Bush dijo que el Pentágono movilizaría más de 20 mil tropas a Bagdad y a la provincia de Anbar, elevando a 160 mil el número de soldados estadounidenses en el país. Con la escalada, dijo Bush, se busca asegurar la victoria de Washington y sus aliados en el conflicto en Iraq, cuyo resultado decidirá el curso de la guerra global contra el terrorismo y nuestra seguridad aquí en este país.
A pesar de la retórica partidista de la oposición a la escalada, las declaraciones de los principales políticos demócratas muestran que se mantiene firme el apoyo bipartidista a las metas bélicas imperialistas.
El senador Joseph Biden, jefe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, calificó como error trágico el plan que Bush estaba por anunciar. Pero el senador también sostuvo que el Congreso carecía de poderes constitucionales para cuestionar la estrategia militar de Bush porque los legisladores habían votado a favor de autorizarle al comandante en jefe la capacidad de hacer la guerra, informó el Washington Post el 8 de enero.
En la respuesta demócrata al discurso del presidente, el senador Richard Durbin dijo, Nos mantenemos comprometidos de manera bipartidista a brindarles a nuestros soldados todos los recursos que necesiten para combatir de forma eficaz y regresar a casa sanos y salvos. Pero es hora de iniciar un nuevo despliegue ordenado de nuestras tropas para que pronto puedan empezar a regresar a casa. América, dijo Durbin, depuso al dictador de Iraq y le dio al pueblo iraquí una oportunidad de…establecer su propio gobierno… Ahora, en el cuarto año de esta guerra, es hora de que los iraquíes se pongan a defender su propia nación.
El día antes del discurso de Bush, fuerzas norteamericanas e iraquíes completaron un ensayo muy publicitado de las operaciones por venir, al batallar contra cientos de insurgentes suníes… en uno los más recios conflictos en la capital de memoria reciente, informó el Washington Post el 10 de enero. Aviones caza F-15 norteamericanos ametrallaron los techos con cañones mientras los [helicópteros] Apaches dispararon proyectiles Hellfire en un barrio céntrico de Bagdad.
Además del despliegue de cinco brigadas de combate y dos batallones de marines, dijo Bush, recientemente ordené el desplazamiento de otro grupo de combate de portaaviones a la región. Las fuerzas navales se han ido concentrando en el Golfo Arábigo-Pérsico desde septiembre. El Pentágono ahora está enviando un segundo portaaviones, el USS Stennis, y sus barcos acompañantes al Golfo, informó el Defense News el 1 de enero, como advertencia a Siria e Irán y para darles a los comandantes más flexibilidad en la región.
Para que Washington triunfe en Iraq, hace falta la defensa de su integridad territorial, dijo Bush, y esto empieza con abordar a Irán y a Siria. Estos dos regimenes están permitiendo que terroristas e insurgentes usen su territorio para entrar y salir de Iraq. Irán está dando apoyo material para ataques contra tropas norteamericanas. Vamos a desbaratar los ataques contra nuestras tropas. Vamos a interrumpir el flujo de apoyo desde Irán y Siria. Y vamos a buscar y destruir las redes que suministran de armamentos modernos y entrenamiento a nuestros enemigos en Iraq.
Bush dijo que los gobiernos de la región tienen mucho interés en apoyar la guerra dirigida por Washington. Países como Arabia Saudita, Egipto, Jordania y los Estados del Golfo necesitan entender que una derrota de Estados Unidos crearía un nuevo santuario para extremistas, y una amenaza estratégica para su supervivencia, agregó.
Muchos políticos y medios noticiosos describen el aumento en el número de tropas como una oleada temporal. Pero el teniente general Raymond Odierno, el nuevo comandante de operaciones en Iraq, dijo que la guerra durará dos o tres años más con el mismo número de tropas, según el New York Times.
En su discurso Bush dijo que Washington usará el nuevo despliegue de tropas para lanzar ataques contra grupos armados chiítas en barrios de Bagdad. Otras 4 mil tropas se desplegarán a la provincia de Anbar para atacar operativos de Al Qaeda y sus aliados.
El plan de Bush va dirigido a la creación de un Iraq federado. Las elecciones provinciales darían a los suníes más control de las regiones que dominan, y se le daría a los curdos más autonomía y acceso al petróleo.
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