialmente los negros o mexicanos, e inmigrantes resueltos de todas partes del mundo.

Y debo agregar que también sabemos —incluso por las cartas que nos escriben nuestros cinco hermanos cubanos— que este libro, como muchos otros que Pathfinder publica, se circula y se está leyendo en prisiones por todo Estados Unidos.2
 

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De los más de 400 títulos que Pathfinder mantiene impresos, unos 60 son libros, folletos y revistas que se empeñan en hacer que la historia de la Revolución Cubana sea accesible a luchadores de vanguardia y jóvenes de disposición revolucionaria en todo el mundo. La verdadera historia —según la narran los cubanos que la hicieron— con todas sus complejidades, incluso sus salidas en falso, sus errores y sus correcciones, sus penas y glorias. Pero pocos —o tal vez ninguno— de estos 60 títulos han tenido la respuesta amplia que hemos visto en el caso de Nuestra historia aún se está escribiendo.

Lo más interesante de todo es la cálida recepción que ha tenido entre cientos de chinos y chino-americanos con conciencia política, así como asiático-americanos de otras nacionalidades. La población asiática en Estados Unidos, oficialmente, es de unos 13 millones, cerca del 4 por ciento del total. Y las personas de ascendencia china son un porcentaje importante y creciente: unos 2.5 millones hoy, según datos oficiales que subestiman las cifras al contar únicamente a los inmigrantes legales. Se calcula que un tercio de la población de San Francisco es china.

Los trabajadores chinos son una parte importante de la fuerza laboral en industrias tales como la costura y la construcción en ciudades como Nueva York y San Francisco. Y decenas de miles de estudiantes chinos —tanto nacidos en Estados Unidos como en China— están cursando clases en universidades por todo el país.

Hoy día la mayoría de los residentes de origen chino en Estados Unidos son jóvenes. Inmigraron a Estados Unidos, o nacieron ahí, después de 1965 y especialmente después de 1990. Esos años marcaron hitos cuando se modificaron leyes que habían prohibido prácticamente toda la inmigración de Asia y se incrementaron las “cuotas”.

Al igual que aquí en Cuba, los chinos y otros inmigrantes asiáticos en Estados Unidos tienen una historia de lucha larga y orgullosa. Forma parte de la lucha más amplia contra el racismo, la intolerancia chovinista y la explotación brutal de los trabajadores y agricultores organizada por la clase dominante de Estados Unidos y acelerada con el ascenso y dominio creciente del imperialismo yanqui. Las nuevas generaciones de asiáticos-americanos mismas se están enterando de esa historia oculta únicamente a medida que se suman a las nuevas batallas de hoy y aprenden de los que abrieron el camino a través de décadas anteriores de lucha.

Ellos se encuentran entre las decenas de millones de inmigrantes de todo el mundo que hoy día le están imprimiendo un sello poderoso a la lucha de clases y a las posibilidades del movimiento obrero en Estados Unidos.

A comienzos de año, como muchos de ustedes sabrán, estalló en las calles, a lo ancho y largo de Estados Unidos, un masivo movimiento proletario por la legalización de los trabajadores inmigrantes. Millones de personas marcharon orgullosas bajo el lema, “Somos trabajadores, no criminales. ¡Legalización ya!”

La rapidez y la potencia de estas acciones que se propagaron por el país en la primavera de este año, impulsadas sobre todo por trabajadores mexicanos y centroamericanos, tomaron por sorpresa a los gobernantes de Estados Unidos. Tomando la iniciativa en sus propias manos, y en muchos casos a pesar de los intentos de los dirigentes que trataban de contenerlos, pararon labores y se tomaron las calles en ciudades grandes y pequeñas, y en cantidades jamás vistas en Estados Unidos. El Primero de Mayo, llevaron a cabo lo que en efecto fue la primera huelga política en múltiples ciudades en la historia de Estados Unidos. Sus acciones de manera irreversible están fortaleciendo y enriqueciendo políticamente al movimiento obrero. Ya han cambiado la política en Estados Unidos.
 

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Ese es el contexto en que se han estado haciendo reuniones para presentar Nuestra historia aún se está escribiendo.

El mes pasado en San Francisco, unas 200 personas acudieron a una presentación del libro patrocinada por la Asociación Histórica China de América, la más antigua y más conocida de esas sociedades en Estados Unidos. Dirigentes de las comunidades china y japonesa en el Area de la Bahía de San Francisco participaron en el panel, así como desde el público, y se ofreció traducción al español y al cantonés durante todo el evento.

El mes próximo se presentará el libro en una Conferencia Nacional Estudiantil Asiático-Americana en Chicago, así como en el recinto de la Universidad de California en Los Angeles, sede de uno de los más importantes centros de estudios asiático-americanos en Estados Unidos. Otra presentación se hará en noviembre en Venezuela, con la participación de representantes de la comunidad china y otros más, como parte de la Feria Internacional del Libro en Caracas. En diciembre, la rama del Barrio Chino de la Biblioteca Pública de San Francisco va a patrocinar una presentación. Ya van muy adelantados los planes para una gira de conferencias con uno de los autores para presentar el libro en ciudades importantes en Canadá en marzo.

En numerosas ciudades más están en marcha proyectos similares, pero eso les da una idea. Y apenas estamos comenzando.

En todos estos eventos, una de las cosas que invariablemente suscita un brote entusiasta y espontáneo de aplausos es el anuncio de que ya ha comenzado la traducción del libro al chino, junto con planes de presentar el libro el año próximo en la propia China como parte de las actividades de conmemoración del aniversario 160 de la llegada a Cuba, en junio de 1847, de los primeros barcos de China con trabajadores en servidumbre. Pero los participantes en estos mítines se alegran aún más al saber que la traducción al chino también estará disponible para su distribución en Estados Unidos, donde hay cientos de miles de trabajadores chinos que no leen ni hablan inglés o español.
 

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Quiero terminar con una anécdota. Aunque al principio puede que parezca graciosa, destaca el papel inapreciable de Nuestra historia aún se está escribiendo. Como se nos recuerda constantemente, literalmente no existe un libro como este en español, inglés, chino, o en cualquier otro idioma.

En una conferencia de estudios asiático-americanos a comienzos de año, uno de los profesores jóvenes que compró el libro confesó que lo iba a leer con sentimientos conflictivos. Nos dijo que ahora tendría que modificar su tesis doctoral, ya casi completada, porque de verdad había aceptado como un hecho la propaganda de los enemigos de la revolución ¡de que ya no hay más chinos en Cuba!

Un ejemplo típico de este intento de desinformación fue un artículo de la Prensa Asociada que apareció hace varios meses en el Miami Herald, bajo el titular “Presencia menguante de los inmigrantes chinos en Cuba”. Sin mencionar nada de los cientos de miles de cubanos que proclaman con orgullo su ascendencia china, el artículo engañaba al lector al informar, sin más explicación ¡que solo hay 143 chinos entre toda la población de La Habana! El mismo “reportaje” se publicó unas semanas más tarde en AsiaWeek, un periódico en inglés que circula en la comunidad china de California.

¡Ahora nos encontramos armados como nunca antes para lanzar un contraataque eficaz contra estas falsificaciones políticas y la desinformación organizada! Nuestra historia aún se está escribiendo es una centella de verdad, arrojando luz sobre un capítulo oculto de la historia de Nuestra América, sobre los logros no reconocidos de todas las nacionalidades oprimidas y antaño esclavizadas por las potencias capitalistas en ascenso.

Más importante aún, a quienes lo leen les ayuda a abrir los ojos ante la verdad sobre la Revolución Cubana hoy.

Tal como concluye el reseñador de Beijing, que los autores presentan “un idealismo que tanto se necesita en un mundo de metas materialistas”, y agrega, “Puede que el libro sea una historia que ‘aún se está escribiendo’, pero a mí ya me tocó una fibra sensible”.

Más de una persona de ascendencia china que en los últimos meses ha conocido el libro ha expresado su asombro al saber que hoy día cubanos de origen chino ocupen cargos directivos de tanto peso en Cuba. Sin embargo, como explican tan bien Sío Wong, Chui y Choy en estas páginas, la medida decisiva que se tomó para eliminar la discriminación contra los chinos en Cuba “fue hacer la revolución”. La comunidad china en Cuba sí es diferente de la de cualquier otra parte de las Américas. La diferencia radica en la organización, el triunfo y la defensa de una revolución socialista.

Es para difundir esa verdad —esa necesidad, esa posibilidad real para los revolucionarios por todo el mundo— que Pathfinder ha publicado este libro.


1. La reseña en inglés se puede encontrar en www.pathfinderpress.com al hacer click sobre el enlace titulado “Recently reviewed in the Journal of Chinese Overseas.”

2. Los Cinco Cubanos —Fernando González, René González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández y Ramón Labañino— han estado en cárceles estadounidenses desde 1998. Fueron declarados culpables en 2001 de cargos que incluyeron conspiración para “actuar como agente extranjero no registrado”, “cometer espionaje” y “cometer asesinato”. Las sentencias impuestas van desde 15 años hasta doble cadena perpetua más 15 años. Los cinco —cada uno de los cuales ha sido condecorado como “Héroe de la República de Cuba”— habían aceptado misiones para infiltrar grupos contrarrevolucionarios en Estados Unidos y mantener informado al gobierno cubano de ataques terroristas que se planearan contra el pueblo cubano. Millones alrededor del mundo se han movilizado para condenar los veredictos condenatorios, las sentencias y las duras condiciones de detención y exigir que se les deje en libertad.
 
 
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