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Vol. 78/No. 41      17 de noviembre de 2014

 
Bangladesh: Luchan por unión,
contra despidos
(reportaje directo)

POR EMMA JOHNSON
Y MARTÍN KOPPEL

DACCA, Bangladesh—“¡Unámonos! ¡ Unámonos! ¡Trabajadores del mundo, Unámonos!” Esa consigna resonó a lo largo de la calle Tophana cuando más de 400 trabajadores de la costura marcharon por el centro comercial de esta ciudad el 28 de octubre.

Los trabajadores, afiliados a la Federación Nacional de Trabajadores de la Costura (NGWF), exigían que los dueños de la Ha-Meem Sportswear reabrieran la fábrica de ropa deportiva, la cual fue cerrada dos semanas antes en un intento de romper su sindicato.

Hace varios meses los trabajadores en la Ha-Meem, situada en la zona industrial Tejgaon en Dacca, decidieron organizar un sindicato para luchar contra los bajos salarios, el abuso de los patrones y las condiciones de trabajo inseguras. Cuando el acoso, la violencia física y los despidos de militantes sindicales no lograron intimidar a los trabajadores, los parones cerraron la fábrica sin previo aviso.

“Este es un cierre ilegal”, dijo Amirul Haque Amin, el presidente de la NGWF, dirigiéndose a los manifestantes. “Hemos presentado quejas al Ministerio de Trabajo, al Ministerio de Comercio, y a los dueños para exigir que tomen las medidas necesarias para reabrir la fábrica. Pero permanecen callados”.

Los sindicalistas marcharon hacia el Ministerio de Trabajo. Fueron bloqueados por las barricadas de alambre de púas montadas por la policía. Una delegación de siete personas, encabezada por la secretaria general de la NGWF, Safia Parvin, entregó una declaración a los funcionarios del ministerio, en la que exigían la reapertura inmediata de la fábrica.

Los dirigentes sindicales invitaron después a los reporteros del Militante a la sede del sindicato para tener un intercambio con una decena de trabajadores de Ha-Meem. Nos contaron su historia, pero nos pidieron no usar sus nombres y fotos para evitar ser puestos en la lista negra de los patrones. Por lo menos a siete trabajadores que fueron despedidos por Ha-Meem se les han negados trabajos en otras fábricas de ropa.

“Antes, no sabíamos qué derechos teníamos y qué beneficios nos correspondían”, dijo Robi, de 26 años quien opera una máquina de coser. “Pero vimos las noticias sobre otros trabajadores que habían ganado sus beneficios con la organización de un sindicato, así que decidimos que eso era lo que necesitamos. Después que nos organizamos, la compañía comenzó a pagar los beneficios. Pero después de seis meses comenzaron a acosarnos y amenazarnos cada vez más, diciendo que perderíamos nuestros trabajos si no abandonábamos al sindicato”. A pesar de las amenazas de la compañía, más trabajadores se unieron al sindicato.

Los trabajadores dijeron que los patrones los estafan rutinariamente al no pagar las horas extras. “Fuimos a la oficina de Recursos Humanos y les dijimos que nos habían estafado en el pago”, dijo Joba, otra operadora. “Dos supervisores nos dieron bofetadas y nos patearon. Nos quejamos con el dueño. Entonces ellos organizaron una reunión entre los trabajadores y la gerencia, pero trajeron matones a la reunión para intimidarnos”.

Luego los dueños llamaron a la policía, y 12 trabajadores fueron arrestados bajo cargos falsos de “incitar a la violencia”. Estuvieron presos hasta que la NGWF los sacó bajo fianza el día siguiente.

La mañana siguiente, el 13 de octubre, los trabajadores empezaron a trabajar como de costumbre. A las 2:30 p.m. los patrones llamaron a la policía y los desalojaron de la planta. Ha permanecido cerrada desde entonces.

“Los patrones tienen periódicos y estaciones de televisión”, dijo Robi. “Son miembros del parlamento, controlan el gobierno”. Colgada en una pared en la sede nacional del sindicato hay una lista de 500 quejas por despidos ilegales que siguen pendientes ante el tribunal laboral.

El grupo Ha-Meem bangladesí, es propietario de 25 fábricas de ropa y cinco lavanderías industriales, un molino de tela de mezclilla, una fábrica de pulóvers, un periódico, y un canal de televisión. Exportan ropa para marcas internacionales como la Gap, Wal-Mart, J.C. Penney y H&M.

Los trabajadores en esta planta fueron parte de los cientos de miles que participaron en una serie de huelgas y protestas en 2013 que obligaron al gobierno a aumentar el salario mínimo en un 77 por ciento.

“Durante los últimos 22 meses, se han inscrito casi 200 sindicatos de la confección”, dijo al Militante Kalpona Akter, director ejecutivo del Centro Bangladesí para la Solidaridad Obrera, el 29 de octubre. “Anteriormente, uno o dos eran inscritos por año. Este aumento fue la respuesta de los trabajadores a Tazreen y a la Plaza Rana”.

En noviembre de 2012 más de 110 trabajadores murieron en un incendio en la empresa Tazreen Fashion en Dacca. Apenas unos meses después, en abril de 2013, 1 127 obreros de la costura en el complejo de fábricas de la Plaza Rana perecieron en el altar de las ganancias cuando se derrumbó un edificio mal construido de ocho pisos. En respuesta, cientos de miles de trabajadores se lanzaron a las calles para protestar contra las condiciones de trabajo peligrosas.

“Estas luchas abrieron el espacio para que los trabajadores planteen muchas cuestiones”, dijo Akter. “Pudimos ganar un aumento en el salario mínimo y exigir lugares de trabajo más seguros y derechos sindicales ”.  
 
 
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