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Vol. 73/No. 36      21 de septiembre de 2009

 
Asalto de OTAN mata
a decenas en Afganistán
Gobernantes EE.UU. debaten guerra
(artículo principal)
 
POR SETH GALINSKY  
Según oficiales afganos, un ataque aéreo en Afganistán realizado por las fuerzas de la OTAN dirigidas por Washington el 4 de septiembre, dejó a unas 90 personas muertas. La escalada de la guerra y un número creciente de bajas norteamericanas también están provocando un debate cada vez más agudo tanto entre liberales como entre conservadores y tanto en el partido Demócrata como en el Republicano.

El ataque aéreo tuvo lugar poco después de las disputadas elecciones que minaron aún más la credibilidad del gobierno del Presidente Hamid Karzai, el cual cuenta con el apoyo de Washington.

El bombardeo, ordenado por tropas alemanas, golpeó a dos camiones cisterna cargados de combustible que según ellos habían sido capturados por el Taliban y se habían estancado en un río. Oficiales militares norteamericanos y de la OTAN especularon que el Taliban había forzado a civiles a descargar el combustible, reportó el New York Times. Aldeanos que sobrevivieron dijeron que fueron al sitio para conseguir combustible gratuito.

Las diferencias sobre la guerra que están apareciendo entre políticos capitalistas y en los medios de comunicación no reflejan un desacuerdo sobre si Washington debió haber invadido o si se deberían retirar. El desacuerdo es sobre que curso deberían de seguir para defender mejor los intereses del imperialismo norteamericano. ¿Cuántas tropas? ¿Qué estrategia militar? ¿Podrán transformar el ejército afgano en una fuerza cohesiva que defienda los intereses de Washington? ¿Podrán conformar un régimen capitalista estable en Afganistán? ¿Qué hacer en Pakistán?

El debate ha incrementado mientras el Presidente Barack Obama decide cuántas tropas adicionales enviará a Afganistán por encima de las 21 mil tropas adicionales que envió después de asumir su puesto. Según informes noticieros, se anticipa que McChrystal le presentará a Obama tres opciones: enviar entre 10 mil y 15 mil tropas, enviar 25 mil, o enviar entre nueve y diez brigadas de combate con un total de hasta 45 mil tropas.

McChrystal también está implementando un cambio de estrategia alejándose del enfoque en combates terrestres contra las fuerzas del Taliban afuera de las ciudades, enfocándose en su lugar en mantener control de áreas más pobladas y combinar esto con proyectos de desarrollo económico. Esta estrategía la han denominado “eliminar, mantener y construir”. en un artículo del 1 de septiembre, controversial entre sus compañeros conservadores, George Will se pronunció en contra de la nueva estrategia y del envío de más tropas.

“La teoría de la contrainsurgencia, en cuanto a la duración y la proporción de fuerzas requeridas para proteger a la población, indica que, al nivel nacional, Afganistán necesitaría centenares de miles de tropas de la coalición, tal vez por una década o más”, escribió Will. “Eso es inconcebible”.  
 
‘No nos queda más que intentar’
Otros conservadores le respondieron a Will. En un artículo titulado “En Afganistán, no nos queda más remedio que intentar”, Michael Gerson, ex escritor de discursos para George W. Bush, criticó lo que él denominó “el inicio de una rebelión ideológica-generalizada contra la participación militar americana en Afganistán”.

Gerson dijo que aunque no hay garantías de que Washington resulte triunfante, “No es una estrategia seria exagerar los obstáculos americanos en Afganistán”.

El Wall Street Journal, en una editorial del 3 de septiembre, dijo, “Si Washington se retirara, el Taliban pronto controlaría por lo menos el sur y el este del país. Probablemente Kandahar caería también… .

“Ya estamos por ver”, continuaron los editores del Wall Street Journal, “si nuestro actual Comandante en Jefe tiene la firmeza de su predecesor para resistir un pánico estilo Washington”.

Desencanto entre los Demócratas, escribió el 3 de septiembre la reportera del New York Times Helene Cooper, deja a Obama “en la posición incómoda de depender del apoyo del Partido Republicano, y no de su propio partido”.

Uno de los más prominentes Demócratas liberales que se oponen al envío de más tropas es el Senador Russell Feingold. El dijo que Obama debe de empezar a discutir un “horario flexible” para reducir el número de tropas estadounidenses en Afganistán. El senador argumentó que la política afgana de Washington estaba empujando a más “extremistas” hacia Pakistán.

Según el New York Times, el vicepresidente Joseph Biden es uno de los funcionarios de la administración de Obama de alto rango que tiene dudas sobre el envío de más tropas. El cree que Pakistán es más importante que Afganistán, dijo el periódico.

Se espera que Richard Holbrooke, representante especial para Afganistán y Pakistán, y la Secretaria de Estado Hillary Clinton, apoyen un aumento en el número de las tropas, reportó el Times.  
 
Falta de confianza en el curso
El debate entre políticos capitalistas de ambos partidos refleja una falta de confianza entre los gobernantes norteamericanos sobre su habilidad de poder forjar un régimen estable en Afganistán, que se ubica estratégicamente entre Pakistán e Irán y no muy lejos de India y Rusia.

David Ignatius, escritor del Washington Post quien es considerado “parte del equipo” de Washington, describió lo que representa este dilema para la clase dominante.

Dijo que hay “poca evidencia” de que la doctrina de contrainsurgencia de Washington tendrá éxito en un país tan grande y empobrecido como Afganistán.

“Aún en Iraq, los éxitos atribuidos a la contrainsurgencia resultaron tanto de sobornar a los dirigentes tribales y asesinar a los insurgentes como de fomentar proyectos de desarrollo y construir confianza”, escribió Ignatius.

Afganistán “puede ser una de esa situaciones donde lo mejor es tanto disparar como discutir”, dijo, “una estrategia basada en la idea de que podemos fortalecer a nuestros amigos y manchar de sangre a nuestros enemigos lo suficiente para que, tarde o temprano, podamos llegar a un acuerdo”.
 
 
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