El Militante (logo)  

Vol. 72/No. 39      6 de octubre de 2008

 
‘Nos quedaremos el tiempo necesario’
Cooperación médica cubana con Guinea Ecuatorial:
ejemplo internacionalista de una revolución socialista
(especial)
 
A continuación publicamos el tercero de tres artículos basados en un viaje de dos semanas a Guinea Ecuatorial realizado en julio y agosto por partidarios de la editorial Pathfinder, con sede en Nueva York. Los dos artículos anteriores, “Guinea Ecuatorial: cambios en relaciones económicas y sociales resaltan realidades para millones en Africa” y “Jóvenes médicos guineanos son clave para desarrollo de sistema de salud pública en Guinea Ecuatorial”, aparecieron en los números del Militante del 15 y 29 de septiembre.

POR MARTÍN KOPPEL
Y MARY-ALICE WATERS
 
BATA, Guinea Ecuatorial— “Hizo falta mucha voluntad y esfuerzo. Tuvimos que aprender a estudiar, a estudiar muchas horas. Pero hoy nos graduamos de médicos. Vamos a estar trabajando para mejorar la salud del pueblo guineano”, dijo Benjamín Ntutumu Mbá.

Sus palabras expresaron el sentido de orgullo y confianza de los 21 médicos que se graduaron el 5 de agosto de la facultad de medicina aquí. Están entre los 102 estudiantes de la clase de 2008 en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial (UNGE) que recibieron sus diplomas. Ahora están comenzando sus primeros empleos como médicos en hospitales y clínicas por todo el país.

La facultad de medicina en Bata, con una dirección y plantilla de médicos cubanos durante casi una década, comenzó en 2000 como parte de un programa de cooperación médica entre los gobiernos de Guinea Ecuatorial y Cuba. Cuba se comprometió a enviar brigadas de médicos, enfermeros y técnicos de laboratorio —hoy suman 160— para trabajar en hospitales y centros de salud por todo este país de Africa Central. La facultad de medicina está formando a cientos de médicos y enfermeros guineanos cuyo objetivo es de sustituir progresivamente al personal cubano que actualmente brinda casi toda la atención primaria de salud.

La formación de médicos guineanos, comprometidos a mejorar las condiciones de salud en su país, no es un logro insignificante en uno de los países menos industrializados de Africa al sur del Sahara. Guinea Ecuatorial comparte con el resto de la región un legado de siglos de dominación colonial e imperialista. Al igual que en muchas partes de Africa Central, el paludismo (malaria) es endémico, la tifoidea, la tuberculosis, los parásitos intestinales y la tripanosomiasis (enfermedad del sueño) son muy corrientes, y la incidencia de infección del VIH/SIDA, aunque menor que en otras partes de la región, está en ascenso.

La crisis de salud heredada por los guineanos se ve magnificada por las propias operaciones del sistema capitalista mundial. Atraídos por el aliciente de salarios mucho más altos, mejores condiciones de vida y promesas de promoción de la “carrera”, una proporción importante del personal médico emigra a países imperialistas desde Africa y otras partes del mundo semicolonial. El director del servicio de salud pública en Ghana, por ejemplo, informó en 2005 que el país había perdido un 30 por ciento de los médicos que se habían formados allí; estos se habían mudado a Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá o Australia. Unos 5 300 médicos de Africa subsahariana estaban practicando en Estados Unidos, según un informe emitido en 2004 por la institución Recursos Humanos para la Salud.

La formación que brinda el programa médico dirigido por los cubanos, al igual que la propia Revolución Cubana, les infunde a los estudiantes una perspectiva de clase diferente. En vez de promover el “avance” personal, fomenta la solidaridad de clase y la atención médica como derecho humano. Busca inculcar la voluntad de ofrecer servicios médicos a los trabajadores y agricultores en zonas rurales aisladas y pueblos pequeños donde dichos servicios antes eran inaccesibles e inasequibles.

El programa de la facultad de medicina se organiza en estrecha colaboración con la facultad de medicina Ernesto Che Guevara en Pinar del Río, Cuba. Cuando se inició el programa, un grupo de estudiantes guineanos estudiaba cinco años en Pinar del Río y el sexto bajo la supervisión de la facultad de medicina en Bata. Simultáneamente, otro grupo estudiaba cinco años en Guinea Ecuatorial y se pasaba el último año en Pinar del Río.

Actualmente todos los estudiantes cursan sus estudios aquí y completan su sexto año en Cuba, informó el doctor Tebelio Concepción, decano de la facultad de medicina en Bata. Concepción, un estomatólogo que anteriormente enseñaba en la facultad Ernesto Che Guevara, señaló que desde la fundación del centro docente en Bata, su decano siempre ha provenido de Pinar del Río, como parte del compromiso de esa universidad con el programa de cooperación.

En el curso de 2007-2008, 170 estudiantes guineanos estaban matriculados en la faculta de medicina de Bata, entre ellos 23 en un programa de enfermería de cinco años. Más de la mitad de los estudiantes —89— son mujeres, un dato que se recibió con entusiasmo y orgullo cuando lo anunció María Jesús Nkara, directora de asuntos académicos de la UNGE.

Con la graduación del 5 de agosto, 122 estudiantes de medicina guineanos han recibido sus títulos aquí desde 2006.  
 
Alto grado de retención
“La gran mayoría de los estudiantes de medicina completan el curso”, nos dijo Concepción. Esto contrasta con muchas otras facultades universitarias en Guinea Ecuatorial, donde por diversos motivos un gran porcentaje de los estudiantes abandonan el programa durante el primero o segundo año.

La clave de este logro, dijo Concepción, es la atención individualizada que recibe cada alumno al transformar sus hábitos de estudio y trabajo. Los profesores cubanos ofrecen consulta docente (tutoría) a todos los estudiantes que necesiten ayuda. Para que esta ayuda sea más eficaz, “los profesores, agrupados en colectivos de año, se reúnen cada mes para analizar el progreso de sus estudiantes y ver quién necesita atención especial”, dijo. Los estudiantes escogen un representante que participa en estas reuniones y ayuda a exponer los problemas que requieren atención y de los cuales los profesores a veces no tenían conocimiento.

Por ejemplo, un alumno puede que viva en un barrio sin electricidad y no pueda estudiar en casa de noche. “O a veces el estudiante cuya lengua materna es el fang tiene un conocimiento más limitado del español y le cuesta entender a un profesor cubano que habla muy rápido”. Diversos dialectos del fang son los principales idiomas que se hablan en la región africana que incluye Guinea Ecuatorial.

“Esta atención individualizada ha sido fundamental para darnos un alto grado de retención”, anotó el doctor Juan Carlos Méndez, jefe de la brigada médica cubana aquí, quien antes dirigía el ministerio de salud pública en la provincia cubana de Ciego de Avila.

Los egresados de la facultad de medicina con los que hablamos dijeron que la ayuda y aliento que recibieron de sus maestros fue decisiva para que pudieran superar un sinnúmero de obstáculos y completar sus estudios. En muchos casos, dichos obstáculos están más allá de las experiencias y presuposiciones de los observadores, aún los más comprensivos, de países donde predominan las relaciones de clases definidas por la producción y el comercio capitalistas.

En Guinea Ecuatorial no existe una clase de pequeños productores agropecuarios terratenientes que cultiva excedentes para vender en el mercado a fin de saldar sus deudas y no perder su tierra. Hoy día apenas está empezando a surgir una clase obrera industrial. Estas realidades históricas significan que los hábitos de trabajo que el azote capitalista de la esclavitud de deudas le impone al campesinado, y que la competencia por empleos y la esclavitud asalariada le impone a la clase trabajadora, solo existen de forma embrionaria, si acaso, en muchas partes de Africa Central.

El doctor Florentino Abaga Ondó, un guineano que hoy día es director técnico (médico) del hospital en Mbini, un pueblo costero en el continente, es uno de los egresados de 2006 que estudió cinco años en Cuba y volvió aquí para el sexto. Lo que le resultó más difícil al iniciar sus estudios en Cuba, nos dijo, no fue la comida o las diferencias culturales, ni tampoco la lejanía de la familia y los amigos. Fue “aprender a trabajar, aprender a trabajar muy duro. Eso es lo que significa estudiar realmente”. Además sentía las presiones de ser uno de los pocos estudiantes africanos en su clase en la Escuela Latinoamericana de Medicina, dijo: sentía que tenía que demostrar que no iba a fracasar como pensaban algunos de sus compañeros de aula. Triunfó, y esto lo atribuyó en gran parte al apoyo y ánimo que recibió de sus profesores.

“Lo más difícil en mi primer año fue adaptarme a los métodos de estudio”, dijo Tecla Mangue Mitogo, una de las egresadas del 5 de agosto. “Tuvimos que acostumbrarnos a leer y estudiar como mínimo cinco horas diariamente.

“Los profesores cubanos nos ayudaron muchísimo: nos enseñaron a estudiar y trabajar”.  
 
Programa de extensión
En la actualidad, decenas de médicos guineanos trabajan en centros de salud por todo el país, junto a médicos, enfermeras y técnicos cubanos. En cada hospital público que visitamos, el director médico, frecuentemente menor de 30 años de edad, era un egresado de la facultad de medicina de Bata. Nos dijeron que ahora es así en todo el país.

A partir de este año se está dando un nuevo paso importante. Se está ofreciendo el programa médico completo en otras cinco ciudades para jóvenes que de otra forma no podrían superar las barreras de vivir y estudiar en Bata, sea por limitaciones económicas o de vivienda, responsabilidades familiares o la razón que sea.

El doctor Méndez informó que 13 estudiantes están matriculados en el programa hasta el momento: 2 en Ebebiyin, 3 en Mongomo, 1 en Mbini, 5 en Malabo y 2 en Luba. El año próximo se proyecta extender el programa a nuevos pueblos, y aumentar el número de estudiantes en cada uno.

Durante una visita a diversos pueblos en la región continental, conocimos a varios de estos estudiantes y a sus profesores. Estábamos acompañando al rector de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, Carlos Nse Nsuga, y a un grupo de profesores y administradores en un recorrido de los centros de extensión universitaria en Ebebiyin, Mongomo y Mbini. El personal universitario estaba evaluando los primeros meses del nuevo programa.

Médicos cubanos que trabajan en estos distritos imparten las asignaturas médicas. Muchos de ellos cuentan con una amplia experiencia docente en Cuba así como muchos años de práctica médica. En Kogo, por ejemplo, la enfermera recién llegada de Cuba, con más de 30 años de experiencia, había sido jefa de la administración de enfermería para toda La Habana.

En Mongomo tres estudiantes están matriculados en el programa de extensión, que empezó en mayo con un curso preparatorio de tres meses. La doctora Luisa Gómez, una de los médicos cubanos que dirigen el programa allá, nos dijo que los cursos preliminares incluyen química, biología, introducción a la medicina y computación. Empezando su formación práctica desde el inicio, todos los días los alumnos acompañan a los médicos por la mañana cuando estos hacen sus visitas y atienden a pacientes en la clínica del hospital. Las clases se imparten por la tarde, cuando los profesores ya ha terminado sus consultas en el hospital.

José Fernando Monsuy, un estudiante de 24 años en Mongomo, dijo que ya había aprendido mucho al ir a la comunidad con los médicos cubanos para promover higiene básica y salud preventiva entre los residentes.

El rector universitario Nse Nsuga instó a los estudiantes para que hablaran no solo de los avances que estaban haciendo sino de los problemas que enfrentan. “Si no hablan de sus problemas, no podemos encararlos juntos”, dijo.

Los estudiantes describieron diversos obstáculos prácticos. Su nueva aula todavía está siendo construida, como parte de la renovación del hospital. Entretanto, dos computadoras, que utilizan para estudiar sus asignaturas en DVD, están instaladas temporalmente en la modesta residencia del personal médico cubano. Solo pueden usar estas computadoras después de las 6:00 p.m. cuando hay corriente eléctrica por la tarde. (Para leer más sobre los retos de la electrificación, ver los dos artículos anteriores).

Los estudiantes señalaron otros problemas también. Faltan libros de texto. La sala que sirve de biblioteca para la escuela frecuentemente está cerrada durante las horas que podrían usarla. Después de un poco de discusión, el rector instó a los estudiantes a que hicieran una propuesta sobre las horas de la biblioteca y hablaran con los administradores del hospital para designar a una persona encargada de tener una llave de la biblioteca. Les dijo que se organizaran a fin de fotocopiar y compartir los materiales de lectura.

El director médico, el doctor Nicéforo Edjang, egresado guineano de la facultad en Bata, también respondió a los tres estudiantes. Sus quejas están fundamentadas, dijo. Pero el problema subyacente es que no están acostumbrados a la disciplina del estudio, que requiere trabajo.

“Tiene que adaptarse a lo que significa estudiar”, dijo Edjang. “Esa es vuestra dificultad principal. Todos los que estudiamos en la facultad de medicina enfrentamos los mismos retos que ustedes están enfrentando. De hecho, las condiciones que tuvimos en el primer años fueron aún más duras”, dijo Edjang. Por ejemplo, en ese primer año —según nos enteramos durante una visita anterior a Guinea Ecuatorial en 2005— no tuvieron libros de texto los primeros seis meses.

Los estudiantes acordaron aceptar las sugerencias del rector e iniciar las soluciones a los obstáculos que estaban planteando.

El personal médico en varias ciudades que visitamos señalaron que la capacitación de estudiantes en sus propios pueblos de origen —a diferencia de una ciudad lejana, ni hablar de otro país— fortalece su compromiso de trabajar en su propia comunidad. La formación de médicos que estén dispuestos a trabajar en las zonas que más necesitan atención médica es una piedra angular de la preparación médica que reciben.

Por ejemplo, en Kogo, un pueblo aislado en el extremo sudoccidental del país, el pequeño hospital ya cuenta con un médico guineano que también es el director: un logro importante. Sin embargo, él se crió en otra región.

“Necesitamos formar a más médicos que son de aquí y que se van a quedar aquí”, nos dijo el doctor Hilario Nguema. Se nota la diferencia cuando se cuenta con médicos que se criaron en esa comunidad y son conocidos. En la zona de Kogo, ayudaría mucho tener personal que hable ndowe, la lengua materna de mucha gente en la región costera.

Méndez dijo que los estudiantes que se forman en su pueblo de origen “conocen su propia comunidad y están comprometidos con la comunidad.” Dijo que al ver lo que personas como ellos han logrado hacer, se acelera el proceso de captar a más estudiantes y formar a más médicos. Y refuerza el sistema de salud pública, especialmente en las zonas que han tenido poco acceso al personal médico capacitado.  
 
‘Nos quedaremos el tiempo necesario’
Al concluir nuestro recorrido de dos semanas, Méndez y Concepción nos dedicaron tiempo de su cargado horario de trabajo con las brigadas médicas que están apostadas por todo el país y con la escuela en Bata para decirnos un poco más sobre el trabajo que realizan los voluntarios cubanos.

La cooperación médica entre los gobiernos de Cuba y Guinea Ecuatorial, destacaron, busca formar a médicos y enfermeros guineanos que se dedicarán a transformar la salud pública en su país. Es el principio que orienta todas las misiones médicas cubanas en todos los países adonde se les invita a trabajar, apuntaron.

Para lograr ese objetivo, dijo Méndez, “estamos comprometidos a quedarnos el tiempo que sea necesario”.

Dicha colaboración médica es una expresión de la trayectoria internacionalista proletaria que ha caracterizado a la revolución socialista cubana por medio siglo.

En 1963 las primeras brigadas médicas cubanas se ofrecieron a ir a Africa como voluntarios. Fueron a Argelia, recién independizada, menos de un año después de que el Frente de Liberación Nacional de Argelia hubiera derrotado al régimen colonial francés tras una guerra larga y recia.

Ese mismo año, actuando con la misma solidaridad, Cuba respondió a la petición del gobierno de trabajadores y campesinos en Argelia de enviar armas y combatientes voluntarios para ayudar a frenar un ataque por el gobierno marroquí apoyado por el imperialismo. A través de las décadas, internacionalistas cubanos han combatido junto a fuerzas antiimperialistas por toda Africa —desde el Congo hasta Guinea-Bissau y Angola— así como en América Latina.

El hecho que decenas de miles de trabajadores médicos están brindando servicios de salud hoy día en zonas de difícil acceso por todo el mundo es una de las expresiones más notables del carácter socialista de la revolución que llevaron a cabo los trabajadores y agricultores cubanos, derrocando las relaciones capitalistas de propiedad y transformando la conciencia de millones de personas. Ningún otro país del mundo es capaz de hacer algo remotamente parecido, y ningún otro gobierno aspira a hacerlo.

Como explicó y demostró con su propio ejemplo el dirigente revolucionario cubano Ernesto Che Guevara, médico de profesión, “Para ser un médico revolucionario, primero hay que hacer una revolución”.

En Cuba, no solo la atención médica —una mercancía costosa en el capitalismo— es gratuita y accesible a todos como derecho fundamental, sino que los que llegan a ser trabajadores médicos se forman con ese espíritu.

En el año 2008, más de 36 mil médicos, dentistas, enfermeros y técnicos médicos cubanos están trabajando como voluntarios en 81 países, según el ministerio de salud pública de Cuba. Entre ellos hay 1 500 médicos en 35 países africanos. Médicos cubanos son responsables de facultades de medicina no solo en Guinea Ecuatorial sino en Gambia, Guinea-Bissau y Eritrea.

La brigada médica cubana ha estado en Guinea Ecuatorial desde 2000 en el marco del Programa Integral de Salud para Centroamérica, el Caribe, Africa y Asia, nos dijo Méndez. El gobierno cubano había lanzado esa iniciativa dos años antes en respuesta a los estragos causados por el huracán Mitch en Centroamérica. “Enviamos brigadas médicas de urgencia a la región azotada por el ciclón”, dijo y a partir de entonces se extendió el programa a otras partes del mundo.

Hoy día los 160 médicos, enfermeras y técnicos de laboratorio que integran la brigada cubana en Guinea Ecuatorial trabajan en 18 de los 21 distritos del país: 57 en la isla de Bioko y 103 en el continente. Aparte de aquellos que tienen responsabilidades directivas especiales, quines a veces cumplen un plazo más largo, los miembros de la brigada por lo general trabajan aquí por dos años, con un mes de vacaciones al final del primer año.

“Los médicos cubanos van a todos los rincones del país, hasta los más distantes”, nos dijo el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, en una entrevista el 7 de agosto. “Se ve la disciplina y la moral de esos médicos”.

“Los gastos de subsistencia de los trabajadores médicos cubanos los sufraga el gobierno de Guinea Ecuatorial. “Les damos un estipendio, viviendas, transporte y otras necesidades”.

Además del estipendio mínimo —el mismo que recibe todo el personal, independientemente de sus cualificaciones— el gobierno de Cuba les paga a los voluntarios médicos cubanos sus salarios mensuales normales en pesos cubanos, entregando esa suma directamente a su familia en Cuba o depositándolo en una cuenta bancaria donde se lo reservan hasta su regreso. Los trabajadores médicos que han completado misiones internacionalistas reciben 50 dólares por mes en divisas convertibles por el resto de su vida laboral además de su salario en pesos cubanos.  
 
Conquistas de la Revolución Cubana
En una discusión que se dio una tarde con un grupo de más de 30 miembros de la brigada médica cubana, varios integrantes hablaron de cómo les ha impactado profundamente la experiencia de trabajar en Guinea Ecuatorial.

Algunos habían cumplido misiones anteriormente en Angola, Iraq, Sahara Occidental, Etiopía u otros países; una voluntaria cumplía su cuarta misión internacionalista. Sin embargo, para la mayoría era la primera vez que trabajaban y vivían fuera de Cuba. Aunque entre ellos hay una gran diversidad de edades y experiencia de trabajo, la mayoría tiene más de 40 años o un poco más de 50.

“Aquí encontramos una realidad que nunca habíamos conocido en Cuba”, dijo la doctora Laura Cobo. “Hemos visto enfermedades prevenibles de las cuales antes solo habíamos leído en libros. Hemos visto a niños que mueren de paludismo o que mueren de hambre”. Algunos de los médicos señalaron que muchas de las enfermedades que actualmente son corrientes en Guinea Ecuatorial también habían asolado al pueblo trabajador de Cuba antes de que la revolución socialista triunfara a principios de los años 60 y empezara a transformar las relaciones sociales. Sin embargo, aún los de más edad en la brigada son demasiado jóvenes como para haber conocido directamente esas condiciones capitalistas.

En Guinea Ecuatorial, dijo Cobo, el personal médico cubano frecuentemente trata a pacientes con poliomielitis. “En nuestro país hace años que no vemos un caso de polio. En Cuba los niños reciben 13 vacunas en el primer año”.

Una de las experiencias más duras aquí, nos dijeron varios médicos, era de ver a niños con paludismo u otra enfermedad curable que morían porque los traían al hospital demasiado tarde para ser tratados.

Al mismo tiempo, agregó el doctor William Pérez, “hay casos de niños en estado crítico que, a pesar de nuestros escasos recursos, logramos llevarlos a curación. Eso nos da una tremenda satisfacción”.

El doctor Rubén Romero nos dijo que él ha impartido clases en Bata por dos años. “Esta facultad de medicina es un gran avance. Ahora vemos la tercera graduación médica”, dijo. “Podemos empezar a ver los frutos de nuestro trabajo”.

Cobo dijo que lo que más le ha costado es acostumbrarse a que “la atención médica aquí está mercantilizada”. En Cuba se ofrece atención médica gratuita y de buena calidad a todos. Pero aquí “los pacientes tienen que pagar por todo: desde los medicamentos hasta las operaciones urgentes. Y si no pueden pagar, nosotros no debemos atenderlos”.

Algunos médicos dijeron que eso les resulta tan difícil que a veces se olvidan de decirles a los pacientes que tienen que pagar.

“Esta experiencia nos está preparando para trabajar mejor para la Revolución Cubana”, dijo Cobo. “Cuando regresemos a casa, podremos usar estas experiencias —con todas las carencias materiales que tenemos en Cuba— para explicar los logros de la revolución”, explicar lo que significa una revolución socialista.

Las condiciones que describen los médicos cubanos son las realidades que enfrentan millones de personas en Africa y otras partes del mundo semicolonial. Lo que más satisfacción les da, dicen, es la oportunidad de participar en el proceso de cambiar esta realidad.

Brian Taylor y Omari Musa contribuyeron a este artículo.
 
 
Artículos relacionados:
Líder cubano habla ante mitin en Nueva York
Gobierno cubano moviliza población tras huracanes
Datos sobre nación centroafricana  
 
 
Portada (este número) | Página inicial | Página inicial en versión de texto