Vol. 74/No. 2 18 de enero de 2010
POR ANA MARGARITA GONZALEZ
Y RAFAEL HOJAS MARTINEZ
Sería absurdo pensar que en Cuba no existen problemas raciales, estereotipos negativos, discriminación y racismo, como lastres, aunque no solo como eso, sino como algo que la sociedad todavía es capaz de reproducir en su imperfección.
La reciente declaración, promovida por algunos afroamericanos en supuesto apoyo a la lucha por los derechos civiles en nuestro país, los manipula, los magnifica, queriendo hacer ver que en la Isla la problemática racial es similar a la de cualquier país en este hemisferio, cosa que no es cierta.
Este es el criterio del doctor Esteban Morales, politólogo y ensayista, firmante del mensaje que los intelectuales cubanos transmitieron a sus colegas afro norteamericanos, en el cual reflexionan sobre la verdad del controvertido tema.
La debilidad fundamental de esa declaración es que monta la crítica en los mismos pilares que históricamente lo ha hecho el gobierno de Estados Unidos, planteando que aquí existe una dictadura totalitaria, que somos un país sin derechos humanos, no democrático para los negros y responsabilizando al gobierno y al liderazgo político de los problemas.
La política humanitaria de la Revolución ha ayudado a superar esa traba. No existe racismo institucional. Es un fenómeno arrastrado y reproducido durante un tiempo relativamente largo en que descuidamos su atención. Lo proclamamos idealistamente resuelto en 1962, lo que hizo fue ocultarse, y reemergió en medio de la crisis económica.
En contra de lo que ellos plantean, es el propio Fidel Castro, quien en marzo de 1959, en varios discursos, reconoció la existencia del racismo y la discriminación, y la necesidad de resolverlos, al considerarlos como una lacra social.
El mismo retomó el discurso en el periodo especial*, en los congresos de la UNEAC y en las reuniones de pedagogía, y sus planteamientos son muy actuales.
¿Por qué persisten esas manifestaciones?
El profesor Morales acepta que hemos cometido errores. El primero: idealizar que junto a la política de la Revolución, el racismo se iría en disolvencia lenta como otras lacras que heredamos.
Cuba es posiblemente el país que más ha avanzado en su erradicación, sobre todo de la desigualdad y la injusticia que trae aparejado, pero 50 años de revolución, por muy radical que esta haya podido ser, no son suficientes para terminar con un problema de 450 de colonialismo.
Contra esa deformación tenemos que seguir luchando todos los cubanos, en el plano de la educación, la cultura, la divulgación; hacer conciencia de que el problema existe y es necesario solucionarlo.
No se puede hablar de una cultura general integral si eso no se resuelve, pero la realidad de Cuba es bien lejana, por ejemplo, a la de Estados Unidos, que es la sociedad más racista que el universo haya conocido, a pesar de haber elegido a un presidente negro.
En nuestro país tenemos muchas deficiencias en la enseñanza de la historia. El multicolor no llega a los libros como debe, la cuestión racial no se menciona ni explica, la casi ausente enseñanza de áfrica, de Asia, Medio Oriente, limita mucho a los muchachos para salir de la escuela con un sentido profundo de qué cosa son las raíces de la cultura cubana. Las dificultades están siendo debatidas en Comisiones Nacionales creadas al efecto.
El segundo error fue no tomar en cuenta la variable color de la piel, índice de diferenciación social, que marca los puntos de partida de los grupos raciales que formaron el país.
Los españoles vinieron por propia voluntad, los negros fueron traídos en los barcos negreros, pescados en las costas occidentales de Africa o vendidos por sus propias tribus; a estos les tocó la esclavitud, que en este lado del mundo tomó color, porque en la clásica, el esclavo podía ser rubio de ojos azules; aquí era la del indio y la del negro. De la mezcla de estos y otros surgió el color cubano.
Hoy caminas por las calles de La Habana y te das cuenta de qué cosa estoy diciendo; a pesar de que en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología hay cantidad de jóvenes negros, en nuestros barrios encuentras a mucha gente marginal, que no logra asumir o alcanzar las ventajas que la Revolución ha proporcionado.
Y no lo hacen porque los puntos de partida han sido diferentes; eso se observa en una serie de parámetros de la vida cotidiana: vivienda, calidad del empleo, protagonismo institucional, acceso a cargos públicos y empresariales y, sobre todo, en la llamada nueva economía.
El nivel de democracia y derechos civiles a los que hemos llegado es el mismo para todos los grupos raciales, el grado en que debemos perfeccionarlos, es para todos; unos los aprovechan mejor que otros porque están en superiores condiciones para hacerlo.
La problemática racial en nuestro país no es económica simplemente, tiene de todo, y políticamente el tema debe estar en la agenda de las organizaciones y ser debatido.
Entonces, ¿otro ataque a la Revolución?
Retomando la declaración de los citados afro norteamericanos, el profesor Esteban Morales afirmó categóricamente que esta gente se agarra de esas dificultades para atacar a la Revolución; sin embargo, Cuba es el único país del mundo en el cual los negros y mestizos tienen como aliados al Estado y al gobierno, y si no hubiera habido una revolución, los negros la hubiéramos tenido que hacer para llegar al nivel que no pocos hemos alcanzado.
Estoy convencido de que algunos de los suscriptores de esa declaración no saben lo que firmaron, fueron objeto de la manipulación, incluso una persona pidió que quitaran su nombre porque sencillamente se dio cuenta de los elementos distorsionadores de ese proceso, que tratan de tergiversar la realidad, de introducirse en el debate interno y convertirlo en un discurso disidente.
La ayuda que Cuba da a las naciones africanas ¿prueba que la Revolución cubana no es racista?
Es una evidencia, como es una demostración que los médicos, maestros y técnicos cubanosblancos y negrosllegan a los lugares más recónditos del mundo para ayudar a los necesitados, pero eso es una evidencia práctica, hacen falta las teóricas, porque al mismo tiempo que hacemos eso, no tratamos el problema racial de manera abierta, contundente y profunda como es necesario hacerlo internamente.
Eso es una contradicción, parecería una demagogia. Tratábamos bien el tema afuera, somos amigos de los negros, de los indígenas y de los vilipendiados del mundo, pero aquí existía un ambiente de cierta represión social, donde incluso por hablar del tema podían acusar a uno de racista y divisionista; pensábamos que no hacía falta, que no había que discutirlo, que se iba a resolver dentro del propio devenir de una política profundamente humanista. Está demostrado que aún cuando termina el capitalismo, el racismo queda en la conciencia, en las instituciones, en el modo de vida de las personas.
Hay expertos que aseguran que esa declaración puede afectar al gobierno de Obama, ¿qué opina usted?
No podemos saber exactamente qué efectos va a causar. Obama siempre ha querido apartarse de la cuestión racial, incluso no se podía presentar como un negro a la candidatura presidencial; trató de soslayarlo y lo logró.
Pero Obama ha vuelto a despertar los condicionamientos y las críticas a Cuba y esta declaración va en ese sentido. El documento suscrito por esta gente está siendo bastante desprestigiado, por el solo hecho de que al nuestro se sumen firmas, mientras al de ellos se les restan.
En Estados Unidos hay mucha sensibilidad hacia ese problema.
En ciertos momentos se hizo énfasis en las cuotas de negros para lograr representatividad en el seno de nuestras organizaciones. ¿Eso es una demostración de racismo?
Fue un intento fallido, error en la forma en que creímos que se podía resolver la representatividad, pero el problema es más complejo.
Tenemos muchas personas que siendo negras no se asumen como tal.
Existe el fenómeno del blanqueamiento, y si usted siendo negro no se proclama como lo que es, está en una posición demagógica, poco ética. En la cultura cubana es fundamental lograr que la gente se asuma y sea lo que es. El desafío está en formar una conciencia, en la cual no estén el prejuicio racial, el estereotipo y el racismo.
Hay que crear todas las condiciones para educar a las niñas y los niños en ese proceso, hay que ir haciendo otras en el plano de la cultura, el empoderamiento y de la igualdad económica. Entre usted y yo puede existir igualdad económica y no igualdad social, puede existir igualdad legal y no igualdad social. La igualdad social es algo mucho más complejo.
No tiene un significado absoluto que todos nazcamos en un mismo hospital, que vayamos a los mismos centros de recreos, a las mismas escuelas. Eso desde el punto de vista social es más profundo, un fenómeno que se traslada de generación en generación, que implica tener conciencia de que la igualdad es el proyecto, la diferencia es aquello con que chocamos todos los días.
La igualdad social es un sistema integrado en el cual el individuo tiene que jugar con su identidad. Yo soy cubano, intelectual, militante del Partido y negro, esa es mi identidad. Todo mezclado.
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