Vol. 79/No. 26 27 de julio de 2015
Tsipras, dirigente de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), pidió a cambio de aceptar los ataques contra las condiciones de vida y derechos de los trabajadores, que los acreedores imperialistas por lo menos cancelaran parte de la deuda de Atenas de 360 mil millones de dólares y que le faciliten ganar la aprobación del acuerdo.
Pero la canciller alemana Angela Merkel rechazó la solicitud, y de ese modo le envió un mensaje a los otros gobiernos capitalistas más débiles agobiados por la crisis, desde España a Portugal, Italia e Irlanda … y a sus antiguos aliados en Francia.
Los gobernantes capitalistas y sus medios de comunicación hablan sobre una “crisis de la deuda”. Pero las deudas impagables son uno de los resultados de la contracción mundial de producción y comercio capitalistas. Por casi dos décadas los patrones a nivel mundial no han hecho inversiones destinadas a expandir la producción y la capacidad productiva. En cambio, han puesto cantidades masivas de capital en activos, bonos, derivativos y otras formas de capital ficticio, hasta que las burbujas revientan. Cuando esto sucede, los gobernadores buscan exprimir más a la clase trabajadora, cuyo trabajo es la fuente de sus riquezas.
La crisis está haciendo trizas del mito de una Europa capitalista unificada, y está intensificando la competencia entre las potencias rivales. Los gobiernos capitalistas en Europa están unidos solamente en su determinación de obligar a la clase trabajadora a cargar con el peso de la crisis.
Dentro de la Unión Europea los capitalistas de cada país atacan los salarios y condiciones de vida de los trabajadores en sus países, y las clases gobernantes de los poderes más grandes, de los cuales Alemania es el más fuerte, buscan reforzar su dominación y profundizar la explotación de los trabajadores en los países más débiles. Eso es lo que se está desarrollando en Grecia.
‘Rescate’ un ataque a la clase obrera
Las demandas que Berlín está imponiendo sobre Grecia —a cambio de un “préstamo” adicional de 96 mil millones de dólares que simplemente serán para amortizar los préstamos previos— son aún más severas que las exigidas antes del referéndum.Los términos del llamado rescate incluyen: mayores recortes a las pensiones; aumentos de los impuestos sobre las ventas; recortes automáticos en los gastos públicos si los excedentes presupuestarios no cumplen con los objetivos; privatización del suministro de la energía eléctrica; debilitamiento de los derechos sindicales de negociación colectiva y la eliminación de los impedimentos a los despidos de trabajadores.
Bajo el acuerdo, Atenas debe privatizar alrededor de 55 mil millones de dólares en bienes del gobierno y colocar estos ingresos en un fondo supervisado por instituciones de la UE. Alrededor del 50 por ciento del fondo será dedicado a la “recapitalización” de los bancos griegos, es decir, a la protección de los depósitos de los tenedores de bonos; 25 por ciento es para el servicio de la deuda griega; y 25 por ciento es para “inversiones” no especificadas.
Las leyes actuales que protegen a los vendedores de pan y de leche de los competidores serían anuladas y las restricciones de trabajo los domingos serán eliminadas.
En un ataque a la soberanía griega, el acuerdo instruye al gobierno en Atenas a “consultar y acordar” con la UE sobre todos los proyectos de ley antes de hacerlos públicos, o presentarlos al parlamento.
La capitulación de Tsipras es consistente con el curso colaboracionista de clase mantenido por Syriza. Después de haber ganado la elección en enero bajo una supuesta plataforma en contra de la austeridad, el gobierno de Tsipras declaró su intención de “honrar sus obligaciones financieras a todos los acreedores”.
Tsipras usó el referéndum para decir que luchó lo más fuerte posible, pero que esto fue lo mejor que pudo obtener. En ausencia de una dirección proletaria de lucha de clases en Grecia, no es posible un resultado diferente.
El pueblo trabajador en Grecia ya ha pagado un precio alto por la crisis capitalista. Desde 2010 sus salarios y niveles han sido reducidos en previos acuerdos de “rescate”. Casi el 30 por ciento de los trabajadores públicos han sido cesanteados y las pensiones han sido recortadas en un 40 por ciento. En 2012 el salario mínimo fue recortado en un 22 por ciento. Para los menores de 25 años el recorte fue de un 32 por ciento.
Con una tasa de desempleo del 25.6 por ciento —muy por arriba de la taza del 10 por ciento en 2010 antes que fueran impuestas las demandas de recortes de gastos de la UE— actualmente es la más alta en la UE, y más alta que en Estados Unidos durante la Gran Depresión de los años 1930. Y para los jóvenes es de más del 50 por ciento.
La producción se ha desplomado. El Producto Interno Bruto per cápita en Grecia ha caído un 25 por ciento desde 2007.
Una editorial del New York Times el 13 de julio se quejó que la crisis en Grecia no puede ser resuelta al menos que haya un plan para “restaurar su economía moribunda”. Pero bajo las actuales condiciones mundiales de estancamiento en la producción y el comercio, eso no es fácil.
Mientras tanto, el gobierno griego está recurriendo cada vez más a Moscú, el cual está listo para aprovecharse de la crisis. El ministro de energía griego Panayotis Lafazanis dijo al Financial Times a principios de julio que Moscú había ofrecido construir un oleoducto para transportar gas natural ruso a través de Turquía. Si se llegara a un acuerdo, Moscú podría evitar su actual oleoducto en Ucrania.
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