Vol. 80/No. 15 18 de abril de 2016
Utilizaré mi campaña como candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para el senado de Estados Unidos para seguir organizando y luchando junto a otros por un inmediato y significativo aumento del salario mínimo y por la sindicalización para todos.
La lucha por los 15 dólares la hora y un sindicato ha llevado a miles de trabajadores a movilizarse en las calles y cuenta con el apoyo de millones más. Esta lucha ha logrado concesiones. La acción legislativa sobre el salario mínimo del gobernador Edmund Brown Jr. está dirigida a descarrilar las movilizaciones independientes de trabajadores y llevarnos a las urnas a votar por uno u otro candidato de los capitalistas.
Los trabajadores acogemos cualquier aumento del salario mínimo, pero con el proyecto de ley del gobernador Brown no se llegaría a los 15 dólares sino hasta 2022. Sesenta millones de trabajadores en Estados Unidos, el 42 por ciento, ganan menos de 15 dólares la hora. Necesitamos hoy un alivio de los efectos de la depresión a fuego lento que ha resultado en salarios estancados, un costo de vida devastador y el desempleo persistente. El gobierno dice que la ley “toma en cuenta los caprichos de la economía capitalista”, estipulando que se detendrá el aumento si sube el desempleo, se desacelera la economía, o hay un déficit en el presupuesto estatal. Eso está garantizado.
Los trabajadores creamos toda la riqueza. Los capitalistas siempre tratan de reducir el costo de la mano de obra para aumentar su índice de ganancias a nuestras expensas. Por eso es que los trabajadores y patrones están en continuos conflictos sobre qué subirá, los salarios o las ganancias.
He marchado en las líneas de piquetes con los enfermeros de Kaiser en Los Angeles que luchan por un contrato y me he sumado a las líneas de piquetes de los trabajadores de almacén de California Cartage que luchan por sus derechos y dignidad en el trabajo. Pero nuestros sindicatos han perdido tamaño y fuerza. Los funcionarios sindicales se niegan a movilizarnos para luchar, más bien nos dicen que nuestra única esperanza es elegir a un demócrata o un republicano. Pero atar nuestro destino a los partidos de los patrones es lo opuesto a lo que necesitamos.
Necesitamos sindicalizar a los desafiliados y reconstruir los sindicatos, convertirlos en organizaciones que puedan unificar y defender a la clase trabajadora. Necesitamos nuestro propio partido, un partido obrero, basado en los sindicatos que rompa con los partidos capitalistas y se base en la solidaridad, fuerza y movilización de los trabajadores.
Esto sería un paso hacia el derrocamiento de la dictadura del capital en la que vivimos. Un paso en el camino para reemplazar al gobierno de los patrones con un gobierno de trabajadores y agricultores, como lo ha hecho el pueblo trabajador en Cuba.
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