Vol. 71/No. 12 26 de marzo de 2007
Dutton también instó al público más de un tercio asiático-canadienses e inmigrantes asiáticos especialmente de ascendencia china que colmó el recinto, a visitar la exposición especial de libros y fotos sobre la Revolución Cubana de la biblioteca, incluidos Nuestra historia aún se está escribiendo y otros títulos de Pathfinder. La exposición continuará durante todo este mes.
El evento fue auspiciado, además de la Biblioteca Pública de Vancouver, por la Asociación de Canadienses-Chinos por la Igualdad y la Solidaridad (ACCESS), Comunidades de Vancouver en Solidaridad con Cuba, el Concejo Laboral del Distrito, Asociación de Amistad Canadiense-Cubana y Libros Pathfinder.
El evento en la biblioteca pública fue la primera de siete reuniones a realizarse en toda Canadá en las próximas dos semanas desde aquí hasta Toronto, Peterborough y Montreal en los cuales amplios paneles de oradores, entre ellos Mary-Alice Waters, la editora del libro, discutirán el nuevo título.
Durante el segmento de la gira en Vancouver Waters, quien es presidenta de la editorial Pathfinder, participó también en un banquete junto a más de 100 personas para celebrar el tercer aniversario de la Sociedad Histórica Canadiense-China, le brindaron un recorrido guiado del histórico Barrio Chino de Vancouver y participó en un segundo panel sobre el libro donde asistieron más de 80 personas en el Centro Asiático en la Universidad de Columbia Británica.
Grace Schenkeveld, co-presidenta de la Sociedad de Familias del Impuesto por Persona de Canadá moderó el evento en la biblioteca. Schenkeveld señaló que una de las cosas que inicialmente le atrajo del libro fue que explica cómo muchos chinos, como los tres autores, "ocupan importantes puestos en el ejército y el gobierno cubano y juegan un papel importante en la sociedad cubana".
En contraste, señaló, los canadienses-chinos hasta la actualidad continúan enfrentando discriminación racista después que se les denegaron derechos básicos, incluidos el de votar, el de ciudadanía y el acceso a ciertos empleos y profesiones hasta después de la Segunda Guerra Mundial.
Trev Sue-A-Quan, autora de Cane Reapers: Chinese Indentured Immigrants in Guyana (Segadores de caña: inmigrantes de contrata chinos en Guyana) explicó que los chinos traídos a Cuba, alrededor del mismo tiempo que vinieron los primeros chinos a Canadá, enfrentaron aún peores condiciones.
Sue-A-Quan describió al público de cómo en 1979, cuando se encontraba en China haciendo investigaciones, encontró un documento de 1873. Era una "contrata" para su abuelo quien trabajó en los cañaverales de Guyana por 5 dólares mensuales por cinco años, trabajando seis días y medio a la semana.
"Los chinos eran secuestrados, engañados, reclutados con promesas falsas y llevados a países como Cuba y Guyana", dijo. "Eran tratados como cerdos y perros y vendidos como caballos y bueyes. El 99 por ciento de ellos trabajó en las plantaciones de azúcar".
Muchos entre el público expresaron opiniones como las de Howie Chan, quien dijo al Militante, "Yo vine a la reunión porque soy descendiente de dos generaciones de personas quienes tuvieron que pagar el impuesto por persona, cuyas familias vinieron de Hoisun, China. De ahí es de donde vino casi el 40 por ciento de los inmigrantes chinos a Cuba, y estoy muy interesado en qué se diferencia el papel que jugaron los chinos en Cuba con el de Canadá".
Sid Tan, presidente del Concejo Nacional Canadiense-Chino, bregó con ese tema en su presentación. Tan citó los comentarios de Moisés Sío Wong en el libro donde explica que la razón por la cual la experiencia china en Cuba es diferente es que "aquí se llevó a cabo una revolución socialista".
La revolución "eliminó el racismo basado en el color de la piel de una persona", dijo Sío Wong. "Sobre todo eliminó las relaciones de propiedad que crean la desigualdad no solo económica, sino también social entre el rico y el pobre".
En contraste, dijo Tan, Ottawa continúa sus políticas racistas negando la indemnización a "todos excepto el 0.6 por ciento de las familias que pagaron el impuesto por persona" con que se gravó a todos los chinos que entraron al país entre 1885 y 1923.
Mary-Alice Waters, quien entrevistó a Armando Choy, Gustavo Chui y Moisés Sío Wong, y editó el libro, trajo saludos de los tres autores cubanos al evento.
"Armando Choy, especialmente, quien hubiera estado aquí hoy de no ser por sus responsabilidades a la cabeza del puerto de La Habana, me pidió que les trajera los más calurosos saludos", dijo Waters. "El quería este intercambio inmensamente".
Nuestra historia aún se está escribiendo, dijo Waters, empieza con la historia de cómo una generación de jóvenes cubanos en los años 50 rehusaron aceptar las indignidades y brutalidades de la dictadura de Batista. Tomaron las armas y después de seis años y medio de lucha derrocaron a la dictadura.
"Cuando triunfaron no tenían planteado hacer una revolución socialista", dijo. "Solo querían cerrar la brecha entre los obscenamente ricos y los desesperadamente pobres. Querían mayor igualdad social, reforma agraria, poner fin al azote del desempleo, tener acceso a la educación, mayores oportunidades para la mujer y acabar con la discriminación y el racismo.
"Cuando los primeros pasos en esa dirección chocaron con los intereses económicos de las familias gobernantes en Estados Unidos, las cuales poseían millones de hectáreas de tierra y la mayoría de la industria en Cuba, rehusaron echarse atrás. Fue así como se produjo la primera revolución socialista en este hemisferio".
Waters describió el amplio interés que Nuestra historia aún se está escribiendo ha generado entre chinos y demás asiáticos en Estados Unidos, Canadá y en otras partes del hemisferio que están buscando el camino para eliminar las décadas, si es que no siglos, de discriminación y abuso contra los asiáticos en América. Quieren entender por qué la revolución socialista que realizó el pueblo trabajador cubano hizo tanta diferencia.
Seguidamente, unas 100 personas asistieron a una recepción en un popular bar y restaurante aledaño. Se colectaron cerca de 700 dólares para cubrir los gastos de la organización de los eventos en Vancouver.
Los participantes en las reuniones y otros eventos compraron 56 ejemplares de Nuestra historia aún se está escribiendo y 18 títulos más, especialmente el nuevo libro de Pathfinder La Primera y Segunda Declaración de La Habana. Cuatro de los participantes también compraron suscripciones al Militante.
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