Vol. 80/No. 12 28 de marzo de 2016
El 11 de marzo, centenares de personas interrumpieron y forzaron la cancelación de un evento en Chicago, al que miles de personas habían acudido para escuchar al candidato presidencial republicano Donald Trump. Esto fue un golpe a la libertad de expresión, una conquista vital para el pueblo trabajador y para proteger nuestro derecho a expresarnos, organizar líneas de piquetes, huelgas, protestas y marchas .
Yo estaba presente en el evento en Chicago hablando con trabajadores y encontré personas interesadas en lo que propone la campaña del Partido Socialista de los Trabajadores.
La mayoría de los que llegaron para escuchar a Trump eran trabajadores, afectados severamente por la depresión económica mundial y que están hartos de un sistema político que ignora el desempleo persistente, los ataques de los patrones a los salarios y las condiciones de trabajo y otras indignidades. Se interesan en Trump porque se burla de los lideres del partido y dice tener un plan “ganador” para crear empleos.
Los esfuerzos para suprimir a aquellos con los que discrepamos obstaculizan las luchas obreras. La clase trabajadora debe defender la libertad de expresión para todos. La necesitamos para discutir y debatir cómo defendernos contra los ataques de los patrones y del gobierno. Necesitamos una alternativa política obrera, independiente de los partidos de la clase gobernante. La supresión de la expresión política es inevitablemente utilizada contra la clase trabajadora, nuestros sindicatos y otras organizaciones por el gobierno capitalista, los tribunales, policías y matones a sueldo.
Grupos liberales y radicales de la clase media que llaman a usar métodos intimidantes para ahogar con gritos a Trump le hacen el juego a su campaña y a la de sus rivales republicanos y demócratas. También le dan impulso a la retórica matonesca de Trump contra los inmigrantes, musulmanes, mujeres y manifestantes.
Los argumentos de estos grupos políticos van de la mano con los de comentaristas burgueses que dicen que los que asisten a los actos de Trump son trabajadores caucásicos intolerantes. Esto es una calumnia, es algo que confirmamos al hacer campaña con el PST, ya sea en barrios obreros o en otras partes, incluso en los eventos de Trump.
Trump no es un fascista. No hay un creciente movimiento ultraderechista ni fascista hoy. Los patrones no necesitan uno ya que la clase trabajadora no es suficientemente fuerte todavía, ni está lo suficientemente organizada para desafiar su dominio.
Algunos manifestantes en Chicago portaban carteles contra las deportaciones, en defensa de los derechos para musulmanes, en contra de las muertes a manos de la policía y en defensa de los derechos de los negros. La clase trabajadora tiene mucho en juego en estas luchas. Pero su fortalecimiento no se puede separar de la defensa del espacio para expresarse y protestar.
El Partido Socialista de los Trabajadores insta a los trabajadores a romper con los partidos capitalistas, a que forjemos nuestro propio partido, un partido obrero basado en nuestros sindicatos.
Súmese a nosotros para hacer campaña por la alternativa obrera y socialista. Únase a la lucha por el salario mínimo de 15 dólares y por sindicatos y a otros actos sindicales, a protestas contra la violencia policial, a protestas en apoyo al derecho de la mujer a elegir un aborto, contra las deportaciones y ataques a las mezquitas, y en apoyo de granjeros y agricultores que están defendiendo su medio de vida.
Si no defendemos el derecho a expresarnos y organizarnos nada de esto será posible.
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