Vol. 72/No. 6 11 de febrero de 2008
Ambos regímenes, el chino y el soviético, estaban dispuestos a clavarle un puñal en la espalda al pueblo vietnamita con tal de lograr mejoras en sus relaciones comerciales con Washington. Los estados obreros de ambos países estaban gobernados por castas burocráticas parásitas, las cuales basaban su política exterior en la preservación de los estrechos intereses nacionales de las capas pequeñoburguesas dominantes en estos dos países a expensas de los intereses de la clase trabajadora a nivel mundial.
En los primeros años de la revolución china, después del establecimiento de la República Popular China en 1949, la Unión Soviética brindó importante ayuda económica y técnica a China. Pero después de la campaña de desestalinización en 1956 encabezada por Nikita Jruschov, en la cual fueron expuestos algunos de los crímenes de José Stalin, a pesar de que se siguió manteniendo la misma política contrarrevolucionaria, Beijing se distanció de Moscú. Mao se sintió amenazado por la campaña en contra del culto a Stalin, temiendo que afectara su propia posición, la cual también estaba basada en parte en un culto a su personalidad.
Las disputas entre ambos gobiernos se hicieron públicas en 1960 cuando la Unión Soviética suspendió toda su ayuda económica y su comercio con China, lo cual fue un duro golpe para el pueblo chino.
Inicialmente el régimen maoísta atacó a Moscú desde la izquierda, calificando de contrarrevolucionario el llamado de Moscú a la coexistencia pacífica con el imperialismo. Quedó claro que la rivalidad entre las burocracias en Beijing y Moscú correspondían a lo que cada uno de los dos gobiernos trataba de lograr con su colaboración con el imperialismo norteamericano.
En 1973 el Partido Comunista Chino (PCC) declaró falsamente que el capitalismo había sido reestablecido en la Unión Soviética, y que un dictador fascista estaba en el poder en dicho país. Mao se volvió un ferviente partidario de la OTAN como medio para contener el social imperialismo soviético, al cual condenó como la mayor amenaza a la paz mundial, más grande que Washington. Beijing estableció relaciones amistosas con algunos de los regímenes más odiados que contaban con el respaldo de Washington en el mundo, incluyendo al sha en Irán, Joseph Mobutu en Zaire y Augusto Pinochet en Chile.
La pandilla de los cuatro
Tras la muerte de Mao en 1976, la facción de la burocracia que él lideró fue depuesta muy pronto y cuatro de sus colaboradores más cercanos, incluyendo su esposa Chiang Ching, fueron arrestados. En una repetición de la persecución política contra sus contrincantes que Mao había sistematizado durante la Revolución Cultural, sus rivales, que ahora dominaban, iniciaron una campana pública culpando a la pandilla de los cuatro de todos los problemas. Aparecieron en muros por todo el país carteles que decían, por ejemplo, Aplastemos la cabeza de los cuatro perros.
Al terminar esta última lucha faccional, uno de los antiguos dirigentes que Mao había depuesto durante la Revolución Cultural, Deng Xiaoping, resurgió como nuevo jefe de estado. (La Revolución Cultural fue descrita en el artículo anterior de esta serie.)
Deng intensificó la política de congraciarse con Washington. Uno de los peores crímenes de la burocracia china durante este periodo fue la invasión de Vietnam a principios de 1979. Los trabajadores y campesinos vietnamitas derrotaron a las fuerzas norteamericanas en 1975, forzándolas a retirarse del país. Movilizaciones populares en los años siguientes llevaron al derrocamiento del capitalismo en el sur de Vietnam en 1978 y a la forja de un estado obrero unificado.
En vez de ofrecer la solidaridad a Vietnam, China le retiró toda su ayuda económica y comenzó a concentrar tropas en su frontera norte. En diciembre de 1978 y enero de 1979, tropas vietnamitas fueron enviadas a Cambodia para ayudar al pueblo de ese país a expulsar a la odiada dictadura del Khmer Rouge dirigida por Pol Pot. Fue entonces cuando China decidió invadir Vietnam para ayudar a Washington a detener los avances de la revolución socialista en el sureste de Asia.
Socialismo de mercado
A finales de los años 70, el gobierno de Deng revirtió la política de colectivización forzada que llevó a cabo Mao y emprendió un curso de creciente dependencia de los métodos capitalistas del mercado, lo que produjo crecientes desigualdades y diferenciaciones de clases.
La tierra de las cooperativas se repartió entre las familias que la trabajaban. El gobierno elevó significativamente el precio de los productos agrícolas y permitió que se vendieran parte de ellos en el mercado, promoviendo el desarrollo de agricultores adinerados. El lema de Deng era Enriquecerse es glorioso.
Se construyeron fábricas rurales, algunas con propietarios individuales, que para 1989 contaban con 90 millones de trabajadores.
En 1979 el régimen expandió el número de vendedores ambulantes, pequeños comerciantes y empresas capitalistas con permiso de operar en las ciudades. Se permitió que las fábricas estatales se quedaran con el superávit antes entregado al estado después de pagar un impuesto del 55 por ciento.
Se crearon cuatro zonas especiales en zonas costeras en las que los capitalistas extranjeros podían establecer negocios. En una de ellas, Shenzhen, había mil negocios capitalistas en 1982, y para 1989 la cifra había subido a más de 7 mil empresas mixtas con compañías de Estados Unidos, Japón, Alemania Occidental y otras. La exportación china subió vertiginosamente y el país experimentó un crecimiento anual del 10 por ciento desde 1978 a 1988. Washington estableció relaciones diplomáticas con Beijing el 1 enero de 1979, al darse cuenta que estaban perdiendo una gran oportunidad de sacar ganancias de la mano de obra china.
Al principio todos estos acontecimientos significaron ingresos más elevados y un mayor consumo para muchos trabajadores. Pero con el tiempo el uso de métodos capitalistas siguió aumentando las diferencias sociales y la diferenciación de clases. El mayor uso de métodos del mercado en el campo trastornó la agricultura. El gobierno redujo bruscamente sus inversiones en el campo. Los campesinos comenzaron a plantar lo que se vendiera mejor en el mercado, y la cosecha de alimentos básicos disminuyó.
Aumenta desempleo e inflación
Al pasar el tiempo el desempleo en las fábricas rurales y en el campo aumentó. Millones se trasladaron a las ciudades con la esperanza de encontrar trabajo. Para finales de 1980, la inflación llegó al 50 por ciento por año, la más alta desde 1949.
Culturalmente, China empezó a retroceder. El número de estudiantes de secundaria disminuyó, y solo 1 por ciento llegó a la universidad, comparado con 9 por ciento en India y 20 por ciento en Corea del sur.
El fuerte deterioro de las condiciones de vida para muchos trabajadores contrastó con el crecimiento de una capa muy adinerada de funcionarios del gobierno y dueños de fábricas.
La acumulación del descontento social en China estalló en 1989, cuando cientos de miles de estudiantes junto a trabajadores jóvenes marcharon en las ciudades principales demandando derechos democráticos, mejor educación y el fin a la corrupción en el gobierno.
En Beijing, multitudes de hasta 1 millón de personas convergieron en la Plaza Tiananmen en mayo y miles de estudiantes iniciaron una huelga de hambre. El 3 y 4 de junio, tropas chinas atacaron a la multitud, matan do a cientos, si no miles de personas, en lo que hoy se conoce como la masacre de la Plaza de Tiananmen. En las semanas siguientes miles de personas, incluyendo trabajadores, protestaron los asesinatos. En Shanghai, por lo menos la mitad de los trabajadores salieron en huelga y se unieron a las protestas.
Los sucesos de la Plaza de Tiananmen fueron un presagio de los conflictos de clase que se van acumulando en China hoy día. Los ac ontecimientos posteriores serán el tema del artículo final de esta serie.
China: consecuencias de la ‘Revolución Cultural’ estalinista