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Vol. 77/No. 14      15 de abril de 2013

 
Turquía: Tregua marca apertura
para kurdos y obreros en la región
(portada)
 
POR LOUIS MARTIN  
Un acuerdo que pone fin al conflicto militar que ha existido por décadas entre el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y el gobierno turco registra avances para el pueblo kurdo y una apertura política para los trabajadores de la región.

Los kurdos son una nacionalidad oprimida de unos 25 a 30 millones de personas en el oriente de Turquía, el noroeste de Irán y el norte de Siria e Iraq. Casi la mitad viven en Turquía, donde enfrentan los niveles más altos de analfabetismo y pobreza en el país.

El 21 de marzo, después de meses de negociaciones con el gobierno turco del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, el dirigente del PKK Abdullah Ocalan, el cual se encuentra en prisión, emitió un llamado a un cese de fuego y la retirada de todos los combatientes del suelo turco.

En 1984 el PKK, un partido político de origen maoísta, inició una lucha armada contra el gobierno turco, lo cual desató una ola de represión brutal contra la población kurda. Decenas de miles de personas murieron en las décadas subsiguientes.

En 1999 Ocalan fue capturado y encarcelado por el gobierno turco, el cual, hasta ahora había rechazado ofertas de negociar con el PKK. Una gran parte del PKK se replegó hacia el norte de Iraq después de que Washington derrocó al gobierno iraquí de Saddam Hussein en 2003. El fin del reinado de terror genocida de Hussein contra los kurdos, la fundación del semiautónomo Gobierno Regional del Kurdistán en el norte de Iraq, y las nuevas oportunidades para la lucha kurda fueron algunas de las consecuencias imprevistas de la guerra norteamericana.

El llamado al cese al fuego de Ocalan se dio a conocer en un mitin de cientos de miles de kurdos en el pueblo de Diyarbakir en el sur de Turquía.

“Permitan que se callen las armas, permitan que hablen las ideas”, dice la declaración. “Esto no quiere decir que abandonaremos la lucha. Significa que iniciamos una nueva fase”.

El partido gobernante de Erdogan, el Partido de Justicia y Desarrollo, comenzó en 2009 a aflojar algunas de sus restricciones severas contra el uso de nombres y el idioma kurdo como parte de lo que su gobierno llamó una “apertura democrática”, cuya meta era establecer más estabilidad política en la región kurda y poner fin al prolongado conflicto armado que cada vez más perjudicaba los intereses de los gobernantes turcos.

Los kurdos tienen una larga historia de lucha a favor del establecimiento de su propio país —Kurdistán. Conquistados por los imperios despóticos del pasado, la lucha kurda por la autodeterminación fue suprimida por los imperialistas británicos y franceses que dominaron la región, y los sucesivos regímenes dentro de las fronteras creadas por los poderíos imperialistas.

Según informes, las negociaciones entre Ocalan y el gobierno de Erdogan empezaron en serio el noviembre pasado, después de que Ocalan puso fin a una huelga de hambre de 67 días de cientos de presos kurdos.

Aunque el PKK ha abandonado su llamado inicial a independizarse de Turquía, sigue exigiendo un nivel de autonomía para los kurdos y derechos nacionales —incluyendo un gobierno local, derechos de idioma y educación en kurdo, el desarrollo de áreas kurdas y la libertad para miles de presos políticos kurdos.

El Times reportó el 21 de marzo que “el partido gobernante y las fuerzas pro-kurdas en el parlamento están discutiendo una nueva constitución que pueda cumplir la antigua demanda de los kurdos a que se les reconozca su nacionalidad a la vez que mantienen la ciudadanía turca”.

La perspectiva de poner fin a tres décadas de sangrienta guerra con la población kurda es un reflejo de las preocupaciones más amplias de los gobernantes turcos en la región.

La frontera que Turquía comparte con la aguerrida Siria se encuentra en terreno kurdo. “Ankara sabe que un afiliado del PKK ha establecido una presencia fuerte en las tierras fronterizas con Siria”, informó el Times el 19 de marzo.

El artículo informó que Ankara ha estado negociando con el Gobierno Regional de Kurdistán “un acuerdo de gran alcance en el cual las empresas que son propiedades gubernamentales pudieran controlar participaciones lucrativas en los campos petroleros y de gas en la región, a pesar de las enfurecidas protestas de Bagdad y las advertencias de Washington”. Según el periódico, cerca de una de cada dos empresas extranjeras en el norte de Iraq es de propiedad turca.  
 
 
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