Vol. 80/No. 31 22 de agosto de 2016
“La clase trabajadora necesita su propio partido que encabece la lucha por el poder político, para producir la electricidad que necesitamos y para defender nuestra salud y el medio ambiente”, respondió Kennedy. “El PST es ese partido”.
Durante cuatro días Kennedy y los partidarios del PST visitaron 13 pueblos aledaños a Morgantown y Fairmont donde hay minas de carbón para hablar con trabajadores acerca del partido. Aunque se veían algunos carteles de “Trump”, y uno de “Hillary”, había muchos que decían “Familia sindicalista orgullosa” y “Apoyamos al Sindicato de mineros UMW”.
Los partidarios del PST también estaban ayudando a promover la protesta del 8 de septiembre en Washington, con el fin de defender las pensiones de los mineros y los beneficios de salud para los jubilados. Muchas personas en Wana y Blacksville, cerca de la mina Monongalia, la antigua Blacksville No. 2 propiedad de la empresa Consol, sabían de la marcha. El Distrito 31 del sindicato en Fairmont dijo que planean enviar tres autobuses al acto.
Los mineros del carbón, los trabajadores en fábricas vinculadas a la industria y los que viven en las regiones mineras como esta se han visto gravemente afectados por la contracción en la producción y el comercio capitalistas. Desde septiembre de 2014, más de 170 mil trabajadores con empleos vinculados al carbón han sido despedidos, desde Wyoming a Alabama.
Los patrones del carbón buscan trasladar la carga de la crisis a las espaldas de los mineros y sus familias. Cinco grandes empresas mineras —Peabody Energy Corp., Walter Energy Inc., Alpha Natural Resources Inc., Patriot Coal y Arch Coal— se han declarado en quiebra en el último año, sumándose a otras 50 más.
“Trump dice lo que dice sobre los empleos en el carbón para obtener votos, a él no le importan los mineros”, dijo Mullins a Kennedy, agregando que tampoco confía en Clinton.
“Miles de millones de personas a nivel mundial necesitan desesperadamente la electricidad”, dijo Kennedy. “Los mineros y el pueblo trabajador necesitan luchar para organizar y fortalecer los sindicatos, para darles empleos a los mineros y suplir con electricidad a los trabajadores del mundo, un requisito básico para la lectura, la cultura y la lucha política”.
“A medida que surgen más luchas y más trabajadores resisten, ganaremos más confianza y forjaremos un movimiento para derrocar la explotación y el dominio capitalistas”, dijo Kennedy. “Por esta vía los mineros ayudarán a encabezar la transición a la energía nuclear y a otras fuentes más limpias. La clase trabajadora en el poder le garantizaría a cada minero un trabajo socialmente útil y un papel gratificante en el proceso”.
Mullins también ha trabajado en la construcción. Estaba ganando 18 dólares por hora y los trabajadores inmigrantes a su lado solo ganaban 11. “¿Por qué no le pagan el mismo salario?” le dijo a los patrones.
Mullins compró el nuevo libro de la editorial Pathfinder ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje en el capitalismo y se suscribió al Militante.
Aker se refería a las personas que asistirán a la protesta del 8 de septiembre convocada por el sindicato de mineros UMWA para exigir la aprobación del Acta de Protección de Mineros para impedir que se recorten los beneficios de salud y pensiones para los mineros jubilados y sus esposas y dependientes.
En 1946, tras una huelga nacional de 400 mil mineros, el gobierno federal le prometió al UMWA proporcionarles beneficios de salud de por vida. Un fondo de salud y bienestar para mineros fue establecido, financiado por un impuesto en el carbón, y administrado por el sindicato y el gobierno.
“Ya nos dijeron que para principios del año entrante no tendremos la cobertura médica a menos que sea aprobado el proyecto de ley en Washington”, dijo Aker. “La artritis de mi esposa es tratada con algunos de los mismos medicamentos que se usan para tratar el cáncer. Eso costará cientos de miles de dólares sin la cobertura médica”.
Los cierres de minas y bancarrotas de las empresas mineras no solo afectan a los jubilados, dijo Aker. Los mineros más jóvenes despedidos tienen que sobrevivir con los pagos de desempleo o con empleos que pagan mucho menos.
“Comencé trabajando para la compañía no sindicalizada West Kentucky Coal, cargando el carbón a mano por 44 centavos la tonelada”, dijo Charles Dixon, de noventa años de edad, cuyo padre también era minero. “Saque carbón por 40 años, los últimos 22 para la Peabody.
“No participé en la huelga de 1946 porque trabajaba en una mina no sindicalizada”, dijo. ”Mi papá me advirtió que no hablara sobre el sindicato. Pero yo quería un sindicato. Me fui para trabajar en una mina sindicalizada.
“Estos eran pueblos de la compañía. Los cines, la farmacia, las tiendas de ropa, de muebles, las casas, el doctor, ellos tenían todo bajo su control”, dijo Dixon. “Si te descubrían comprando en otras partes, te despedían. Tenías que pagar por todo con pagarés de la compañía.
“El presidente Truman nos hizo una promesa en 1946 y el gobierno debe cumplirla”, dijo Dixon. “Cuando se jubiló mi papa yo le dije, ‘Eso fue lo que te salvó, el sindicato y la pensión y el seguro médico que ganamos’”.