Vol. 81/No. 38 16 de octubre de 2017
El ex preso político se refería a la explotación por Washington de los recursos naturales y la fuerza de trabajo de los trabajadores de la colonia estadounidense, y la transferencia de la riqueza a las corporaciones norteamricanas. Hoy día están exprimiendo al pueblo trabajador aún más para pagar la deuda de 74 mil millones de dólares del régimen colonial con los tenedores de bonos.
Aunque Washington ha enviado miles de soldados y personal de asistencia de FEMA, la restauración de servicios, la reapertura de carreteras y el suministro de alimentos, agua, electricidad y combustible han sido dolorosamente lentos. Dos semanas después de la tormenta todavía casi no hay electricidad en la isla.
“Esto es una tragedia, especialmente para trabajadores y los que no tienen recursos”, dijo Cancel Miranda.
Algo parecido está ocurriendo en las colonias y semicolonias de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Holanda en el Caribe. Las relaciones sociales del capitalismo convierten los efectos de desastres como los huracanes Harvey, Irma y María, o los sismos en México en catástrofes para los trabajadores.
Cancel Miranda describió la carnicería que estaban enfrentando los trabajadores en Puerto Rico antes de las tormentas. “La verdad, hermano, es que desde antes del huracán María, aquí había niños que dormían sin comer”, dijo.
Más del 80 por ciento de las líneas eléctricas fueron destruidas por el huracán María, dijo al Militante Ángel Figueroa Jaramillo, presidente del sindicato de electricistas UTIER el 30 de septiembre. Y fuera de San Juan casi no había servicio telefónico. “El gobierno y la compañía de luz no se prepararon para las tormentas”, dijo Jaramillo. “Los trabajadores, los linieros, estamos listos para restaurar el sistema, pero la compañía no ha proporcionado el equipo, los materiales, los cables, las grúas, el transporte”.
El Presidente de Estados Unidos Donald Trump y la Alcaldesa de San Juan Carmen Yulín Cruz, tuvieron un choque de palabras sobre quién era más responsable de la desorganización y falta de progreso en la recuperación en Puerto Rico. De hecho, ambos tenían la razón. Ningún nivel del gobierno —desde Washington hasta Puerto Rico— estaba preparado ni movilizó los recursos necesarios para hacer frente a las necesidades del pueblo trabajador. Cuando Trump visitó la isla el 3 de octubre, los dos sonrieron y se dieron la mano.
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