Mientras que el Partido Socialista de los Trabajadores habla con miles de trabajadores en las puertas de sus casas sobre el camino a seguir para la clase trabajadora, los candidatos presidenciales de los partidos capitalistas, de los cuales la gran mayoría de la población tiene un punto de vista negativo, se están topando con la ira y escepticismo de millones de trabajadores asolados por los efectos de la agobiante depresión capitalista.
“Podrías colocar a la mitad de los simpatizantes de Trump en lo que yo llamo la canasta de los deplorables. ¿Verdad? Los racistas, sexistas, homofóbicos, xenofóbicos, islamofóbicos, ustedes digan”, dijo Hillary Clinton, la candidata demócrata, a sus partidarios en una Gala LGBT para Hillary en Nueva York el 9 de septiembre. “Ahora, algunas de estas personas son irredimibles, pero afortunadamente no son los Estados Unidos”. Trump, el candidato republicano, rápidamente se aprovechó de la indignación generalizada hacia su oponente por descartar a gran parte de la clase trabajadora. Uno de sus nuevos anuncios para la campaña describe a Clinton como alguien que “vilmente demoniza a trabajadores esforzados como ustedes”.
Algunos de los trabajadores que apoyan a Trump están usando camisetas hechas por ellos que dicen “los adorables deplorables”.
En un mitin en Ashville, Carolina del Norte el 12 de septiembre, Trump invitó a simpatizantes que son de la clase trabajadora a que subieran a la tarima para hablar sobre los comentarios de Clinton. “Mi esposa y yo representamos a las personas no deplorables”, dijo un director de escuela africano-americano, ganándose los aplausos.
Trump dijo a los presentes en la conferencia de la Asociación de la Guardia Nacional el 12 de septiembre en Baltimore que él tiene el respaldo de “millones de familias de la clase trabajadora que solamente quieren tener un futuro mejor y un buen trabajo”.
El 10 de septiembre Clinton, sintiendo la presión, intentó contemporizar diciendo “Que se arrepentía de haber dicho la ‘mitad’, eso fue incorrecto”. Pero su secretario nacional de prensa Brian Fallon dijo, que “el principal punto de lo que dijo el viernes sigue siendo cierto y es algo por lo que no nos vamos a disculpar”.
Sus partidarios en la prensa liberal insistieron más.
“De hecho, cuando se trata del apoyo racista hacia Trump, ella quizás subestimó el porcentaje”, opinó la experta del Washington Post Dana Milbank el 12 de septiembre.
“Los gobernantes capitalistas le temen a la clase trabajadora, y es a quienes miran en las multitudes en los mítines de Trump”, dijo al Militante la candidata presidencial del Partido Socialista de los Trabajadores Alyson Kennedy el 14 de septiembre.
“Eso es lo que Hillary Clinton y las familias gobernantes que la apoyan realmente piensan de los trabajadores y agricultores”, dijo Kennedy. “Tratan de hacer desaparecer con sus explicaciones el amplio descontento y frustración de millones de nosotros, atacando especialmente a los caucásicos o a los que viven en áreas rurales, diciendo que son estúpidos, atrasados e intolerantes.
“Utilizan a la gran mayoría de la clase trabajadora como chivo expiatorio con el fin de dividir a nuestra clase y enfrentarnos los unos contra los otros”, dijo Kennedy. “Están incrementando sus ataques contra nuestros empleos, nuestros sindicatos, la seguridad en el trabajo, los beneficios médicos y mucho más. Y les preocupa que millones de nosotros nos levantemos y resistamos”.
“Trump puede decir que él es lo que necesita la clase trabajadora, pero él representa los intereses de los acaudalados gobernantes tanto como los Clinton”, dijo Kennedy. “Su demagogia derechista va dirigida contra nuestra clase, ya sea trabajadores sin documentos, manifestantes negros o trabajadores que están exigiendo un salario mínimo de 15 dólares.
“No importa quien sea electo, los capitalistas estarán en el timón”, dijo Kennedy, “Tanto Clinton como Trump gobernarán a favor de sus intereses y atacarán a nuestra clase, en Estados Unidos y alrededor del mundo”.
Campaña del PST en acto de mineros
Kennedy y su compañero de fórmula Osborne Hart hicieron campaña en la protesta del sindicato minero UMWA en Washington el 8 de septiembre.“Yo empecé a trabajar el 7 de noviembre de 1977, y un mes después estuve en huelga por 111 días, una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida”, dijo a Hart Terry Lester, de 57 años, un minero jubilado que vino desde Danville, Virginia del Oeste.
Los patrones de las minas de carbón exigieron que los mineros desistieran de su derecho a declararse en huelga en contra de las condiciones inseguras de trabajo a la vez que buscaban intensificar la producción.
“Esa huelga obtuvo logros para los mineros y sentó un ejemplo para todos los trabajadores”, dijo Hart. “Hizo retroceder a los patrones y al gobierno”.
“Tienes razón, ambos son un problema”, dijo Lester. “No me podrás convencer de que el gobierno no sabe lo que están haciendo las empresas del carbón. Les dejan hacer lo que quieran”.
“Es un gobierno capitalista”, respondió Hart. “Lo que le hacen a los mineros es parte de una ofensiva más amplia contra la clase trabajadora, en contra de nuestra humanidad. Por eso es que estamos forjando un partido revolucionario, para luchar por un gobierno de trabajadores y agricultores”.
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