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Vol. 80/No. 41      31 de octubre de 2016

 
(portada)

Estalinistas ocultaron masacre nazi de judíos en Babi Yar

 
POR JOHN STUDER
El 29 y 30 de septiembre se conmemoró el 75 aniversario del asesinato a sangre fría durante esos dos días en 1941 de más de 33 mil judíos en Babi Yar (El barranco de la abuela) en las afueras de Kiev, Ucrania, por las tropas de ocupación nazi con la colaboración de algunas unidades de la policía ucranianas. En los años siguientes entre 70 mil y 80 mil personas más fueron asesinados y tirados al barranco. La mayoría eran judíos, junto con romaníes, partisanos soviéticos y cualquier persona que ofreciera oposición o los que los nazis creían deberían morir.

Babi Yar fue la más infame de las masacres de judíos por los nazis en Ucrania. En 1933, la población judía llegaba a más de 1.5 millones. La mayoría de los sobrevivientes se fueron del país. Actualmente viven ahí alrededor de 67 mil.

Dos días antes que empezara la matanza, las tropas alemanas colocaron carteles en ruso, ucraniano y alemán ordenando a todos los judíos en Kiev y en las áreas aledañas a que se presentaran la mañana del lunes cerca de la estación del tren con todos sus documentos, dinero y artículos de valor.

Los nazis propagaron el rumor que los judíos serían enviados a Palestina. Más bien, fueron desvestidos, empujados al barranco y ejecutados con tiros a la cabeza.

Tras la derrota de las fuerzas fascistas por las tropas soviéticas, funcionarios del gobierno —tanto en Moscú como en Kiev— se negaron a erigir un monumento en memoria a la masacre del Holocausto.

El antisemitismo fue una característica no solo del nazismo sino también de la burocracia gubernamental reaccionaria y privilegiada bajo el primer ministro soviético José Stalin.

“La oleada revolucionaria avivó los más bellos sentimientos de solidaridad humana”, escribió el revolucionario ruso León Trotsky en 1937 acerca de los primeros años de la Revolución Rusa. Haciendo referencia a la contrarrevolución dirigida por Stalin que se consolidó a finales de los años 1920, Trotsky dijo que la “reacción ha hecho resurgir todo lo bajo, oscuro y retrógrado. … La burocracia no vacila siquiera en recurrir a las tendencias chovinistas, sobre todo a las antisemitas”.

El antisemitismo del régimen estalinista se hizo más estridente en las décadas después de la guerra. Los intelectuales judíos, artistas y otras personas fueron arrestados y asesinados como parte de una campaña “contra el cosmopolitanismo”. Se tejieron teorías de conspiración, tales como “el complot de los médicos” de 1952-53, a través de la cual médicos judíos fueron acusados de planear el envenenamiento de funcionarios del gobierno.

Las demandas para que se construyera un monumento en reconocimiento a las víctimas judías en el lugar de la masacre de Babi Yar empezaron en los años 1940. Para contener la presión por un monumento, en 1957 las autoridades soviéticas ordenaron la construcción de una presa para llenar el barranco, y planearon cubrirlo con un parque y un estadio deportivo.

En octubre de 1959 Viktor Nekrasov, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y autor ganador del Premio Stalin de Literatura de 1946 con el libro En las trincheras de Stalingrado, publicó una protesta en Literaturnaya Gazeta e hizo una petición pública para que se construya un monumento.

Pero las autoridades prosiguieron con el proyecto y empezaron a rellenar el barranco con desechos. En marzo de 1961, la presa se derrumbó y arrasó con los barrios obreros. Según los funcionarios 150 personas murieron, pero algunos informes dicen que la cifra puede llegar a varios miles.

Poco después, Yevgeny Yevtushenko —un reconocido poeta, opositor del estalinismo y partidario de la Revolución Cubana— visitó el barranco y escribió “Babi Yar”, el cual empieza con las palabras “No existe monumento en Babi Yar”. El poema fue publicado en septiembre en Literaturnaya Gazeta, la principal revista literaria en la Unión Soviética, y reproducido por todo el mundo. Un día después de su publicación, el director de la revista fue despedido por los funcionarios culturales soviéticos.

El compositor Dmitri Shostakovich trabajó con Yevtushenko en la preparación de “Babi Yar”, su decimotercera sinfonía, la cual incluyó el poema y otras cuatro obras en contra del estalinismo y el antisemitismo escritas por Yevtushenko. Después de dos actuaciones, el compositor y el poeta fueron informados que la obra sería prohibida a menos que ellos acordaran cambiar algunas de las estrofas en dos de los poemas, “Babi Yar” y “Miedos”.

Por ejemplo, “Deseo que los hombres estuvieran poseídos por el miedo a condenar a un hombre sin un debido juicio”, fue sustituido con “Veo surgir nuevos miedos, el miedo de ser insincero al país”.

En 1966 el escritor soviético Anatoly Kuznetsov publicó un libro titulado Babi Yar. Aunque fue fuertemente censurado por las autoridades el libro contiene un capítulo con detalles sobre la masacre en Babi Yar por Dina Pronichev, una de los pocos sobrevivientes.

En 1966, en el 25 aniversario de Babi Yar, miles de personas —de Kiev y de todas partes de la Unión Soviética— vinieron al barranco. Se realizó un mitin espontaneo que incluyó a tres oradores, Pronichev, Nekrasov e Ivan Dzyuba, un marxista que escribió Internacionalismo vs. Rusificación. El libro de Dzyuba defendió la política soviética bajo la dirección de V. I. Lenin de respaldar la lucha para liberar a los ucranianos y los otros pueblos oprimidos de los siglos de opresión bajo el imperio ruso y de apoyar su desarrollo cultural. Después de la muerte de Lenin, Stalin revivió el dominio ruso, incluso con el reasentamiento de rusos en Ucrania, lo cual fue conocido como rusificación.

“Babi Yar es una tragedia de toda la humanidad, pero sucedió en territorio ucraniano”, dijo Dzyuba. “Y por lo tanto, un ucraniano no lo debe olvidar más que un judío”.

Los funcionarios estalinistas finalmente colocaron un monumento en memoria de Babi Yar en 1976, pero no se hizo mención de que algunos de los muertos eran judíos.

Un monumento a las víctimas del Holocausto en Babi Yar fue finalmente erigido después de la caída de la Unión Soviética y el establecimiento de Ucrania como una nación soberana en 1991, junto con los monumentos a las víctimas judías durante la Segunda Guerra Mundial en ciudades por todo el país.  
 
 
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