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Vol. 72/No. 36      15 de septiembre de 2008

 
Guinea Ecuatorial
Datos sobre nación centroafricana
 
BATA, Guinea Ecuatorial—Guinea Ecuatorial tiene una población que se calcula en aproximadamente un millón. Tanto geográfica como numéricamente, es uno de los países, más pequeños en Africa. Comprende la región continental (antes conocida como Río Muni), la isla de Bioko —donde está la capital, Malabo— y Annobón y otras islas más pequeñas en el Golfo de Guinea. Los lazos de tribu, de clan y de idioma ignoran las fronteras que esta antigua colonia española comparte con los países vecinos de Camerún y Gabón, antes colonizados por Francia.

La mayoría de los guineanos hablan español, idioma en que se lleva a cabo la enseñanza y los asuntos del gobierno. Muchos también hablan francés, el segundo idioma oficial. Para la gran mayoría, el idioma de la vida cotidiana es uno u otro de los idiomas autóctonos.

El fang, en distintos dialectos, se habla por todo el país. En Bioko la principal lengua es el bubi, y el pidgin English lo habla una minoría cuya ascendencia proviene de esclavos y trabajadores a contrato traídos a la isla por los ingleses desde la región que hoy día es Sierra Leona. Se habla ndowe y otros idiomas sobre la costa continental. Los habitantes de la isla de Annobón hablan annobonés, derivado parcialmente del portugués.

La isla de Bioko (por mucho tiempo llamada Fernando Poo, nombre de su “descubridor” portugués) fue una escala para la trata de esclavos desde el siglo 16 hasta principios del siglo 19. Los puertos de lo que hoy es Guinea Ecuatorial estuvieron en distintos momentos bajo el dominio portugués, español, inglés y holandés. Cuando las potencias europeas se repartieron Africa en 1885 en la Conferencia de Berlín, la región —nombrada Guinea Española— llegó a ser la única parte del continente al sur del Sahara que fue “propiedad” de España.

Los bubis y los fango opusieron mucha resistencia a los comerciantes europeos de esclavos y a los reclamos de los colonizadores. No fue sino hasta 1926 que Madrid tomó control plenamente de la región continental.

Desde entonces, el dominio español, mayormente bajo la dictadura del fascista clerical Francisco Franco, mantuvo la zona aislada del mundo y trajo muy poco desarrollo económico más allá de la producción del cacao, del café y de la madera para la exportación. Los guineanos se vieron privados de derechos fundamentales. En su mayoría fueron calificados como el equivalente jurídico de menores de edad —bajo el “patronato de indígenas” del estado colonial— sin derechos de adquirir o vender propiedad o tomar otras decisiones, y se vieron sometidos a trabajos forzados.

Tras independizarse de España en 1968, el gobierno del primer presidente, Francisco Macías Nguema, lanzó un reino de terror de 11 años. Macías se proclamó “socialista” y presidente vitalicio, disfrazando su represión brutal con demagogia antiespañola, anticlerical y anti-“blanco”.

Se clausuraron las escuelas y las iglesias, y todo guineano —especialmente todo el que no fuera fang— que tuviera siquiera unos pocos años de educación fue víctima especial de la represión. Además de los encarcelados, torturados o ejecutados, decenas de miles se exiliaron. En un país que, tras siglos de dominación colonial e imperialista, ya era uno de los más superexplotados en Africa, se derrumbó la actividad económica.

“Durante la dictadura, muchos perdieron la esperanza y hasta pensaban que el pasado colonial había sido mejor”, anotó el presidente Teodoro Obiang Nguema en un discurso en Bata el 5 de agosto.

El 3 de agosto de 1979, Macías fue derrocado en un golpe de estado que efectuaron jóvenes oficiales militares encabezados por Obiang. La mayoría de los guineanos conmemoran esa fecha como el comienzo del trabajo para iniciar el desarrollo moderno del país, aunque una minoría, especialmente entre la población fang de mayor edad, admiran a Macías por haber sido el primer presidente de Guinea Ecuatorial independiente.

Aún hace tres años, tener discusiones públicas sobre el carácter y las consecuencias del reino de terror de Macías al estilo de Pol Pot aún era mayormente un tabú. Hoy día, sin embargo, el tema se está empezando a abordar abiertamente en conversaciones cotidianas, artículos en revistas ecuatoguineanas y en comentarios de funcionarios del gobierno.

Para consolidar una nación en Guinea Ecuatorial —precondición para el desarrollo nacional— se han tomado pasos para superar el legado de Macías de atizar las divisiones de carácter tribal. En una entrevista realizada el 7 de agosto, Obiang dijo que tras el descubrimiento del petróleo a mediados de los años 90, “el gobierno convocó a una conferencia en 1997 con todas las fuerzas políticas, tanto gubernamentales como no gubernamentales —partidos de oposición, instituciones religiosas— que diseñó un programa” para el uso de los ingresos petroleros del país.

“Ninguna circunscripción en el país se ha quedado sin recibir financiamiento con este programa”, dijo, señalando la construcción y mejoramiento de las carreteras, los hospitales y otra infraestructura por todo el país.

—MARTÍN KOPPEL

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