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Vol. 71/No. 12      26 de marzo de 2007

 
Un encuentro con obreros de
talleres de costura en La Habana
(articulo especial, A Mi Criterio )
 
POR MAURA DELUCA  
LA HABANA—Cinco trabajadores de Estados Unidos, Australia y el Reino Unido, quienes estuvimos en Cuba para la anual feria internacional del libro, visitamos dos fábricas de costura en esta ciudad el 19 de febrero: la fábrica de trajes Antonio Maceo y Empresa Talabartería Thaba, que confecciona bolsos y sombreros de cuero. Luis Guillén, miembro del secretariado nacional del sindicato de trabajadores de la industria ligera (SNTIL), dedicó varias horas para acompañarnos.

Como operaria de máquina de coser en Nueva York me interesaba ver por mi misma la diferencia que hace una revolución socialista en las vidas cotidianas de los trabajadores. Me impresionó el contraste en las relaciones sociales. En un país capitalista como Estados Unidos, la condición básica de los trabajadores es la de competir entre nosotros mismos, por empleos, vivienda y otras cosas. El consejo que a menudo escuchamos es “Vela por ti mismo”. Pero en Cuba el ambiente predominante es el de solidaridad. Donde los trabajadores tienden a preocuparse los unos por los otros y a cooperar para impulsar su revolución.

Cuando un patrón en un país capitalista habla de eficiencia o de “trabajo en equipo”, inmediatamente nos cuidamos los bolsillos. Nuestros intereses están contrapuestos a los de los patrones. En Cuba eso cambió con la revolución. El valor producido por los trabajadores no termina en los bolsillos de un capitalista. Va a las prestaciones sociales de los obreros, a inversiones en la industria u otras necesidades de la sociedad.

Fue impresionante ver la influencia que los trabajadores en la fábrica de trajes y la talabartería tienen sobre las condiciones de trabajo, y la forma en la que participan en debates sobre cuestiones económicas y sociales más amplias. Como resultado, independientemente de sus críticas —que expresan con prontitud, tales como la necesidad de mejorar el transporte público— la moral de los trabajadores es alta y muchos expresan confianza en el futuro. Esta actitud es concuerda con la que otros trabajadores socialistas de Estados Unidos y otros países han encontrado en tres visitas previas a la fábrica de trajes.

Hay 144 trabajadores en la fábrica de trajes y 40 en la de cuero. Los trabajadores realizan asambleas sindicales mensuales para discutir cómo mejorar las condiciones de trabajo y aumentar la eficiencia. El director da informes con regularidad para que los trabajadores puedan evaluar los resultados.

El ritmo de trabajo es humano, especialmente comparado con el que me he encontrado en las fábricas de Nueva York. En la fábrica Antonio Maceo, una brigada de 15 operarios de máquinas de coser fabrica entre 250 y 300 piezas por día. En Thaba cada trabajador hace un promedio de ocho bolsos al día.

En una fábrica en Brooklyn donde fui a trabajar una vez, yo hacía 30 pantalones cortos por hora durante varias horas, pero me dijeron que necesitaba hacer entre 65 y 70 por hora, ¡apenas para ganar el salario mínimo por hora!

Los trabajadores nos recibieron muy bien, y tomaron un descanso de unos 20 minutos para compartir experiencias y preguntarnos sobre las luchas de trabajadores en el exterior, a pesar de que esto afectaría su paga basada en la productividad (bonos de producción que son añadidos a su salario mínimo).

Mercedes Martínez, de 35 años de edad y operaria de máquina de coser en la fábrica de trajes por tres años me dijo que “En Cuba nosotros los trabajadores tenemos nuestros derechos. Podemos tomar descansos para cosas como ésta, o para fumar, o ir al baño cuando lo necesitamos”.

En la planta donde yo trabajo, cualquier reunión, ya sea del sindicato u organizada por la empresa, tiene que hacerse durante los 30 minutos de descanso, que es el único tiempo que tenemos para comer, tomar un café o fumar un cigarrillo, descansar, hablar, hacer llamadas por teléfono o lavarnos.

En Estados Unidos la mayoría de los costureros saben que cualquier entrenamiento que uno recibe es de sus compañeros de trabajo, a menudo cuando el patrón no está mirando. Zaily Pons Machado, directora de Thaba, nos dijo que ahí no solamente adiestran a los trabajadores sin ninguna experiencia, sino que también les dan a los operadores con experiencia tres días para que aprendan nuevas operaciones.

Pons Machado, de 36 años de edad, dijo, “Siempre defendemos los derechos de los trabajadores. Si sucede algo que está fuera del control de los trabajadores, como un apagón eléctrico o falta de materiales, los trabajadores reciben su paga”.

Miguel Tamayo, el director de la fábrica de trajes, dijo que los trabajadores acumulan 15 días de vacaciones pagadas cada cinco meses y medio. Un periodo de vacaciones lo toman durante el cierre de la fábrica en julio. El segundo es rotado por brigadas.

En mi experiencia, cuando una fábrica de costura capitalista cierra, los trabajadores por su cuenta intentan colectar seguro de desempleo y a menudo terminan sin recibir compensación alguna.

Luis Guillén, dirigente de SNTIL, dijo que las trabajadoras en Cuba reciben una licencia por maternidad pagada por un año, al final del cual se les garantiza el puesto de trabajo.

La seguridad en el trabajo es una gran preocupación para los trabajadores en Estados Unidos, bajo la presión de los patrones para que trabajemos más rápido. En los últimos seis meses se lesionaron dos de mis compañeras de trabajo. Y tomaron poco o nada de tiempo por enfermedad porque saben que no recibirán paga.

Los trabajadores cubanos no podían comprender que existen tales condiciones de trabajo. Miguel Leal Alfonso, de 38 años de edad y empacador en la fábrica de trajes durante 21 años, dijo que en el raro caso de un accidente hay una clínica gratuita cerca, y que a los trabajadores se les paga por el tiempo perdido por accidentes.

Uno a veces lee en la prensa capitalista que los trabajadores cubanos ganan 10 dólares al mes. María Eugenia Arnet, planchadora en la fábrica de trajes, nos mostró el talón de paga de enero, por el equivalente de 70 dólares. Pero estas cifras no lo dicen todo. Aunque Cuba es un país del tercer mundo, nosotros tenemos que pagar con mucho esfuerzo muchas cosas que son gratis en Cuba, como el cuidado médico, la educación y otras necesidades esenciales. Los alquileres están limitados al 10 por ciento del ingreso familiar. Cuesta el equivalente a 8 centavos ir al cine. Leal Alfonso dijo que se ofrecen almuerzos calientes en el comedor de la fábrica por el equivalente de 2 centavos.

“No recibimos un gran salario, pero vivimos bien y estamos unidos”, dijo Leal Alfonso. “Vivimos en paz y con dignidad”.
 
 
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