Vol. 79/No. 27 3 de agosto de 2015
Entre los participantes de las ceremonias se encontraban congresistas estadounidenses, empresarios, estudiantes de las universidades de Washington, cubano-americanos que han trabajado para la normalización de relaciones y residentes de Estados Unidos que por mucho tiempo han participado en la defensa de la Revolución Cubana. También llegaron representantes de numerosas embajadas de Europa, África y América Latina.
Roberta Jacobson, secretaria de estado adjunta para asuntos del hemisferio occidental, representó al gobierno de Estados Unidos en la ceremonia.
Más tarde ese día Rodríguez fue recibido por el secretario de estado John Kerry, y después realizaron una conferencia de prensa conjunta donde ambos hablaron sobre las “profundas diferencias” que siguen existiendo entre los dos gobiernos y el “largo y complejo” proceso para abordarlas que queda por delante. Entre estas se encuentran el levantamiento de las medidas multifacéticas de la guerra económica de Washington que los cubanos llaman el bloqueo, el retorno a Cuba de la base naval en Guantánamo ocupada por Estados Unidos y, en las palabras de Rodríguez, conversar sobre “las diferencias profundas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos en cuanto a nuestras concepciones sobre el ejercicio de los derechos humanos por parte de todas las personas y en todo el planeta”.
Al mismo tiempo, dijo Rodríguez, “estamos convencidos de que ambos podemos cooperar y coexistir de manera civilizada, sobre la base del respeto de estas diferencias”.
Entre los asistentes a las actividades se encontraba una delegación de 30 cubanos que incluía a miembros actuales y anteriores de la Asamblea Nacional, ex diplomáticos de mucha trayectoria en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba y dirigentes de una amplia muestra representativa de la sociedad cubana: la ciencia, la industria, el deporte, la mujer, agricultores, artistas, escritores y músicos, jóvenes y otros.
Ramón Sánchez-Parodi, quien dirigió la sección de intereses de Cuba durante los 12 años tras su apertura en 1977, dijo a la prensa cubana que siempre estuvo seguro de que este momento llegaría. “Pasaron varias décadas, pero realmente valió la pena porque Estados Unidos ha reconocido la resistencia del pueblo cubano, y ahora entramos en un escenario distinto en las relaciones bilaterales”, dijo.
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