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Vol. 72/No. 36      15 de septiembre de 2008

 
Guinea Ecuatorial
Cambios en relaciones económicas y sociales
resaltan realidades para millones en Africa
(especial / primero de dos artículos)
 
POR MARTÍN KOPPEL  
BATA, Guinea Ecuatorial— “Parte de la prensa internacional dice que el petróleo es una maldición” para un país como Guinea Ecuatorial, dijo el presidente de ese país centroafricano, Teodoro Obiang Nguema. “La maldición sería el mal uso de ese recurso”. Si se usa para desarrollar la infraestructura económica del país y sentar los cimientos de la expansión de la agricultura y la industria, apuntó, puede ser “una bendición”.

Obiang respondía a una pregunta formulada por Mary-Alice Waters, presidenta de la editorial Pathfinder, durante una entrevista realizada el 7 de agosto que fue parte de un recorrido de dos semanas por Guinea Ecuatorial.

Partidarios de la editorial Pathfinder, con sede en Nueva York, habían regresado a este país para darle seguimiento a una visita inicial tres años antes, cuando participaron en la primera feria del libro en el país, celebrada en octubre de 2005 en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, en la capital, Malabo. Acogieron la oportunidad de volver este año para aprender más sobre los rápidos cambios económicos y sociales en esta nación tan largamente oprimida por las potencias capitalistas dominantes del mundo, y para ayudar a divulgar este conocimiento entre el pueblo trabajador en Estados Unidos y otros países imperialistas.  
 
Legado de superexplotación
Guinea Ecuatorial, antigua colonia de España, es uno de los países más pequeños de Africa, tanto geográfica como numéricamente. Hasta hace una década y media, también “ocupaba el último puesto de los más pobres”: una de las regiones menos desarrolladas económicamente del continente. Existían pocos caminos asfaltados, la electrificación era mayormente un sueño, prácticamente no había industrias —ni siquiera industrias ligeras— y el cultivo de la tierra consistía en agricultura de subsistencia. No existía una estructura burguesa de clases: una clase ascendente de comerciantes que tomaran riesgos, dueños de fábrica y terratenientes, no había ni trabajadores asalariados ni campesinado. El legado de siglos de dominación colonial e imperialista aumentaba al máximo las trabas y grandes disparidades en las relaciones sociales y la estructura económica.

A mediados de los años 90, se descubrieron enormes reservas de petróleo y de gas natural a gran profundidad debajo de las aguas del Golfo de Guinea. Esto aumentó la capacidad de expander considerablemente la producción del comercio, y a la vez ahondó las contradicciones económicas y sociales.

Hoy día, al llegar por vía aérea al aeropuerto internacional de Malabo, se puede divisar las plataformas petroleras de la ExxonMobil y de otras empresas que salpican el mar. La planta de gas natural licuificado de la Marathon ilumina el cielo en Punta Europa, centro de las operaciones de las compañías petroleras norteamericanas en Guinea Ecuatorial.

En el espacio de unos pocos años, una de las industrias más intensivas en capital, de tecnología más compleja y más monopolizadas se ha superimpuesto en una base económica que es producto de milenios de caza, de pesca y de agricultura de subsistencia, deformada por siglos de trata de esclavos y explotación colonial (ver artículo sobre la historia de Guinea Ecuatorial).

De noche las luces resplandecientes de Punta Europa se pueden ver al otro lado de la bahía donde viven decenas de miles de personas en Malabo que aún carecen de agua potable, de un sistema sanitario moderno, de calles asfaltadas y de servicio eléctrico que sea confiable y no esporádico.

Al regresar a Guinea Ecuatorial tras unos años, llaman la atención, ante todo, cuatro fenómenos: los cambios en las relaciones de clases y la composición internacional de la clase trabajadora, los recursos que se dedican al desarrollo de la infraestructura económica, la ampliación del sistema de educación superior, y la expansión de estos fenómenos a todas partes del país.

Estos cambios y las contradicciones que engendran subrayan la realidad que enfrentan millones de personas en muchas partes de Africa en la actualidad.

También ayudan a explicar por qué Guinea Ecuatorial no carece de enemigos. El país apareció recientemente en los titulares mundiales de la prensa cuando el mercenario británico Simon Mann fue sentenciado aquí a 34 años de prisión por su papel confeso en la organización de un golpe fallido, en el cual también está implicado Mark Thatcher, hijo de la ex primer ministra británica Margaret Thatcher. Los conspiradores, armados y financiados por intereses ultramarinos que pretendían controlar y hacerse ricos del petróleo de Guinea Ecuatorial, se proponían instalar como figura decorativa en el gobierno a Severo Moto, un oposicionista burgués guineano que ahora vive en España.  
 
Desarrollo de estructura de clase
Guinea Ecuatorial sigue siendo un país que prácticamente no tiene industria manufacturera. Hay una fábrica de cerveza, una planta embotelladora de agua y una fábrica de cemento plagada de escaseces de materias primas importadas. Los talleres de muebles y las operaciones aserraderas que producen madera para la construcción no se han desarrollado más allá de la artesanía en pequeña escala. Ya que casi no hay tierra cultivada más allá de la agricultura de subsistencia, y que más de la mitad de la población ahora viven en centros urbanos, casi todos los alimentos se importan de Camerún, España y otros países. Los costos del transporte magnifican el impacto de los crecientes precios mundiales de alimentos. El pollo que comimos un día venía de Brasil. Los huevos eran de Camerún.

Los habitantes de las zonas rurales, que mayormente aún se encuentran fuera del mercado, obtienen sus alimentos cazando pequeños animales del bosque, o de la pesca, y de los plátanos, la yuca, la malanga y otras viandas que crecen fácilmente en parcelitas de tierra desmontada a la orilla del bosque. La mayoría de estos alimentos se consumen directamente, no se compran o venden. A lo largo de los caminos rurales y en los extensos mercados urbanos, mucha gente vende para subsistir pequeñas cantidades de productos alimenticios que les quedan y otros artículos.

Al mismo tiempo, en menos de 15 años la explotación del petróleo y del gas natural ha convertido a Guinea Ecuatorial en el tercer país exportador de petróleo en Africa subsahariana, después de Nigeria y Angola. “Son las compañías norteamericanas como ExxonMobil, Marathon y Hess las que extraen el petróleo”, señaló Obiang en la entrevista. La Marathon también tiene las plantas de gas natural licuificado y de metanol. En años recientes, dijo, “otras empresas han firmado acuerdos con [la empresa estatal] Gepetrol: compañías malasianas, sudafricanas, algunas nigerianas”, para proyectos mixtos de exploración y desarrollo. China ha llegado a ser el mayor comprador de petróleo de Guinea Ecuatorial.

A raíz de la explotación de los recursos petroleros de Guinea Ecuatorial, se ha acelerado el desarrollo de una estructura moderna de clases en las zonas urbanas aquí. Si bien los lazos de tribu y de clan aún dominan las relaciones sociales en el campo, estas formaciones pre-clase se disuelven más y más al ir penetrando crecientemente el mercado mundial y las relaciones capitalistas de producción.

Como ha sucedido en las demás partes del mundo a lo largo de tres siglos, hoy día la acumulación de capitales está consolidando una clase capitalista en Guinea Ecuatorial, la cual está adquiriendo más y más tierras, hoteles, empresas de construcción y otros negocios. Mediante la compra y explotación de la fuerza de trabajo, esta clase ascendente está generando plusvalía y aumentando su riqueza.

Hay números crecientes de pequeños mercaderes, comerciantes, abogados y otras capas pequeñoburguesas. Atraídos por el boom petrolero, incluye a un número creciente que proviene de Africa Occidental, del Medio Oriente, de China y de otras regiones del mundo.

En Guinea Ecuatorial también está naciendo una clase de trabajadores asalariados. Como señaló el Manifiesto Comunista hace más de 150 años, al referirse a Europa y Norteamérica, “En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarróllase también el proletariado, esa clase trabajadora moderna que solo puede vivir encontrando trabajo y que solo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital”.

La expansión capitalista atrae e incorpora inexorablemente a regiones crecientes del mundo, señalaron Carlos Marx y Federico Engels. Y hoy día el capital está ejerciendo su poder de atracción sobre Guinea Ecuatorial. Un número creciente de guineanos están convirtiéndose por primera vez en trabajadores asalariados, especialmente como trabajadores en la construcción de caminos y otras obras. Casi la mitad de la población vive en Bata y Malabo, que se ven engrosados por la creciente migración de trabajadores rurales en busca de empleos.

La demanda de mano de obra también ha propiciado una gran ola de trabajadores provenientes del exterior, especialmente de otras partes de Africa Central y Occidental: de Camerún, Gabón, Burkina Faso, Mali, Nigeria y otros países. También han llegado trabajadores de Paraguay, República Dominicana y otras naciones latinoamericanas para trabajar en hoteles, restaurantes y otros empleos. En todas las obras de construcción que visitamos, la mayoría de los trabajadores especializados y técnicos eran oriundos de países africanos de habla francesa o trabajadores por contrato de China, Africa del Norte, Líbano, Irán u otros países.

Como dijo Obiang en un discurso el 5 de agosto ante un público que contaba con muchos constructores guineanos, “Antes Guinea Ecuatorial era un país despreciado”. Ahora, dijo, “muchos vienen aquí en busca de la prosperidad. Tenemos más emigrantes que otros países de Africa. Son como las abejas que vienen a probar nuestra miel”.

El crecimiento de la clase trabajadora y su carácter más y más internacional —a medida que los trabajadores traen sus habilidades y experiencias de otras partes del mundo— ha aumentado el orgullo y la confianza del pueblo trabajador aquí, y está ampliando sus horizontes.  
 
Sistema de caminos
Durante nuestro viaje oímos a muchos guineanos, desde estudiantes hasta funcionarios del gobierno, expresar su inquietud de que los recursos de la actual bonanza petrolera se aproveche para sentar las bases para una producción expandida que pueda sostener al pueblo de Guinea Ecuatorial en el futuro, independientemente de los altibajos del mercado mundial.

El objetivo de las inversiones en la infraestructura básica del país es de beneficiar al guineano común, apuntó Obiang, y fomentar el desarrollo de empresas. “Queremos que las pequeñas empresas guineanas se hagan grandes”, dijo.

En las más de 10 ciudades, pueblos y zonas rurales que visitamos a través de Guinea Ecuatorial —desde Bata y Malabo, las mayores ciudades, hasta Ebebiyin, Mongomo, Evinayong, Añisok, Niefang, Mbini y Kogo en la región continental, así como Luba en la isla de Bioko— había muestras de que se están dedicando importantes recursos a la construcción o al mejoramiento de los caminos, el servicio eléctrico, torres de teléfonos celulares, hospitales, instalaciones portuarias modernas de agua profunda, aeropuertos, escuelas y otros proyectos que están impactando el nivel de vida de un número creciente de guineanos. Están creciendo sus expectativas.

El cambio más visible desde hace tres años es la extensa construcción y pavimentación de los caminos. Largos tramos que conectan los principales pueblos y ciudades, de los cuales muchas millas antes eran terraplenes que se volvían infranqueables en la temporada lluviosa, ya han sido asfaltados. Muchas millas más, que en muchos casos pasan por terreno montañoso desigual, están en distintas fases de construcción. Para el trabajo se ha contratado principalmente a empresas capitalistas de Egipto, Francia, China y otros países.

Para cientos de miles de personas, especialmente en las zonas rurales, el mejoramiento del sistema de caminos significa más movilidad y acceso más fácil a los centros de salud, las escuelas, los mercados y los empleos.

“Antes tardaba un día entero viajar los 200 kilómetros [125 millas] de mi ciudad natal hasta Bata”, dijo Antonio Nsue Nsue Ada, director de la publicación universitaria Horizontes, oriundo de Ebebiyin en el noreste. “Ahora tarda tres horas”.

Viajamos al pueblo sudoccidental de Kogo para visitar un hospital donde trabaja una brigada médica voluntaria de cubanos. Hace apenas unos años, según los médicos cubanos que nos acompañaron, los viajeros tenían que ir por vía marítima, sobre todo en canoa. Nuestro viaje de 30 millas en camioneta a lo largo de la costa desde Mbini, sobre lo que antes había sido poco más que un sendero, tardó más de dos horas por un terraplén agreste que aún está bajo construcción. Y el viaje se acortará cuando se haya asfaltado el camino.

Los viajes a la isla remota de Annobón, que en tiempos coloniales había sido el lugar donde enviaban a los esclavos que eran demasiado viejos o enfermos para trabajar, y luego un lugar de exilio forzoso para independentistas— antes eran infrecuentes, peligrosos y llevaban mucho tiempo. “Solo se podía viajar en barco cada tres meses”, apuntó Obiang. “Ahora hay un aeropuerto en Annobón, con dos vuelos por semana”.

Se están mejorando los aeropuertos en Malabo y en Bata, y en Mongomeyen, cerca de Mongomo, se está construyendo un nuevo aeropuerto internacional, con una pista capaz de recibir los más grandes aviones de pasajeros y de carga. Además se están agrandando los puertos de agua profunda en Bata, Malabo y Luba, para permitir un mayor crecimiento de la industria petrolera y desarrollar el comercio internacional con Guinea Ecuatorial y la región más amplia. “El puerto de Malabo”, dijo Obiang, “va a ser el más grande y de mayor calado en toda Africa Occidental”.  
 
Electrificación
En la mayor parte de Africa subsahariana, menos del 5 por ciento de la población rural tiene acceso a la electricidad, y Guinea Ecuatorial no es una excepción.

“La electrificación es una precondición elemental si han de desarrollarse la industria moderna y la vida cultural”, apunta Jack Barnes en “Nuestra política empieza con el mundo”, artículo principal del número 13 de la revista Nueva Internacional. La electrificación significa poder tener “la opción de prolongar el uso del día. Poder decidir si suspender o no una reunión porque estaba oscureciendo. Tener la posibilidad de estudiar y trabajar cómodamente después de anochecer. Que los niños puedan hacer sus tareas escolares o leer unos a otros por la noche. Simplemente bombear agua a una aldea tras otra, ahorrándole a cada familia incontables horas de trabajo matador, especialmente a las mujeres y las jóvenes”.

En Guinea Ecuatorial, la realidad de este desafío y su importancia se hace evidente al andar en auto por el campo de noche, aún por los caminos principales. En cada grupo de casas, muchas están oscuras, y en otras brilla una sola bombilla o una lámpara de kerosén.

No hay una red eléctrica nacional; cada ciudad y pueblo depende de su propio generador. En la mayoría del país, solo hay electricidad cinco horas al día, de las 6:00 a las 11:00 de la noche, y aún así muchos hogares no están conectados a ninguna fuente de electricidad.

Residentes locales nos dieron un ejemplo tras otro de lo que significa para la vida cotidiana. Muchos estudiantes no pueden hacer sus tareas de noche, o deben viajar a otra casa o edificio donde haya luz. La comida no se puede refrigerar. De día no se pueden hacer operaciones quirúrgicas u otros procedimientos médicos en los hospitales, a menos que éstos tengan un generador de diesel que funcione para las situaciones de emergencia, y muchos no lo tienen. Las computadoras, en caso de existir, no pueden usarse de día, y solo unas horas por las tardes.

En el pueblo de Añisok en la región norcentral, la doctora Amarilis Contreras, médico cubana que trabaja en el centro médico allí, nos dijo que “cuando no hay luz, usamos lámparas de kerosén o linternas para hacer nuestro trabajo. Esterilizamos los instrumentos con agua hirviente”.

Hasta las capitales provinciales de Mongomo, Ebebiyin y Evinayong solo tienen 12 horas de electricidad al día, de las 6:00 de la tarde a las 6:00 de la mañana. Malabo y Bata ahora cuentan con generadores eléctricos las 24 horas al día, pero se ven afectados a menudo por apagones porque las redes de generación y distribución no pueden satisfacer la creciente demanda. Nosotros tuvimos experiencias directas con todas estas realidades más de una vez.

A lo largo de los caminos rurales, a menudo se ven mujeres que caminan largos trechos con enormes canastas llenas de leña en la espalda para la cocina y otras necesidades del hogar: un recuerdo más de lo vital que es la electrificación y el aumento de la productividad del trabajo para la emancipación de la mujer.

Uno de los proyectos de desarrollo de mayor prioridad es una central hidroeléctrica que se está construyendo en Djibloho, cerca de la capital distrital de Añisok. Aprovechará la corriente del río Wele, y se proyecta que suministrará electricidad a toda Guinea Ecuatorial continental así como algunas partes de Camerún y Gabón. Representará el paso más grande hacia la creación de una red eléctrica nacional.

Pedro Mba Obiang Abang, el delegado a la Asamblea Nacional por el distrito de Añisok, nos condujo al lugar donde se está construyendo la central hidroeléctrica, que debe completarse en cuatro o cinco años. El principal contratista es una empresa china.

“El gobierno chino nos dio un préstamo de 2 mil millones de dólares para financiar el desarrollo de la electrificación, que incluye el proyecto hidroeléctrico”, nos informó el presidente Obiang.

Una brigada voluntaria cubana de 26 técnicos de electricidad, que llegó recientemente, está trabajando con la empresa eléctrica estatal, SEGESA. En un encuentro en Bata el 31 de julio con varios miembros de la brigada, José Luis García Chaviano, jefe del grupo que trabaja en el continente, nos dijo que su trabajo consiste en formar a técnicos guineanos para reparar la infraestructura eléctrica y administrar el sistema de distribución. Al igual que en muchos países donde el pueblo trabajador carece de electricidad, no hay un control centralizado sobre su distribución, y en todas partes hay extensiones y conexiones improvisadas, acompañadas de problemas de seguridad, peligros de incendio y muertes accidentales por electrocución.

“El sistema eléctrico subterráneo aquí en Bata es de primer nivel, pero las empresas extranjeras que lo construyeron se fueron sin dejar los planos. Hicieron muy poca capacitación para el mantenimiento y la seguridad”, dijo Ricardo García, uno de los técnicos eléctricos cubanos. “Estamos capacitando a técnicos para hacer el mejor mantenimiento, sin el cual el equipo se daña más y más”.

“Nuestra prioridad es la seguridad y salud del hombre”, recalcó Wilfredo Arbelo. “A todos les enseñamos los métodos seguros, desde los administradores hasta los trabajadores, incluso cosas tan fundamentales como usar cascos y guantes”.  
 
Expansión del sistema universitario
La expansión de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE) fue otro de los cambios notables de los últimos tres años. La universidad se fundó en 1995, poco después de descubrirse el petróleo.

“No se puede tener desarrollo sin tener cuadros especializados”, dijo Obiang. “Por eso tuvimos que crear la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial”. El señaló que al principio mucha gente pensó que a un país pequeño y subdesarrollado como Guinea Ecuatorial le resultaría inviable establecer su propia universidad. “Hoy tenemos más de 3 mil cuadros profesionales”.

El 5 de agosto, otros 102 estudiantes se graduaron de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial. Se recibieron en agronomía, magisterio, ciencias y letras, ingeniería, ciencias ambientales, medicina y otras especialidades. María Jesús Nkara, directora de asuntos académicos, informó que la universidad cuenta ahora con 2 275 estudiantes, el doble de lo que era hace tres años. Para aumentar la capacidad, se están construyendo dos nuevos recintos universitarios, uno en Malabo y uno en Bata.

Nkara destacó el hecho que el 42 por ciento del estudiantado universitario son mujeres. Ante los aplausos del público, ella agregó que era gratificante saber que un número pequeño pero creciente de egresados de la escuela de ingeniería técnica son mujeres y ahora trabajan para la compañía eléctrica, “y hacen las mismas labores que los hombres: andan en las escaleras, subiendo los postes”.

Al dirigirse a los egresados, el presidente Obiang señaló que, al momento de la independencia hace 40 años, Guinea Ecuatorial tenía menos de una decena de egresados universitarios. Trinidad Morgades, hoy vicerrectora de la UNGE en el recinto de Malabo, en esa época era la única guineana con diploma universitario en ciencias y letras. Las personas que buscaban una educación universitaria tenían que ir a España o a otro país para estudiar, y muy pocos regresaban a Guinea Ecuatorial.

Era muy evidente que los estudiantes y los catedráticos estaban orgullos al estar conscientes de esa historia y de lo que su graduación representaba para el futuro de su país.

“Tuvimos que hacer mucho esfuerzo en la facultad de medicina”, dijo Tecla Mangue Mitogo, de 26 años, mientras esperaba que comenzara la ceremonia de graduación. “Tuvimos que aprender a estudiar.

“Ahora me alegra que podré aportar a mi país como médico”, dijo. “Estoy esperando a ver a qué ciudad me van a pedir que vaya a trabajar”.

Los que se graduaron como maestros, ingenieros, agrónomos y en otras carreras expresaron el mismo sentido de orgullo en lo que significaba su formación.

“De los 20 estudiantes que empezamos juntos en el curso de ingeniería de tecnología de petróleo, solo nos graduamos cuatro”, nos dijo Marcos Esono Ndong. “Siete u ocho se salieron después del primer año, y otros seis el segundo año. El curso era demasiado difícil, y superar todos los obstáculos materiales era demasiado. Otros aprendieron lo suficiente para ser contratados por una de las grandes empresas petroleras internacionales y se fueron. Fuimos cuatro los que terminamos y que vamos a trabajar por el desarrollo de nuestro país”.

(Un segundo artículo se enfocará en el desarrollo del sistema de salud en Guinea Ecuatorial.)

Mary-Alice Waters, Brian Taylor y Omari Musa contribuyeron a este artículo.


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