Vol. 71/No. 18      7 de mayo de 2007

Eliades Acosta, director hasta hace poco de la Biblioteca Nacional José Martí en esta ciudad, informa que la delegación cubana obtuvo aún más apoyo en el último congreso de IFLA al rechazar este ataque contra Cuba. Unos 4 mil delegados de 115 países asistieron al encuentro, celebrado en agosto de 2006 en Seúl, Corea del sur.

Al principio, una resolución que condenaba la “persecución de bibliotecarios independientes en Cuba y la confiscación y quema de sus colecciones de libros” había logrado el patrocinio de las asociaciones de bibliotecarios de Letonia y Lituania, e iba a ser debatida en el congreso internacional. En realidad, la resolución fue redactada por Robert Kent, un bibliotecario de Nueva York y cabecilla de un grupo denominado “Amigos de las Bibliotecas Cubanas,” cuya misión es desprestigiar la Revolución Cubana.

Los “Amigos de las Bibliotecas Cubanas” han recibido fondos de Freedom House, un grupo financiado por el gobierno norteamericano, y Kent tiene un largo historial de actividades en contra de la Revolución Cubana. Ninguno de los “bibliotecarios independientes” son bibliotecarios. Todos son miembros de grupillos políticos en la isla que se oponen a la revolución y dependen económicamente del gobierno de Estados Unidos.

Las acusaciones disparatadas de Kent —de que el gobierno cubano prohíbe los libros de Mark Twain y de George Orwell, quema los libros que desaprueba y encarcela y tortura a “bibliotecarios independientes”— han sido desenmascaradas y desmentidas en los últimos años. Delegaciones oficiales de la Asociación Norteamericana de Bibliotecas (ALA) y de IFLA que fueron a Cuba en 2001 confirmaron que las “bibliotecas independientes” son un embuste, y el consejo de IFLA votó a favor de rechazar los alegatos.

En el congreso de IFLA en Seúl, Kent intentó reclutar a su campaña a las delegaciones de Europa Oriental. Sin embargo, cuando la delegación lituana se comunicó con la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI), se sorprendieron al saber que las acusaciones de Kent eran falsas y retiraron su apoyo a la resolución anticubana.

Acosta señaló, “Se lo dije [a los bibliotecarios lituanos]: vengan a Cuba, vean ustedes mismos, vayan a las mal llamadas bibliotecas independientes, después visiten las nuestras y saquen sus propias conclusiones”.

Emilija Banionyte, vicepresidenta de la asociación de bibliotecas de Lituania, escribió a la presidenta de ASCUBI Margarita Bellas, “Lamentamos muchísimo este malentendido. Espero que entiendan que nuestra intención era ayudarles. No teníamos ni idea de que el señor Robert Kent estaba actuando sin su conocimiento.” Banionyte escribió también a la delegación húngara para explicar por qué habían retirado su apoyo, aduciendo que habían sido engañados por el “juego político” de Kent.

Sin contar con el apoyo de al menos dos asociaciones nacionales, la resolución no pudo siquiera ser presentada ante el congreso de IFLA. En el congreso de 2005 en Oslo, Noruega, las maniobras de Kent para lograr el apoyo de la delegación polaca también habían fracasado.

En el encuentro en Seúl, los siete miembros de la delegación cubana, encabezados por la doctora Marta Terry, recibieron mensajes de apoyo de oficiales de la IFLA, así como de los bibliotecarios polacos, checos, rusos y chinos. Los cubanos “mantuvieron una reunión importante con ALA, cuyo presidente, Leslie Burger, aceptó la invitación de ASCUBI para visitar Cuba,” señaló Acosta.  
 
Más bibliotecas y ediciones cubanas
El problema que enfrentan los bibliotecarios cubanos no es de censura por el gobierno sino la falta de recursos necesarios —en gran parte debido al embargo comercial estadounidense— para satisfacer la gran demanda de libros entre una población que es muy culta gracias a la revolución socialista cubana.

En un informe reciente titulado “Incidencias del bloqueo del gobierno de los Estados Unidos en las bibliotecas cubanas: 2001-2005,” de Vilma Ponce Suárez y Nuria Pérez Matos, de la Biblioteca Nacional José Martí, se detallan la política de Washington de negar visas e imponer otros obstáculos a los intercambios entre bibliotecarios, los límites al acceso de Cuba a la tecnología, incluido el acceso a la Internet, y el bloqueo de donaciones a las bibliotecas cubanas.

Cuba no solo quema o suprime libros, sino continúa ampliando su sistema de bibliotecas y sus proyectos editoriales. Hoy hay más de 415 bibliotecas públicas a lo largo de la isla, incluidas las zonas más aisladas, en comparación con 389 en 2001. En 2003 casi 9 millones de cubanos utilizaron los servicios bibliotecarios, retirando 13.5 millones de libros, según el Ministerio de Cultura.

Este año concurrieron a la Feria Internacional del Libro de La Habana más de medio millón de personas. La feria se trasladó a otras 39 ciudades y concluyó el 11 de marzo en Santiago de Cuba. Durante la feria se vendieron millones de libros sobre una gran variedad de temas.

Eliades Acosta posteriormente ha asumido una nueva responsabilidad como jefe del Comité de Cultura del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Al despedirse como director de la biblioteca nacional, emitió una carta abierta a Robert Kent donde dijo haber “cumplido con gusto y orgullo” la tarea de desenmascarar las mentiras de Washington contra la Revolución Cubana y se comprometió a seguir haciéndolo.

Los defensores de las bibliotecas cubanas están ahora listos para enfrentarse a la campaña de desinformación de Washington en el próximo congreso de ALA, a realizarse en Washington del 21 al 27 de junio.
 
 
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