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Vol. 81/No. 37      9 de octubre de 2017

 
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‘El pueblo kurdo es una sola nación’: Levantamiento de 1991

 
A continuación publicamos la segunda parte de una entrevista con Hazhar Majeed, dueño de la librería y casa editorial Endese, en Solimania, en la región del Kurdistán en Iraq. Majeed habló con Steve Clark y Catharina Tirsén el 24 de julio sobre la resistencia del pueblo kurdo contra el dictador iraquí Saddam Hussein entre 1986 y 1991. Los más de 40 millones de kurdos en el Medio Oriente son el pueblo más grande del mundo sin un estado-nación. Siguen divididos hasta el día de hoy entre Iraq, Irán, Turquía y Siria. La primera parte de la entrevista fue publicada en la edición anterior del Militante.

POR STEVE CLARK
Y CATHARINA TIRSÉN
En agosto de 1990, Saddam Hussein invadió Kuwait. Desde 1979, cuando el shah de Irán fue derrocado por una revolución, Washington ha estado buscando un pretexto para desatar su poderío militar en el Medio Oriente y defender sus intereses en esta región, rica en petróleo y estratégicamente importante. El régimen iraquí le dio la oportunidad.

Después de que Washington derrotó a las fuerzas de Saddam en Kuwait y en el sur de Iraq a principios de 1991, los gobernantes norteamericanos decidieron evitar los riesgos de seguir hacia el norte para derrocar al gobierno en Bagdad. En su lugar, en vísperas del asalto terrestre de Washington a finales de febrero, el presidente George H.W. Bush llamó “al pueblo iraquí a que tomara las cosas en sus propias manos para obligar a que Saddam Hussein, el dictador, dejara el poder”.

Los kurdos se rebelaron en el Kurdistán iraquí a principios de marzo y expulsaron a las fuerzas de Bagdad. La población chiíta en todo el sur de Iraq también tomó las calles. Pero Washington había levantado su protección aérea en Iraq, lo que permitió que el régimen de Saddam lanzara sus helicópteros de combate y sus tropas contra la población rebelde. Miles de personas murieron. A finales de marzo hubo otro éxodo masivo de kurdos que huían en busca de refugio en Irán o Turquía.

El gobierno de Estados Unidos no quiso hacer nada que pudiera fraccionar a Iraq y empezar a deshacer las fronteras y las relaciones sociales impuestas sobre los pueblos de la región tras las dos guerras mundiales. Y Washington se había comprometido con el brutal régimen de Turquía —el cual a su vez oprime a millones de kurdos— que se opondría a la creación de un Kurdistán independiente en Iraq.

Ninguna de las dos principales organizaciones de liberación kurda —el Partido Democrático del Kurdistán (KDP) o la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK)— “iniciaron el levantamiento kurdo en marzo de 1991”, dijo Hazhar. Bajo los golpes de la Anfal en 1988, estos grupos “se habían desorganizado, y la mayoría de sus dirigentes vivían en Teherán o en otro lugar”.

Así que los kurdos que se levantaron no estaban bajo el mando de alguna organización, dijo. “La rebelión comenzó el 5 de marzo, en Ranya, una ciudad a unas dos horas al norte de Solimania. Por supuesto, los combatientes de la Peshmerga” —las unidades militares del KDP y del PUK— “están siempre en las ciudades, pueblos y aldeas, viviendo clandestinamente. Así que cuando el pueblo se rebeló, los peshmerga se unieron con sus rifles, pistolas, lo que tenían.

“Y muchos otros kurdos estaban armados también, no solo los de la peshmerga. Muchos kurdos tenían armas en casa y las usaban para atacar a las fuerzas de Saddam y defenderse a sí mismos y a sus familias”, dijo Hazhar. “Más recientemente, recuerdan Kobani, ¿no? Hombres y mujeres ancianos, adolescentes y otros que estaban armados y resistieron la brutal ocupación de Daesh, el llamado Estado Islámico, de esta ciudad kurda en el norte de Siria. También ayudaron a luchar contra Daesh en Kirkuk, aquí en Iraq.

“Eso fue lo que empezó a suceder en Ranya el 5 de marzo de 1991. Y en 16 días, todo el Kurdistán había sido liberado”, dijo.

“A los que llamamos aquí jash también tomaron parte en la rebelión”, agregó. “Eso significa literalmente ‘burro’ en la lengua kurda. Es el término que usamos para los kurdos que se unieron a unidades armadas serviles a Saddam y a regímenes represivos anteriores. Eran mercenarios. Hicieron gran parte del trabajo sucio del gobierno, incluso durante la Anfal y el envenenamiento con gas de Halabja y otras ciudades.

“Así que, a medida que las fuerzas de Saddam se retiraban frente al levantamiento, los jash tuvieron que hacer algo para tratar de exonerarse a sí mismos ante los ojos del pueblo y de los dirigentes kurdos. Así que estas unidades también se unieron a la rebelión”, dijo Hazhar. “Debo añadir que muchos de ellos han continuado funcionando como jash para el actual Gobierno Regional del Kurdistán, tanto para las direcciones del KDP como del PUK, hasta el día de hoy”.

Gobierno Regional del Kurdistán
“Los kurdos de ambos lados de la frontera, tanto en Iraq como en Irán, acogieron favorablemente los golpes al régimen de Saddam en 1991. No teníamos nada que perder”, dijo Haz-har. “Era el curso inevitable de la historia, y lo disfrutamos y aprovechamos. La derrota de Bagdad abrió una brecha para nuestro levantamiento, y luego en 1992 para el establecimiento y supervivencia del Gobierno Regional del Kurdistán en el norte de Iraq”.

Washington, Londres, París y otras potencias trataron de ocultar sus posiciones con respecto a la lucha de los kurdos por sus derechos nacionales. Estos gobiernos oscilaron entre la decisión táctica de armar mínimamente a las organizaciones kurdas, y las traiciones cínicas según sus cambiantes intereses y relaciones con los sucesivos regímenes en Iraq, Irán, Turquía y en todo el Medio Oriente. Los periódicos, la radio y la televisión en general cerraron los ojos y las bocas en deferencia a los gobiernos que sirven. El silencio durante y después de la campaña Anfal de Bagdad fue ensordecedor.

“Pero han habido dos eventos en el Medio Oriente durante el último cuarto de siglo que finalmente hicieron que la prensa mundial prestara atención a la cuestión kurda”, dijo Hazhar.

“Uno fue la invasión de Kuwait en 1990, el levantamiento kurdo y la represión de Bagdad contra este, que hicieron que el mundo despreciara a Saddam Hussein.

“El segundo, todavía muy en la mente del mundo desde 2014, es la guerra contra Daesh. Kobani, Sinjar, las guerras en el norte de Iraq y Siria, el papel de los combatientes kurdos en liberar a pueblos del Daesh está mostrando al mundo otra cara de los kurdos”.

El éxodo
Durante la guerra de 1991, dijo Hazhar, “Saddam sacó sus fuerzas de gran parte del norte, dejando un vacío de poder que los kurdos comenzaron a llenar durante el levantamiento. Incluso retomamos Kirkuk, que siempre ha sido una línea roja para los kurdos, y también una línea roja para el gobierno central iraquí, para Ankara y para Teherán”*.

Luego vino la brutal contraofensiva de Bagdad, a partir del 28 de marzo. Entre las exposiciones más impactantes del museo Amna Suraka se encuentra una gran sala cuyas cuatro paredes y el techo están cubiertos con fotografías de kurdos expulsados de sus casas rumbo a Turquía e Irán. Las fotos fueron tomadas por un joven kurdo de Irán que cruzó la frontera para documentar el éxodo.

Turquía cerró sus fronteras a los refugiados, temiendo el impacto que podrían tener en su propia enorme población kurda. Miles murieron a causa del frío, el hambre o de enfermedades.

“Pero siempre ha habido movimiento entre Iraq e Irán como parte de estos éxodos, como describí con la Anfal”, dijo Hazhar. “Los refugiados recibieron la solidaridad de los kurdos en Irán, que consideran Solimania y sus alrededores su patio trasero”.

Dada su larga guerra contra Bagdad solo hace unos años, el gobierno iraní tenía sus propias razones para aceptar a los refugiados. Entre otras, dijo Hazhar: “Millones de dólares en efectivo llegaron a Irán de organizaciones internacionales, y el gobierno y los negocios en Irán vendían comida y otros productos a los campamentos de refugiados. Era lucrativo para Irán, que todavía se estaba recuperando de las consecuencias económicas de la guerra con Iraq”.

El gobierno iraní y las agencias internacionales también coordinaron el traslado de los refugiados a Europa, Australia y Estados Unidos, donde muchos todavía viven hoy, dijo Hazhar.

“Y muchos regresaron al Kurdistán en Iraq después que el KRG se estableció en 1992, incluyendo refugiados de los ataques de la Anfal y de Halabja en 1988”, dijo. “Esto incluyó a niños que habían sido separados de sus familias y criados por familias iraníes durante varios años, tanto kurdas como persas, no importaba. Muchos pudieron reunirse con sus familias aquí, ya sea sobre la base de registros de ADN u otras formas.

“Las evacuaciones en masa han ocurrido con frecuencia en la historia kurda”, nos dijo Hazhar. “Camina alrededor de Solimania, y no encontrarás una sola casa que no haya sido quemada dos veces, o una familia que no incluya personas que hayan sido refugiados varias veces y que cuente con dos o tres mártires. Lo mismo en otras ciudades y pueblos. Es parte de crecer como kurdo”.

Sin embargo, el pueblo del Kurdistán sigue decidido a conquistar su derecho a la autodeterminación nacional y a un estado-nación. Han dado grandes pasos en Iraq desde 1991.

Recordando una visita anterior a Amna Suraka hace unos meses con uno de los autores de este artículo, Hazhar recitó las letras del cantante y compositor kurdo Adnan Karim: “No me digas que soy un refugiado. Simplemente estoy recorriendo mi propia tierra”.
 
 
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