Con sus fuerzas invasoras incapaces de vencer la firme resistencia ucraniana, Moscú reanudó a fines de abril los ataques aéreos destinados a causar el máximo daño a civiles, hogares y lugares de trabajo en Ucrania. Los trabajadores están al centro de la defensa de la soberanía de Ucrania, pero al mismo tiempo enfrentan ataques contra los salarios, las condiciones de trabajo y los derechos sindicales y políticos por parte del gobierno capitalista del presidente Volodímir Zelenski.
Las bombas de Putin alcanzaron a 19 edificios de apartamentos, 25 casas, seis escuelas y cinco tiendas en Pavlograd, en el este de Ucrania, dejando dos muertos y al menos 34 heridos. La ciudad es un centro industrial clave, hogar de la mina de carbón más grande de Ucrania.
Dentro de Rusia, los opositores a la guerra están cada vez más decididos a hablar y están encontrando formas creativas de evitar la censura draconiana del Kremlin de tiempos de guerra.
Anastasia Chernysheva, una pastelera de Moscú, recibió el mes pasado una multa de 35 mil rublos (440 dólares) por “desacreditar” el papel del ejército ruso en Ucrania con… ¡pastelitos! Una de sus especialidades son los pasteles hechos por encargo con consignas contra la guerra. Publicó fotos de uno con un glaseado en azul y amarillo, los colores de la bandera ucraniana (arriba).