El pueblo trabajador en Haití, donde la opresión colonial lo ha convertido en uno de los países más pobres del mundo, está sufriendo el mayor impacto de la inestabilidad del sistema capitalista y de la injerencia imperialista. El 29 de febrero, Puerto Príncipe, la capital del país, fue azotada por una ola de ataques por poderosas bandas criminales contra instituciones gubernamentales.
El 12 de marzo, Ariel Henry, el primer ministro, anunció su renuncia desde Puerto Rico y su reemplazo por un consejo de transición que organizaría nuevas elecciones.
La violencia de las pandillas alcanzó nuevos niveles mientras Henry se encontraba en Kenia para negociar el despliegue de una fuerza policial de ese país de África Oriental con el respaldo de Naciones Unidas. Los matones incendiaron estaciones de policía, cerraron los principales aeropuertos internacionales e irrumpieron en las dos prisiones más grandes del país, liberando a más de 3,800 reclusos, muchos de ellos miembros de pandillas.
El año pasado murieron unas 5 mil personas por la violencia. Unas 200 mil personas han sido desplazadas de los barrios asediados por las pandillas.
Bandas rivales actualmente controlan alrededor del 80% de Puerto Príncipe. Han bloqueado las carreteras principales que conectan la capital. En los muelles, donde se cortó la electricidad, están detenidas decenas de contenedores con suministros críticos.
Antes vistos como matones vinculados con la policía y dirigidos por familias capitalistas rivales, los jefes de las pandillas ahora quieren tomar el control del país por su cuenta. Jimmy “Barbecue” Cherizier, ex policía y principal portavoz de una alianza de decenas de pandillas, dijo: “Estamos haciendo una revolución sangrienta”. Sus fuerzas rodearon el Palacio Nacional.
La economía de Haití se ha contraído durante cinco años consecutivos mientras la inflación se ha ido por las nubes. El costo de una bolsa de arroz, un alimento básico en Haití, ha aumentado de 40 dólares a 120 dólares.
El pueblo trabajador de Haití ha enfrentado durante mucho tiempo la intervención de Washington y, más recientemente, de las tropas de Naciones Unidos. Fueron devastados por terremotos en 2010 y 2021 y un huracán en 2016.
El Secretario de Estado Antony Blinken se reunió con representantes de gobiernos de países del Caribe, América del Norte y Europa en Jamaica el 11 de marzo, para tratar de poner freno a la crisis en Haití.
La propuesta de Washington es desplegar una fuerza multinacional —pero no tropas estadounidenses— para “ayudar” a la policía nacional de Haití.
Con el respaldo de Washington, Ariel Henry se convirtió en primer ministro en julio de 2021 tras el asesinato del presidente Jovenel Moise. Ambos gobernaron por decreto.