Vol. 81/No. 28 31 de julio de 2017
La continua participación militar de Washington en Siria e Iraq tiene sus raíces en los esfuerzos tanto de administraciones demócratas como republicanas para restablecer la estabilidad en la región y defender sus intereses imperialistas utilizando el manto de la lucha contra el Estado Islámico.
Mientras tanto continúan los preparativos del Gobierno Regional del Kurdistán en Iraq para un referéndum sobre la independencia programado para el 25 de septiembre. Washington, Moscú, Teherán, Ankara y Bagdad se han opuesto al referéndum. Alrededor de 30 millones de kurdos que viven en zonas adyacentes de Iraq, Irán, Siria y Turquía constituyen la nación más grande del mundo que no cuenta con su propia patria.
Al mismo tiempo cerca de un millón de personas protestaron el 9 de julio contra el represivo estado de emergencia impuesto por gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan.
A finales de junio hubo enfrentamientos entre tropas estadounidenses y milicias leales al presidente sirio Bashar al-Assad. Se están disputando el control del territorio alrededor de al-Tanf cerca de las regiones mayoritariamente chiitas del sur de Iraq. Washington está tratando de prevenir que Teherán establezca un enlace terrestre a través de esta área con sus aliados las fuerzas del Hezbollah en el Líbano.
Tras la primera reunión entre el presidente Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin el 7 de julio, el secretario de estado Rex Tillerson anunció que Was-hington, Moscú y la monarquía del rey Abdullah en Jordania habían acordado fomentar un alto al fuego —con el acuerdo de Damasco— en una zona limitada del sudoeste de Siria. Comenzó el 9 de julio. El área cubre las fronteras de Siria con los Altos del Golán ocupados por Israel y el sur del Líbano.
El gobierno iraní recientemente escaló su involucramiento en la guerra con el lanzamiento de misiles desde el territorio iraní contra blancos del Estado Islámico en el este de Siria. Teherán ha estado apoyando al régimen sirio con oficiales militares iraníes, milicias chiitas de toda la región y de Hezbollah que luchan bajo la protección aérea de Moscú.
Teherán está buscando tomar control de territorios entre Iraq y Siria y el Líbano en el Mar Mediterráneo. Washington está en contra de cualquier aumento de la influencia iraní en la región.
La guerra civil siria comenzó en 2011 después de que el régimen de Assad utilizó a su ejército para aplastar brutalmente una rebelión popular por derechos democráticos. Desde entonces han muerto centenares de miles de personas.
Las protestas en Turquía marcan la creciente oposición a la amplia represión del gobierno de Erdogan. Su gobierno utilizó un fracasado intento de golpe de estado en julio de 2016 para establecer un estado de emergencia y despedir o arrestar a decenas de miles de personas por todo el país. Los ataques han afectado a toda la oposición a Erdogan, incluyendo al Partido Republicano Popular, que inició la marcha de 25 días que culminó en el masivo acto en Estambul, pero han golpeado más duramente a los kurdos y al Partido Democrático Popular (HDP) dirigido por kurdos.
El HDP, junto con una amplia gama de sindicatos, entre ellos la Confederación de Sindicatos Progresistas y la Confederación de Sindicatos del Sector Público, fueron parte de la movilización.
Una de las consecuencias imprevista de las guerras de Washington en la región y la guerra civil que ha asolado a Siria ha sido el éxito que han tenido las fuerzas kurdas para establecer regiones autónomas en el norte de Iraq y en Siria.
Debido a la capacidad de organización y poder combativo de las fuerzas kurdas, la coalición encabezada por Washington forjó una alianza táctica con el Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD) y su ala militar en Siria, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), así como con la peshmerga del Gobierno Regional del Kurdistán (KRG) en Iraq. El presidente Trump ha mantenido la alianza con el YPG a pesar de la fuerte objeción del gobierno turco, que considera al YPG como una organización terrorista vinculada al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía. El PKK ha estado enfrascado en una lucha sangrienta con Ankara por los derechos nacionales kurdos durante más de tres décadas.
Las fuerzas del YPG en Afrin, un cantón kurdo en el oeste de Siria, han estado enfrentando bombardeos diarios por parte de fuerzas turcas. Ankara ha enviado tropas, tanques y otras armas pesadas al área de Afrin, aledaña a la frontera entre Siria y Turquía, con la intención de expulsar a los “terroristas” del YPG. Miles de kurdos marcharon en las calles de Afrin el 5 de julio para protestar los bombardeos y la escalada militar turca.
Erdogan ha declarado reiteradamente que Ankara no permitirá el establecimiento de un estado kurdo en el norte de Siria, donde viven 2 millones de kurdos.
Ankara teme que la consolidación de un mini estado kurdo en Siria aliente la lucha por derechos nacionales de los 15 millones de kurdos que viven dentro de Turquía. Por la misma razón, Erdogan se opone firmemente al referéndum del KRG por la independencia del 25 de septiembre.
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