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Un semanario socialista publicado en defensa de los intereses del pueblo trabajador
Vol. 73/No. 26      13 de julio de 2009

 

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(artículo principal)
Golpe militar derroca
presidente hondureño
Trabajadores resisten represión
 
 
Reuters/Oswaldo Rivas. Derecha: Militante/Brian Williams
Soldados hondureños durante golpe de estado del 28 de junio. Derecha: Marcha frente a la ONU en Nueva York contra el golpe.

POR SETH GALINSKY  
El presidente hondureño Manuel Zelaya fue destituido por los militares el 28 de junio. Zelaya es uno de varios presidentes electos en América Latina en los últimos años que han prometido reformas sociales ante una situación en que las presiones de la creciente crisis económica capitalista recaen sobre el pueblo trabajador.

Tropas del ejército se llevaron a Zelaya a punta de fusil en las horas tempranas de la mañana y lo obligaron a subirse a un avión con destino a Costa Rica. El golpe de estado se produjo unas horas antes de que se celebrara una consulta sobre la posibilidad de convocar una asamblea constituyente que podría permitir la reelección presidencial.

El Congreso de Honduras votó a favor de sustituir a Zelaya con Roberto Micheletti, dueño de una gran empresa transportista y ex aliado de Zelaya. La Corte Suprema de Honduras ratificó el golpe.

Hasta la fecha ningún gobierno ha reconocido al régimen golpista.

Los militares no han logrado suprimir las protestas contra el golpe, a pesar de haber impuesto un toque de queda nocturno y haber apagado la electricidad en gran parte de Tegucigalpa, la capital.

Tres mil manifestantes bloquearon las entradas al Palacio Presidencial el 29 de junio pero fueron dispersados por soldados y policías que disparaban balas de goma y usaban tanques que los rociaban con gases lacrimógenos. Entre los manifestantes había muchos trabajadores, taxistas, campesinos e indígenas, informó la Prensa Asociada. También se han efectuado protestas contra el golpe en otras partes del país.

Partidarios del golpe se manifestaron el 30 de junio en Tegucigalpa y San Pedro Sula.

El presidente norteamericano dijo estar “profundamente preocupado”. Altos funcionarios norteamericanos negaron acusaciones de que Washington había alentado el golpe. Un alto funcionario de la administración dijo que Washington había estado en contacto cercano con funcionarios estatales y militares hondureños que se oponen a Zelaya, pero que los militares honduras interrumpieron las conversaciones poco antes del golpe.

Washington ha tenido fuertes vínculos con la cúpula de las fuerzas armadas hondureñas. Actualmente hay 600 tropas estadounidenses apostadas en una base aérea unas 50 millas al noroeste de Tegucigalpa.

Las enormes agroempresas norteamericanas Chiquita y Dole controlan una buena parte del mercado de exportación de productos agropecuarios del país.

Zelaya, un ranchero adinerado, asumió la presidencia en enero de 2006. Por muchos años ha sido político del Partido Liberal, uno de los dos principales partidos burgueses en Honduras. Hizo campaña en torno a la consigna “Urge el cambio” y prometió que, si ganaba, él y sus ministros tomarían el bus para ir al trabajo.  
 
Medidas no agradan a capitalistas
En octubre de 2007 Zelaya visitó a Cuba, la primera visita oficial que realiza a ese país un presidente hondureño en 46 años.

En agosto de 2008 logró que Honduras se incorporara a la Alternativa Bolivariana de Honduras, una alianza económica impulsada por el presidente venezolano Hugo Chávez cuyo propósito es contrarrestar el poder económico norteamericano en la región y especialmente los tratados de comercio que favorecen a Washington.

Una medida que provocó la ira de los empresarios fue un aumento del 60 por ciento del salario mínimo a principios del año.

En marzo Zelaya propuso una consulta para pedirles a los electores que apoyaran la convocatoria a una asamblea cuyo fin sería redactar una nueva constitución, incluidos cambios que le permitirían postularse para un segundo mandato.

El 24 de junio Zelaya despidió al general Romeo Vásquez Velásquez, jefe de las fuerzas armadas, cuando éste rehusó garantizar la consulta. Luego, la Corte Suprema revocó el despido.

El 26 de junio Zelaya encabezó una marcha de miles de sus partidarios hasta una base aérea donde se guardaban las papeletas, y se las llevó al palacio presidencial para guardarlas.

Durante el golpe, la canciller Patricia Rodas les pidió protección a las embajadas de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Cuando los embajadores llegaron a su casa, irrumpieron una docena o más de soldados encapuchados. Los tres embajadores agarraron a Rodas para que no se la pudieran llevar. Los matones lograron separar a los embajadores de Nicaragua y de Venezuela, pero no pudieron desprender al embajador cubano Juan Carlos Hernández.

Los soldados echaron a Rodas y Hernández en una camioneta y se encaminaron a la base aérea, donde finalmente pudieron separarlos. Más tarde a Rodas la montaron a un avión rumbo a México.  
 
Cuba condena golpe
El presidente cubano Raúl Castro condenó rotundamente el golpe. Es hora de “desenmascarar a aquellos que condenan, pero después aplauden por debajo de la mesa, como ha sucedido tantas veces en nuestra historia común”, dijo, en clara alusión a Washington. “No puede haber negociación alguna con los golpistas, ni condicionamiento o exigencia de ningún tipo al gobierno legítimo del presidente Zelaya”.

El 30 de junio Zelaya se dirigió a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. La asamblea aprobó por aclamación una resolución que llamaba a la restitución de Zelaya. La resolución fue auspiciada por los gobiernos de Bolivia, Cuba, Ecuador, Venezuela, México, Estados Unidos y otros más.

Después de la votación en la ONU, Zelaya anunció que regresaría a Honduras el 4 de julio para completar los últimos seis meses de su mandato.

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