Vol. 76/No. 1 2 de enero de 2012
El desempleo de largo plazo no ha estado tan elevado por tanto tiempo en ningún momento en los últimos 60 años. El promedio de la duración de desempleo es de 40.9 semanas. Eso es solo un poco menos que el promedio más alto de la historia de 41 semanas en septiembre de este año.
Oficialmente, 13.3 millones están sin empleo, una taza del 8.6 por ciento. No incluidos en estas cifras están 8.5 millones de personas que solo pueden encontrar trabajo a medio tiempo y 2.6 millones denominadas “marginalmente ligadas” a la fuerza laboral, por que, según los burócratas del gobierno, no han buscado empleo durante las últimas cuatro semanas. Si se incluyen estas personas, la taza de personas sin empleo a tiempo completo es de casi 20 por ciento, según el Departamento del Trabajo.
Una medida más objetiva es el porcentaje de la población que sí tiene empleo. Entre enero de 2008 y enero de 2010 esta cifra bajó de 62.9 por ciento a 58.5 por ciento, la caída más grande y más precipitada desde 1948, cuando se comenzaron a compilar estas cifras. Hoy en día permanece en 58.5 por ciento. No ha sido tan baja desde el principio de los años 80, cuando el porcentaje de mujeres que trabajaba era 10 por ciento menos de lo que es hoy.
Menos de la mitad de los que oficialmente están desempleados reciben compensación del gobierno. En los estados más afectados, el congreso ha extendido los beneficios de desempleo por hasta 99 semanas. En otros estados varía de 60 a 93 semanas. Dado que los presupuestos gubernamentales están cada vez en más aprietos —y que su prioridad son los pagos de los intereses a los tenedores de bonos del gobierno— la extensión de los beneficios de desempleo se ha convertido cada vez más en un blanco de los políticos. Si el congreso no reanuda los beneficios de desempleo al final del año, hasta 2.2 millones de personas podrían perderlos para febrero.
Las cifras de “productividad” laboral del Departamento del Trabajo —un cálculo del promedio de la producción que se exprime de cada trabajador— muestra la otra cara de la misma moneda. La productividad alcanzó una taza anual de 2.3 por ciento durante el tercer trimestre de 2011. El mayor crecimiento fue en la manufactura, particularmente el sector de bienes duraderos en donde aumentó en un 9.5 por ciento. A la vez, el ingreso real, que toma en cuenta la inflación, bajó en un 2.3 por ciento durante el último año, la caída más grande desde que se empezaron a registrar estas estadísticas en 1948.
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