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Vol. 78/No. 15      21 de abril de 2014

 
Avaricia de madereras
causa muertes en Washington
(portada)
 
POR DOUG NELSON  
La total deforestación de secciones importantes de la meseta sobre la ladera del condado de Snohomish, cerca de Oso, en el estado de Washington, por parte de los magnates de la madera crearon una trampa mortal en las riberas del río Stillaguamish.

A las 10:37 de la mañana del 22 de marzo, una comunidad entera fue arrasada en cuestión de minutos, quedando sepultada por hasta 70 pies de lodo y escombros. Para el 2 de abril se habían confirmado 28 muertos y 20 desaparecidos.

Análisis científicos realizados en las últimas décadas habían insistido que la tala de árboles resultaría en que la ladera se saturara con agua creando el peligro de que hubieran deslizamientos de tierra. Pero, los dueños de la compañía Grandy Lake Forest creyeron que valía la pena el riesgo dadas las posibilidades de sacar muchas ganancias. Los funcionarios gubernamentales, por su parte, trataron de encontrar un “balance” entre el afán de lucro de los patrones madereros y la posibilidad de un desastre fatal.

Grandy Lake Forest no solo taló más allá de los límites establecidos por el Departamento de Recursos Naturales, sino que los limites establecidos por los funcionarios del DRN fueron más allá de los establecidos por los científicos.

Una hoja informativa del DRN publicada en la página web de la agencia después del desastre, enfatizaba que un análisis de la zona hecho por el Departamento de Ecología en 1997 “llenaba o superaba todos los requisitos actuales sobre los límites de tala”.

Lo que la hoja no dice, y el Seattle Times descubrió, es que en el 2004 el DRN aprobó la tala de todos los árboles en un área de siete acres y medio, cinco de los cuales estaban dentro del perímetro designado bajo protección en el estudio de 1997. Luego, Grandy Lake Forest, que originalmente había solicitado permiso para talar 15 acres, deforestó aproximadamente un acre más de lo aprobado por el DRN.

En cuanto al análisis de 1997, uno de los ingenieros citados en el artículo del 30 de marzo del Times da una imagen de la presión bajo la cual fue elaborado:

Paul Kennard, un geólogo que estaba trabajando con las tribus Tulalip durante el análisis de la cuenca hecho en 1997, dijo que se acuerda de un representante de Grandy Lake que defendió “muy elocuentemente y con fuerza” que se protegieran los intereses madereros de la compañía.

“Todo tenía que discutirse hasta el último punto si tenía que ver con dejar una sola raja de madera”, dijo Kennard. … Las tribus veían que el sistema favorecía fuertemente a las compañías madereras.

“Es David y Goliat, pero sin la honda”, dijo Kennard.

Un informe de 1999 presentado al Cuerpo de Ingenieros del Ejército advirtió “el potencial de un gran error catastrófico”. Pero mientras los geólogos y otros científicos hacían estas advertencias, los funcionarios del gobierno aprobaban permisos de construcción. Y las personas que estaban viviendo bajo peligro nunca fueron informadas.

Los funcionarios del condado de Snohomish “sabían que esta montaña era inestable y dejaron que la gente construyera allí”, dijo a Prensa Asociada Robin Youngblood, uno de los pocos sobrevivientes. “Esto no debería haber ocurrido”.

“Ochenta por ciento de la gente que vive en el área lucha para sobrevivir, trabajadores y gente pobre”, dijo al Militante Daree Damm, un trabajador de servicios alimenticios y artista que vive en Arlington, a 20 millas al suroeste del desastre.

Las pruebas de la inestabilidad del área incluyen informes de advertencia y un largo historial de deslizamientos menores durante décadas: en 1949, 1951, 1967, 1988 y 2006.

Sin embargo John Pennnington, director de la agencia de Gestión de Emergencias del Condado de Snohomish, dijo que “se consideraba muy seguro”, en una rueda de prensa dos días después de la catástrofe. “Fue un desmoronamiento completamente imprevisto. Salió de la nada”.

Clay Dennison contribuyó a este artículo desde Arlington, Washington.  
 
 
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