Vol. 81/No. 30 14 de agosto de 2017
La cacería de brujas tiene como objetivo criminalizar lo que de hecho son diferencias políticas y forzar un juicio político o acusación del presidente Trump y derribar su administración.
Trump es blanco de una investigación sin límites fijos por el abogado especial y ex jefe del FBI, Robert Mueller, así como por los comités de inteligencia del senado y la cámara de representantes.
El New York Times publicó un artículo el 22 de julio que reveló un memorando de Kenneth Starr, quien sirvió como fiscal especial asignado para investigar el posible juicio político del entonces presidente Bill Clinton, que decía que un presidente no podía ser procesado penalmente mientras estuviera en la presidencia.
Periódicos liberales, programas de televisión nocturnos, comentaristas de la mañana y muchos otros con ansias de sangre están llenos de llamadas para tumbar a Trump.
Así no es como normalmente funciona la política capitalista.
Los capitalistas vieron algo nuevo y diferente en las elecciones de 2016 que encendió un temor en la clase trabajadora. El objeto de su temor no es Trump, sino los trabajadores a quienes ven como responsables de su victoria. Millones de trabajadores y agricultores están comenzando a darse cuenta que los partidos políticos capitalistas no tienen soluciones para la catástrofe que enfrentan debido a la profundización de la crisis del capitalismo, excepto poner los costos monetarios y humanos de su crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Los gobernantes temen lo que vislumbran como resultado de esto, una agudización de la lucha de clases.
“Los medios a menudo reportan que Trump ganó la mayoría de los votantes que no tienen títulos universitarios, lo cual los partidarios de Trump ven como una forma más leve de ser calificados de estúpidos”, dijo el 21 de julio Gary Abernathy, editor del Times-Gazette de Hillsboro, Ohio —donde Trump ganó el 75 por ciento de los votos. Para millones de personas, dijo, cuando Trump dice que las acusaciones de colusión con Moscú son “noticias falsas”, le creen, ya que para ellos “la histeria sobre Rusia no es tampoco una noticia real, en comparación con los problemas que afectan su vida todos los días”.
Lo que es importante para los trabajadores con conciencia de clase no es que Trump sea políticamente mejor que los liberales, no lo es. Su meta, como la de ellos, es defender los intereses del sistema capitalista en tiempos de crisis.
Pero el nombramiento de un fiscal especial y los elogios de los liberales de este ex policía en jefe del FBI son peligrosos para la clase obrera. Los fiscales especiales se usan cuando los gobernantes quieren victimizar a alguien. Comienzan con un objetivo y luego se dedican a encontrar algo que puedan usar para lograr su objetivo. Excava sin límite de tiempo, sin límites en lo que pueden investigar o los cargos que pueden traer. Sus nombramientos socavan las protecciones constitucionales al debido proceso establecidos en la Declaración de Derechos.
Y derribar a Trump le diría a millones de trabajadores que votaron por él que sus votos son menos importantes que la venganza política de los liberales.
Trump se defiende
Trump ha comenzado a acusar a los que él sospecha estar entre “filtradores” que están alimentando el frenesí de la prensa. Y a otros que él cree han hecho más fácil para los liberales encontrar algo para derribarlo.Esto es lo que está detrás de sus quejas de que el fiscal general Jeff Sessions lo traicionó cuando se eximió de tener algo que ver con las acusaciones de “colusión con los rusos”.
Y Trump criticó a Sessions por no haber investigado a Hillary Clinton sobre el escándalo que resultó del descubrimiento que había ilegalmente enviado y recibido información “secreta” en su computadora personal.
En un cambio notable, la prensa liberal ahora se ha convertido en defensora de Sessions, un político que han criticado como racista y reaccionario. El Economist del 27 de julio publicó un artículo titulado, “Jeff Sessions está en peligro; Y así está América”.
Trump se fue de gira para movilizar a los trabajadores que lo eligieron contra la cruzada de los liberales. Habló con una multitud de más de seis mil personas en Youngstown, Ohio, el 25 de julio.
Cuando dijo que estaba contento de estar “de vuelta en el centro del corazón americano, lejos del pantano de Washington”, recibió algunos de los mayores aplausos de la noche, con consignas diciendo “Drenar el pantano”.
“No me gusta el odio contra él o contra las personas que lo apoyaron”, dijo al New York Post Dave Torrance, un partidario afroamericano de Trump que vino al mitin desde Hermitage, Pennsylvania. “Ha habido un montón de presidentes por los que no voté, pero siempre quiero que tengan éxito para que nuestro país tenga éxito”.
“Él es exactamente lo que queríamos, alguien fresco, diferente, no un político”, dijo al Post Roxanne Jewell, de Orangeville, Ohio.
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