Vol. 79/No. 41 16 de noviembre de 2015
Los trabajadores de Filadelfia, así como los de todo el mundo, están enfrentando una depresión capitalista de combustión lenta sin fin a la vista.
El porcentaje de la clase trabajadora con empleo ha caído a la cifra más baja en décadas; trabajo temporal, a tiempo parcial y a través de agencias es lo que encontramos por todas partes, desde en el aeropuerto de Filadelfia hasta en las escuelas de nuestra ciudad; y los salarios están estancados. Filadelfia, la quinta ciudad más grande de Estados Unidos, tiene la tasa de pobreza extrema más alta de las 10 ciudades principales del país.
Pero, está soplando un nuevo viento. Como nativo de Carolina del Norte y participante en la lucha por los derechos civiles y de los negros por mucho tiempo, me sumé a los trabajadores de todos los colores de piel que demostraron repugnancia y una respuesta digna al asesinato político de nueve africano-americanos en la iglesia AME en Charleston, Carolina del Sur. Y celebré cuando la abrumadora respuesta obligó a los gobernantes estatales a quitar ese símbolo de terror, la bandera de batalla de la Confederación, del capitolio de Carolina del Sur.
Jóvenes en el movimiento “La vida de los negros sí importan”, liderados por jóvenes africano-americanos, realizaron una mini-rebelión en Baltimore que forzó la presentación de cargos en el caso de Freddie Gray, fallecido cuando estaba bajo custodia policial. Estos jóvenes manifestantes persistieron a pesar de que los políticos y los medios de comunicación los calificaron de criminales. En Filadelfia, me sumé a las manifestaciones para exigir justicia en las muertes a manos de la policía de Brandon Tate-Brown y Frank McQueen, así como en el caso de la paliza de Tyree Carroll. Como resultado de nuestra lucha, los gobernantes han comenzado a controlar a la policía y se sienten más presionados a presentar cargos.
Los jóvenes trabajadores de comida rápida, los que trabajan para contratistas del aeropuerto, en la atención médica a domicilio, para Walmart y en otros empleos mal pagados están realizando huelgas y protestas. Los trabajadores inmigrantes también están exigiendo sus derechos. Estamos actuando en solidaridad, exigiendo 15 dólares la hora, horarios regulares y un sindicato. Estamos teniendo un impacto, obligando a los políticos burgueses en los gobiernos municipales y estatales por todo el país a aumentar el salario mínimo.
Estos trabajadores y jóvenes están inspirando a otros a luchar, y están sirviendo como ejemplo para la clase trabajadora en su conjunto de cómo trazar un camino para avanzar.
El 1 de octubre, por primera vez en más de 30 años, los trabajadores automotrices rechazaron un contrato nacional (Fiat-Chrysler) que hubiera dejado intacta una estructura salarial de dos niveles. Yo me he unido a los trabajadores del sindicato de trabajadores del acero que están luchando contra un cierre patronal en Allegheny Technologies en el oeste de Pensilvania.
John Staggs, el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para el concejo municipal, estuvo en Quebec, el 11 de octubre, para apoyar a los trabajadores ferroviarios que están siendo injustamente acusados del desastre de un tren petrolero allí. Al igual que en Filadelfia, donde recientemente ocurrió el accidente del tren de Amtrak en Port Richmond, éstas son cuestiones de vida o muerte cuando tienes trenes petroleros pasando por áreas pobladas. Tenemos que luchar por el control obrero de la seguridad en el trabajo y construir sindicatos suficientemente fuertes que puedan parar la producción hasta que se solucionen las condiciones inseguras.
Como alcalde, utilizaré mi puesto para luchar por estas medidas inmediatas de seguridad: Prohibir que ferrocarriles operen sin una tripulación mínima de cuatro trabajadores; restaurar el furgón de cola al final de cada tren; exigir una longitud máxima de los trenes de 50 vagones; y que se utilicen inmediatamente vagones de doble casco para el transporte de petróleo y otros materiales peligrosos.
Mi partido también propone un programa masivo de obras públicas, financiado por el gobierno, que ponga a millones de personas a trabajar con salarios a escala sindical: construyendo viviendas, transporte público seguro, escuelas, guarderías para niños, centros de recreación y la reconstrucción de las carreteras y la infraestructura.
La Revolución Cubana es un ejemplo vivo de lo que los trabajadores y los agricultores pueden lograr cuando luchan para tomar el poder político, transformándose a sí mismos en el proceso. Por lo tanto exigimos que Washington ponga fin al bloqueo contra Cuba inmediatamente y devuelva Guantánamo.
El Partido Socialista de los Trabajadores hace un llamado a romper con los demócratas y republicanos —los partidos de los patrones— y a la construcción de un partido obrero basado en los sindicatos. A través de la acción política independiente de la clase trabajadora podemos trazar un curso para arrancar el poder de las manos de los explotadores capitalistas y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores que se una a la lucha mundial por los intereses de la mayoría trabajadora.
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