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Vol. 77/No. 15      22 de abril de 2013

 
No a los ataques contra el derecho
de la mujer al aborto
(especial, comentario)
 
POR LOUIS MARTIN  
La aprobación reciente de leyes que aumentan las restricciones al aborto en los estados de Dakota del Norte y Arkansas representan el último ataque a la embestida contra los derechos de la mujer que durante varias décadas lleva produciéndose en este país —un frente clave de la ofensiva de la clase dominante contra la clase trabajadora.

El fallo de la Corte Suprema en 1973 conocido como Roe vs. Wade sobre los derechos al aborto fue una victoria sumamente importante para la mujer en este país y para todo el pueblo trabajador.

Sin el derecho de decidir cuándo tener hijos, la mujer no puede participar como igual en la vida económica, social y política. Y sin la lucha por la emancipación de la mujer, es imposible que los trabajadores logren la solidaridad que necesitan para montar una resistencia eficaz contra los patrones y llevar a cabo una exitosa lucha revolucionaria para arrancarles el poder político.

El fallo del tribunal reflejó los cambios en actitudes entre hombres y mujeres y el creciente rechazo al estatus de segunda clase de la mujer.

Durante y después de la Segunda Guerra Mundial, millones de mujeres fueron parte de la fuerza de trabajo. Los avances científicos permitieron, por primera vez, la existencia de anticonceptivos y procedimientos médicos como el aborto, seguros y eficaces.

En las décadas de 1950 y 1960, el derrocamiento de la segregación racial conocida como Jim Crow en el sur de Estados Unidos, por la poderosa batalla de la clase obrera a favor de los derechos de los negros y las masivas protestas contra la guerra de Washington en Vietnam, tuvieron un impacto social profundo y abrieron el paso a un movimiento creciente a favor de los derechos de la mujer.

Enmienda por Igualdad de Derechos

Unos años antes del fallo Roe vs. Wade, las organizaciones pro-derechos de la mujer, algunos sindicatos y otros grupos empezaron a hacer una campaña a favor de la adopción de la Enmienda por la Igualdad de Derechos (ERA), una enmienda a la constitución de Estados Unidos que decía, “Estados Unidos o ningún estado pueden negar la igualdad de derechos bajo la ley por motivo del sexo”.

Inicialmente, el amplio apoyo público hacia la enmienda presionó a los políticos republicanos y demócratas a que respaldaran la propuesta. Para 1973, treinta legislaturas estatales habían ratificado la ERA, de las 38 necesarias para que la enmienda llegara a convertirse en ley.

Poco después del fallo Roe vs. Wade, políticos de ambos partidos capitalistas empezaron a tratar de frenar los logros alcanzados, culminando en la adopción en 1976 de la enmienda Hyde, que eliminó los fondos de Medicaid para financiar los abortos.

Empezó a surgir un frente bipartidario contra la aprobación de la ERA. Al final, la ERA fue derrotada, al faltar tres de los estados necesarios para que fuera ratificada antes de la fecha limite del 30 de junio de 1982.

Los ataques contra el derecho al aborto en las décadas recientes se han enfocado principalmente en cambiar las leyes estatales, severamente restringiendo el acceso al aborto. En su mayoría no ha habido respuesta a estos ataques. Hoy en día el 97 por ciento de los condados fuera de las áreas metropolitanas carecen de clínicas que realicen abortos. Sin embargo, la mayoría del pueblo trabajador sigue apoyando el derecho de la mujer a elegir el aborto, independientemente de la opinión que tengan sobre el procedimiento.

Los ataques contra el derecho al aborto son el frente principal de la lucha contra la mujer hoy, y forman parte del asalto en general contra la clase trabajadora.

Bajo el impacto de la caída en la economía capitalista, que empezó en los años 70 y que se ha acelerado desde 2008, la clase dominante ha buscado imponer el peso máximo de esta crisis en las familias individuales de la clase trabajadora —sobre todo las mujeres— haciéndolos responsables del cuidado de los niños, los ancianos y los enfermos. De esto se trataron los recortes que el presidente Bill Clinton hizo en 1996 al programa de ayuda a familias con niños dependientes.

A la vez, los comentaristas liberales y las figuras políticas meritocráticas como el presidente Barack Obama han proclamado como un gran paso hacia adelante para los valores sociales progresistas la consideración por la Corte Suprema de dos casos relacionados al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Es útil recordar algunos puntos. La Corte Suprema esta retrasada en apreciar los cambios en actitudes dentro del pueblo trabajador respecto a esta forma de prejuicio e intolerancia que la clase capitalista utiliza para dividir a la clase trabajadora.

Estos cambios están parcialmente enraizados en las simpatías que el pueblo trabajador desarrolló durante la epidemia del SIDA que arrasó Estados Unidos, afectando principalmente a los hombres homosexuales, a las personas que usaban drogas intravenosas, y a los hemofílicos.

Las crecientes protestas de grupos a favor de los derechos de los homosexuales y otros ayudaron a enfocar la atención sobre cómo a consecuencia de las leyes discriminatorias sobre el matrimonio las víctimas del SIDA no pudieron usar el seguro médicos de sus parejas y prohibieron su participación en el tratamiento de sus compañeros.

Lo que nos concierne a los trabajadores es deshacernos de leyes que permiten al estado capitalista interferir en nuestra vida personal. La cuestión central es la igualdad de protección legal y la lucha contra toda forma de intolerancia.

Cualquier avance legal de los homosexuales bajo el capitalismo se encuentra en terreno inseguro, especialmente en el marco de la profundización de los ataques a los derechos de la mujer.

El movimiento en defensa de los derechos de los homosexuales emergió al final de la década de los años 60 en Estados Unidos bajo el impacto del creciente movimiento por los derechos de la mujer y quedó firmemente ligado a este.

Una creciente cuestión internacional

El derecho a elegir el aborto y otros derechos de la mujer son cuestiones de creciente importancia para los trabajadores por todo el mundo.

A medida que crece la clase trabajadora en el mundo semi-colonial, desde Indonesia hasta Bangladesh, millones de mujeres se involucran en la fuerza de trabajo, como sus hermanas en Europa y América del Norte lo hicieron antes. Esto ha resultado en luchas entrelazadas por los derechos de los trabajadores, de la mujer y por el derecho al aborto.

Hoy en día los patrones en unos 70 países prohíben el aborto en su totalidad o lo restringen a circunstancias necesarias para salvar la vida de la mujer. Pero la historia se mueve en contra de los que quieren mantenerlo así.  
 
 
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