Vol. 79/No. 43 30 de noviembre de 2015
Hollande presentó un programa de medidas bélicas en Siria; hizo un llamado para que Washington y Moscú subordinen sus desacuerdos políticos y se unan para encabezar una “sola y gran coalición” contra los islamistas; y propuso una serie de ataques contra los derechos políticos y los derechos de los árabes y musulmanes en Francia. Recibió una ovación de los legisladores de todos los partidos políticos, quienes acompañaron al presidente cantando el himno nacional.
Los gobernantes en Washington, Londres y otras capitales imperialistas se unieron a su denuncia de los ataques y a apoyar las propuestas de nuevos ataques contra los derechos de los trabajadores en sus propios países.
Terroristas suicidas del Estado Islámico irrumpieron en la sala Bataclan en París el 13 de noviembre, matando a tiros a 89 personas durante un concierto del grupo de rock estadounidense Eagles of Death Metal. Otros terroristas suicidas detonaron sus cargas explosivas fuera del estadio de fútbol donde jugaban las selecciones de Francia y Alemania. Los miembros de una escuadra asesina dispararon a quemarropa contra restaurantes y bares. El Estado Islámico dijo que ocho de sus miembros estaban involucrados. Los jihadistas enemigos de la clase obrera mataron a más de 130 personas e hirieron a más de 350.
Los brutales ataques terroristas del EI, los pasos tomados por los imperialistas para aprovecharse de ellos para ampliar la guerra y las medidas para erosionar los derechos políticos son todos golpes contra la clase trabajadora.
Mientras muchos trabajadores se dejan llevar por la orgía patriotera avivada por los gobernantes capitalistas franceses, otros se oponen. “Me preocupa que van a culpar a toda una comunidad por esto”, dijo al Militante Farid Borsali, de 46 años de edad, un trabajador y secretario general del sindicato CGT en la planta de ensamble de automóviles Peugeot en Poissy. “Necesitamos tratar de unir a los trabajadores, no dejar que nos dividan”.
La abrumadora mayoría de musulmanes se oponen a los ataques del Estado Islámico. Esto es “malo para las personas que se murieron y malo para mi religión, el islam”, dijo Samir Amer, de 41 años, nacido en Marruecos y también trabajador en la planta de autos.
Siete de los atacantes murieron —seis se suicidaron detonando los explosivos que portaban, uno en un tiroteo con la policía— y se ha lanzado una cacería transfronteriza en Francia, Bélgica y otros países.
Aunque el presidente de Estados Unidos Barack Obama se unió a los funcionarios franceses en denunciar los asesinatos, optó por no ajustar sus planes para viajar a París. Enfatizó que continua oponiéndose al despliegue de más tropas terrestres de Estados Unidos en Siria e Iraq, y que en vez de eso las fuerzas armadas norteamericanas aumentarían los bombardeos.
Un número creciente de republicanos y demócratas están haciendo un llamado a que se realice una respuesta militar más robusta.
Declara estado de emergencia
Horas después del ataque Hollande declaró un estado de emergencia, el cual permite el registro de casas sin orden judicial, imponer toques de queda y poner bajo detención domiciliaria a cualquier persona que las autoridades consideren “peligrosa”. Unas 1 500 tropas fueron desplegadas en París. Las manifestaciones han sido prohibidas hasta por lo menos el 19 de noviembre.Hollande, al frente de un gobierno del Partido Socialista, anunció que estaba reafirmando el control de las fronteras de Francia, eliminando el libre movimiento entre países europeos establecido por la Unión Europea.
Francia tiene una de las poblaciones más grandes de árabes y musulmanes en Europa, un producto de su imperio colonial y sus guerras imperialistas. Durante los años 50 e inicios de los 60, las tropas francesas libraron una sangrienta pero no exitosa guerra contra la revolución popular en Argelia, y condujeron una feroz represión contra la comunidad argelina en Francia.
El ministro del interior francés Bernard Cazeneuve dijo el 16 de noviembre que 23 personas habían sido arrestadas en 168 redadas nocturnas y 104 han sido puestas bajo detención domiciliaria. “Esto es solo el comienzo”, agregó.
Funcionarios gubernamentales han hecho llamados a que se incremente el espionaje dirigido a las mezquitas y comunidades árabes y para que se discuta la imposición de nuevas restricciones sobre las 10 mil personas en los “archivos S” de las agencias de espionaje francés.
Los gobernantes por toda Europa se han aprovechado de los acontecimientos en Francia para cambiar el debate sobre como bregar con las decenas de miles de refugiados que están arribando como resultado de la guerra y desastre social en Siria.
Markus Soder, el ministro de finanzas de Bavaria y miembro de la Unión Social Cristiana, uno de los partidos en el gobierno de coalición de la canciller Ángela Merkel, propuso que la policía federal establezca puntos de control en todos los puestos fronterizos con Austria. Dijo que si esto no se lleva a cabo, Bavaria tomaría el asunto en sus propias manos.
También han aumentado las demandas a que no se continúen aceptando refugiados sirios en Estados Unidos. Varios días después de los ataques en París, la mayoría de los gobernadores estatales, tanto demócratas como republicanos, se declararon a favor de cerrar el programa.
En Washington, Nueva York y otras ciudades las autoridades reforzaron la vigilancia de la policía, aumentaron las inspecciones de autobuses, trenes y las bolsas de los pasajeros. En el programa “Face the Nation” de la cadena CBS el 15 de noviembre, el comisionado de la policía de Nueva York William Bratton describió los ataques en París como un “cambio de juego” para la policía.
La gran mayoría de las victimas de los asesinatos, la tortura y la opresión del Estado Islámico son árabes y musulmanes, en áreas bajo su control en Siria e Iraq.
Derek Jeffers en París contribuyó a este artículo.