Vol. 81/No. 16 24 de abril de 2017
La cumbre entre el presidente chino Xi Jinping y su homólogo estadounidense Donald Trump el 6 y 7 de abril en el centro turístico Mar-a-Lago en Florida fue eclipsada por el furor en Washington y otras capitales imperialistas causado por el disparo de prueba de nueve minutos de un misil desarmado de Corea del Norte en el Mar de Japón el día previo a la cumbre. También quedó marcada por la decisión de Washington de disparar 59 misiles contra una base aérea siria en respuesta al uso de gas nervioso por Damasco en un ataque del 5 de abril contra Khan Sheikhoun en la provincia de Idlib, que mató al menos a 74 personas y afectó a más de 350.
“Si China no va a resolver Corea del Norte, lo haremos nosotros”, dijo Trump al Financial Times antes de la prueba de misiles de Pyongyang. Los gobernantes estadounidenses presionaron a Beijing para que su aliado en Pyongyang retrocediera, con escaso efecto hasta el momento.
Mientras tanto, Washington y Seúl han estado llevando a cabo un ejercicio militar de siete semanas que involucra a unos 30 mil soldados estadounidenses y 300 mil soldados surcoreanos que practican una invasión del Norte. Por primera vez, está participando el equipo de Navy SEAL que llevó a cabo el asesinato de Osama bin Laden.
Y Washington ha comenzado la instalación del sistema de Defensa Aérea de Alta Altitud Terminal, o THAAD, cerca de Seúl, un sistema que Beijing cree le permitirá al Pentágono espiar su programa de misiles.