Vol. 72/No. 39 6 de octubre de 2008
Según informó el gobierno cubano, los ciclones los más asoladores de la historia del país han causado daños por un valor de por lo menos 5 mil millones de dólares a nivel nacional. Esto incluye 444 mil viviendas dañadas y 63 mil destruidas; 150 torres de transmisión y 4 500 postes eléctricos derribados en el occidente, la región más afectada; todas líneas de alta tensión derribadas en la Isla de la Juventud, que fue asolada por ambos huracanes al igual que la provincia de Pinar del Río; y las cosechas del tabaco, café, arroz, frijol, boniato y plátano mayormente perdidas.
Washington tuvo el descaro de ofrecerle a Cuba inicialmente una suma insultante de 100 mil dólares en ayuda si Cuba permitía que un equipo de expertos norteamericanos hiciera su propia evaluación de los daños. Cuando el gobierno cubano rechazó esa miseria, la Casa Blanca aumentó su oferta a 5 millones de dólares y anunció que no necesitaba enviar expertos para determinar los daños porque ya tenía la información. El gobierno de Cuba también rechazó esa oferta.
Si en vez de cinco millones fuesen mil millones, se encontrarían la misma respuesta, escribió el dirigente cubano Fidel Castro el 17 de septiembre. Es obvio que el gobierno de ese poderoso país no puede comprender que la dignidad de un pueblo no tiene precio.
Un artículo de primera plana en el diario Juventud Rebelde presentó la posición del gobierno cubano.
Si el gobierno de Estados Unidos verdaderamente quiere ayudar a Cuba, afirmó, debe autorizar, al menos durante seis meses, la compra a empresas norteamericanas de materiales indispensables para la construcción, así como otorgar los créditos normales en las operaciones comerciales. Una verdadera muestra de solidaridad sería el levantamiento definitivo del bloqueo impuesto a Cuba desde hace 50 años.
Washington ha mantenido un embargo económico contra Cuba desde 1960 para castigar al pueblo trabajador de ese país por hacer una revolución que nacionalizó las industrias incluidas las de capitalistas norteamericanos y entregó tierra a los campesinos. Washington les prohíbe a las empresas estadounidenses vender o comerciar con Cuba en la mayoría de los casos. En 2001 Washington hizo una excepción para ciertos comestibles pero exige que Cuba pague al contado.
Un ejemplo de lo que significa una revolución socialista al enfrentar desastres naturales es el número de muertes que se produjeron durante los huracanes Gustav y Ike. En Haití murieron más de 500 personas en el curso de tres huracanes. En Estados Unidos la cifra alcanzó por lo menos 84. Pero en Cuba, gracias a las movilizaciones de las organizaciones de masas, incluyendo la defensa civil, no murió ni una persona durante el huracán Gustav y solo murieron siete durante Ike.
Mas de tres millones de cubanos fueron evacuados a lugares más seguros, la mayoría albergados con vecinos y familiares.
Se están creando 70 brigadas con la capacidad par construir cada una 100 viviendas al año, dos por cada uno de los municipios más afectados. Aún hace falta importar el equipo de construcción para estas brigadas.
En respuesta a los huracanes, el gobierno de Cuba adelantó un programa para la entrega en usufructo de tierras a los que quieran trabajarlas. El 17 de septiembre, menos de una semana después que Ike azotara Cuba, 5 515 personas presentaron solicitudes para el cultivo o la cría de animales en tierras estatales ociosas.
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