Vol. 81/No. 9 6 de marzo de 2017
La sobreproducción internacional de granos está intensificando una competencia feroz y los precios están en caída libre. La fracción de las ventas internacionales de granos de los agricultores estadounidenses hoy en día es la mitad de lo que era en los años 70. Y son los pequeños agricultores —no los monopolios de granos, alimentos, pesticidas y el ferrocarril que se aprovechan de los pequeños agricultores— los que cargan con el peso de la crisis.
“No compro nueva maquinaria y uso la mínima cantidad de fertilizantes”, dijo al Militante el 11 de febrero Vern Jantzen, de 59 años, quien cultiva maíz y soya en su finca de 200 acres cerca de Plymouth, Nebraska. “Cuando tienes una buena cosecha puedes ir cojeando, pero te falta lo suficiente para cubrir todos tus costos. Algunos agricultores están perdiendo 200 dólares por acre ya sea en maíz o en soya”. Jantzen, cuya familia ha estado trabajando esta tierra desde 1891, es miembro de la Unión de Agricultores de Nebraska.
El ingreso de los agricultores en Estados Unidos caerá un 9 por ciento en 2017, pronostica el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. El ingreso agrícola total durante los últimos cuatro años ha disminuido más de un 40 por ciento, el descenso más profundo desde la Depresión de los años 30.
Desde 2012, los precios del maíz y la soya se han desplomado. El maíz ha bajado de más de 8 dólares por bushel a menos de 4 dólares hoy; la soya de casi 18 dólares a 10; el trigo de más de 9 dólares a 4.50.
“El año pasado fue el peor para los precios de granos en 30 años”, dijo en una entrevista telefónica Randy Jasper, de 66 años, quien cultiva maíz y soya en Muscoda, Wisconsin. “Un bushel —56 libras— de maíz de cáscara seca enviado al mercado se vendió por 2.90 dólares en 2016. El año pasado tuvimos una cosecha grande, pero los agricultores no podían competir porque el precio era tan bajo”.
Jasper también enfatizó que los costos de producción siguen en aumento. “Hace veinte años la semilla se vendía a 60 dólares por acre, ahora está a 120 dólares por acre,” dijo. “El fertilizante ha subido un 50 por ciento desde entonces, y el costo de la maquinaria se ha triplicado”.
“Si tienes que seguir haciendo esto, en un momento dado te encontraras en la quiebra”, dijo.
Al mismo tiempo los gigantes monopolios de alimentos —Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Dreyfus, los cuales controlan el 75 por ciento del comercio global de granos —han ido aumentando la producción de acuerdo con su perspectiva de aumentar las exportaciones para competir en el mercado mundial.
Al esforzarse para reducir las pérdidas en un mercado difícil, la mayor parte de los agricultores de granos en Estados Unidos han producido cosechas récord, pero los granos “se quedan ahí en arcones y elevadores de almacenamiento”, dijo Jantzen.
Para poder sobrevivir, los agricultores y sus familiares buscan trabajos fuera de sus tierras. Solo un 20 por ciento del ingreso familiar de los agricultores proviene de su granja. Jantzen dijo que él ha trabajado ordeñando vacas y como chofer de camiones para el distrito escolar local.
La población agrícola bajó de 6 millones de personas en 1945 a un poco más de 2 millones en 2015. Cifras tan bajas no se han visto en Estados Unidos desde mediados de 1800. El total de los acres cultivados en Estados Unidos ha bajado un 24 por ciento desde el fin de la Segunda Guerra Mundial a 912 millones de acres.
“En Nebraska teníamos casi 4 mil granjas lecheras a finales de los 1970”, dijo Jantzen. “Ahora son 155, y esto tiene un gran impacto sobre los pueblos donde estaban estas granjas lecheras”.
Había 28 estudiantes en mi clase de secundaria hace casi 40 años, dijo al Wall Street Journal Craig Scott, un agricultor en Ransom, Kansas. La mayoría eran hijos de agricultores. Este año solo hay nueve.
A finales de los años 70 y 80 miles de agricultores se movilizaron en acciones, incluyendo caravanas de tractores a Washington, para luchar contra las ejecuciones hipotecarias de fincas y por ayuda con el pago de las deudas. Lee Scheufler, un agricultor en Sterling, Kansas le dijo al Journal que hoy recuerda esas protestas.
“Si las cosas siguen como ahora, vamos a ver algo terrible”, dijo Scheufler.
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