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Vol. 79/No. 18      18 de mayo de 2015

 
(especial)
55 años de guerra económica
de EEUU contra Cuba

Se abre nuevo capítulo en la lucha para
defender la soberanía, revolución socialista

 
POR SETH GALINSKY  
Barack Obama en Washington y Raúl Castro en La Habana anunciaron simultáneamente el 17 de diciembre de 2014 que sus gobiernos buscarían restablecer relaciones diplomáticas. Esto ha abierto un nuevo capítulo en la lucha que se ha librado por décadas para defender la soberanía de Cuba y su revolución socialista.

“Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto”, dijo el presidente cubano Raúl Castro. “El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar”.

El embargo contra Cuba, que Washington ha mantenido por 55 años, y el cual aún sigue vigente, no tiene paralelo en la historia.

Cuando el dictador Fulgencio Batista, que contaba con el respaldo de Washington, huyó del país el 1 de enero de 1959 ante un levantamiento popular dirigido por el Movimiento 26 de Julio y el Ejército Rebelde, Washington esperaba que esto solo fuera un cambio de rostros en el gobierno, y que pronto las cosas regresarían a lo mismo de siempre.

Sin embargo, Fidel Castro, sus compañeros revolucionarios y los trabajadores y campesinos de Cuba estaban completamente decididos a cambiar las relaciones sociales de arriba a abajo y a defender la soberanía de Cuba.

Antes de 1959, el 60 por ciento de los granos, el 37 por ciento de los vegetales, el 84 por ciento del aceite comestible y el 80 por ciento de la fruta enlatada consumidos en Cuba eran importados, en su gran parte de Estados Unidos. El principal producto de Cuba era el azúcar, que constituía el 80 por ciento de las exportaciones a Estados Unidos.

En el momento de la revolución el 75 por ciento de toda la tierra cultivada pertenecía al 8 por ciento de los propietarios de tierra. Alrededor de 700 mil campesinos no poseían ninguna tierra. Los 500 mil trabajadores del azúcar de Cuba tenían trabajo solamente durante los cuatro meses de la cosecha y apenas sobrevivían durante los ocho meses de “tiempo muerto”.

Pero esto solo ilustra parte de la historia. Siendo famoso por su tabaco, Cuba importaba cigarrillos de Estados Unidos; exportaba azúcar pero importaba caramelos; los tomates cultivados en Cuba eran enviados a Estados Unidos para ser procesados y regresaban como pasta de tomate, puré y salsa, para el lucro del capital norteamericano.

En mayo de 1959, se aprobó la primera ley de reforma agraria, con la que se expropiaron las grandes plantaciones, se eliminó el sistema de arrendamientos e hipotecas que aplastaba al campesino y se concedió tierra a quienes la trabajaban.

Los capitalistas de Cuba, preocupados por el rumbo que estaban tomando las cosas, comenzaron a sabotear la producción. A mediados de 1959, Washington comenzó a respaldar a los contrarrevolucionarios armados que operaban en la isla.

Washington inicia guerra económica

Washington instruyó a las tres compañías que controlaban la importación, el refinamiento y la distribución del petróleo en Cuba —la Esso y Texaco de Estados Unidos y la británica-holandesa Shell— a que recortaran su producción, causando escasez de combustible.

Cuando la Unión Soviética acordó vender petróleo a Cuba a precios favorables, las tres compañías se negaron a refinarlo. El 28 de junio de 1960, el gobierno revolucionario intervino la refinería de Texaco en Santiago de Cuba y tres días más tarde la de la Esso y Shell.

Una semana después, el presidente Dwight Eisenhower canceló la cuota de exportaciones de azúcar de Cuba a Estados Unidos, la primera medida abierta de guerra económica contra la revolución.

El 6 de agosto de 1960 Fidel Castro anunció la expropiación de 26 empresas norteamericanas. Cuando Castro leía el nombre de cada empresa en un mitin masivo, la multitud gritaba “Se llamaba”.

La administración de Eisenhower impuso oficialmente un amplio embargo comercial el 19 de octubre, que prohibía todas las exportaciones a Cuba excepto alimentos, medicinas y suministros médicos.

El Militante hizo campaña para divulgar la verdad sobre la revolución, las movilizaciones masivas y la respuesta asesina de Washington. El candidato para presidente de Estados Unidos del Partido Socialista de los Trabajadores, Farrell Dobbs, exigió el retiro de las tropas norteamericanas de la base naval en la Bahía de Guantánamo e instó a los trabajadores a que fueran a Cuba para que vieran la revolución por sí mismos.

En abril de ese año, 1 500 mercenarios armados, entrenados y desplegados por Washington invadieron a Cuba por Bahía de Cochinos. En menos de 72 horas fueron derrotados por las milicias revolucionarias, la policía y las fuerzas armadas cubanas. En la víspera de esa invasión, Fidel Castro había declarado el carácter socialista de la revolución.

A fines de 1961, el embargo estaba causando estragos en la economía de la isla: el 25 por ciento de los autobuses no funcionaban, la mitad de los vagones de trenes estaban fuera de servicio y casi el 75 por ciento de los tractores Caterpillar estaban averiados debido a la falta de repuestos. De 1962 a 1963, el comercio con Estados Unidos y otros países capitalistas cayó en un 60 por ciento. Muchas fábricas quedaron paralizadas.

En febrero de 1962, el presidente John F. Kennedy expandió el embargo. El 12 de febrero de 1962, el Militante señaló que las nuevas medidas recortaban “el poco comercio que quedaba”.

Sin posibilidades de intercambio con Estados Unidos, La Habana viró hacia la Unión Soviética, la cual ignoró el embargo y llegó a ser el principal socio comercial de Cuba.

Cuando el régimen estalinista en la Unión Soviética se colapsó a comienzos de la década de 1990, Cuba perdió más del 80 por ciento de su comercio casi de la noche a la mañana, a veces los cubanos lo llaman “el segundo bloqueo”. Durante la siguiente década Washington apretó aun más el embargo, incluso imponiendo sanciones a otros países que se atrevieran a mantener comercio con Cuba. Su objetivo era poner de rodillas al pueblo cubano.

El embargo norteamericano ha continuado como política de estado bajo las 11 administraciones estadounidenses, demócratas y republicanas por igual, incluida la de Obama. El gobierno cubano estima que a precios corrientes, durante todos estos años, el bloqueo ha causado daños por más de 116.8 mil millones de dólares.

Washington cambia su táctica

Mientras que el brutal embargo de Washington ha hecho la vida más difícil para el pueblo trabajador cubano, los logros de los trabajadores y su espíritu internacionalista y de abnegación continúan inspirando la determinación de defender y avanzar su revolución. Y el embargo ha aislado a Washington, especialmente en Latinoamérica.

Así que la clase gobernante decidió cambiar de táctica, lanzando una nueva ofensiva en su continua campaña para derrocar la revolución.

Peggy Noonan, columnista del Wall Street Journal, reflejó las esperanzas de los gobernantes norteamericanos en su artículo del 18 de diciembre, en el que señala que el fin del embargo abrirá las puertas no solo a más “turistas y empresarios norteamericanos, diplomáticos norteamericanos, dinero norteamericano, maneras y tecnologías norteamericanas”, sino también la expansión de las empresas capitalistas en Cuba que socavarán la revolución.

Sin embargo, la determinación revolucionaria de los trabajadores y agricultores cubanos, y el calibre de su dirección revolucionaria —Fidel Castro, Raúl Castro, Che Guevara y muchos otros— han demostrado durante décadas que la defensa de sus conquistas son un obstáculo serio para las esperanzas de Washington.

La continuidad de esa dirección fue fortalecida por las experiencias de más de 425 mil voluntarios que lucharon contra las fuerzas del apartheid de Sudáfrica en defensa de la soberanía de Angola, que contribuyó a derrotar al régimen supremacista blanco. Y ha sido reforzado con el regreso de los Cinco Cubanos, revolucionarios que pasaron 16 años en prisiones en Estados Unidos, acusados falsamente por su labor para prevenir que grupos paramilitares lanzaran ataques contra la isla.

“En las condiciones actuales se presentan peligros por los que tenemos que estar alerta. Nos van a tratar de corromper, de comprar,” dijo René González, uno de los Cinco, a estudiantes en La Habana el 19 de febrero. “Van a tratar de crear una clase en Cuba, la clase que nosotros por suerte pudimos expulsar del país en 1959. La van a tratar de crear de nuevo aquí”, dijo. “Eso implica que va a haber una serie de tareas, y vamos a tener que asumirlas entre todos”.  
 
 
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