Vol. 72/No. 51 29 de diciembre de 2008
Aunque no se han hecho compromisos específicos más allá de enero, David Petraeus, jefe del Comando Central norteamericano, ha dicho que las fuerzas armadas norteamericanas tienen planes para aumentar el número de sus tropas en unos 20 mil.
Actualmente hay alrededor de 60 mil tropas extranjeras de 41 países en Afganistán. De estas unas 31 mil son norteamericanas, dos tercios de las cuales combaten bajo mando de la OTAN, y el resto bajo mando directo de Washington.
Comandantes norteamericanos han enfatizado que el aumento de tropas tiene poco en común con el aumento de 36 mil tropas en Iraq el año pasado, que ha sido apodado la oleada.
El aumento en fuerzas internacionales que se necesita aquí tendrá que sostenerse por un tiempo extendido, hasta que logremos que las fuerzas de seguridad afganas estén a la cabeza, dijo en la estación de radio National Public Radio el 5 de diciembre el general David McKiernan, comandante de las fuerzas internacionales y de Washington en Afganistán. Así que no se trata de una oleada pasajera; es un aumento de seguridad más sostenido.
En un comentario editorial publicado en el New York Times el mes pasado, el ex secretario de defensa estadounidense Donald Rumsfeld describió las diferencias en las condiciones en Iraq cuando Washington llevó a cabo la oleada y las que existen hoy en día en Afganistán. En Iraq, explicó Rumsfeld, el aumento de tropas coincidió con varios otros factores claves que empezaron a desarrollarse a finales de 2006, ninguno de los cuales existe en Afganistán.
La base de apoyo de al-Qaeda en regiones suníes en Iraq empezó a desintegrarse a finales del verano de 2006, dijo Rumsfeld. En la medida que fuerzas que habían estado aliadas con al-Qaeda eran víctimas de los asesinatos, robos y extorsiones de este grupo, decidieron que era mejor para ellos unirse a la lucha en su contra. Las fuerzas militares norteamericanas no han forjado alianzas semejantes en las zonas mayoritariamente pashtun en la frontera entre Afganistán y Pakistán donde el Talibán tiene sus bases.
En Iraq, las fuerzas militares norteamericanas habían matado a los altos dirigentes de al-Qaeda y los del antiguo régimen baazista que habían continuado combatiendo contra las fuerzas norteamericanas. El clérigo chiíta Muqtada al-Sadr se vio obligado a reducir su milicia, el Ejército Mahdi, en la medida en que el ejército y la policía iraquíes, que alcanzaron la cifra de 320 mil para diciembre de 2006, adquirieron experiencia de combate.
En comparación, explicó Rumsfeld, Afganistán es 80 mil millas cuadradas más grande que Iraq, mientras que sus fuerzas militares y policíacas son menos de un 25 por ciento que las de Iraq.
De hecho su guerra se extiende mucho más allá de las fronteras de Afganistán penetrando dentro de Pakistán donde el gobierno históricamente ha apoyado y financiado a fuerzas islamistas, incluyendo el Talibán, utilizándolas para extender su influencia política en la región.
La política de Islamabad de apoyar a combatientes islamistas también había servido los intereses del imperialismo norteamericano que apoyó las fuerzas de los Mujahedin en Afganistán en contra de la Unión Soviética en los años 80 hasta que los gobernantes norteamericanos empezaron a considerar que el establecimiento de un gobierno talibán como resultado de tal curso sería un problema.
Después de la invasión norteamericana de Afganistán en 2001, el gobierno paquistaní cambió su posición y se puso en contra de los elementos del Talibán y otros grupos islamistas en su territorio.
La CIA ha continuado sus ataques en Pakistán con misiles lanzados desde sus aviones teledirigidos.
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